Las mujeres y los jóvenes estallan contra la Polonia ultraconservadora
El último fallo del Tribunal Constitucional que restringe al máximo el aborto ha sido el detonante que ha provocado las mayores manifestaciones contra el Gobierno y la Iglesia católica en el país eslavo
Han pasado 10 días desde que la chispa del descontento y el malestar social prendió en Polonia. Durante este tiempo, cientos de miles de mujeres y de jóvenes han salido a las calles de las principales ciudades del país para protestar como no lo habían hecho hasta ahora contra el Gobierno. Han dicho basta. Temen perder sus derechos. Alejarse más de Europa. Rechazan la Polonia tradicional, nacionalista y católica que lleva años moldeando el parti...
Han pasado 10 días desde que la chispa del descontento y el malestar social prendió en Polonia. Durante este tiempo, cientos de miles de mujeres y de jóvenes han salido a las calles de las principales ciudades del país para protestar como no lo habían hecho hasta ahora contra el Gobierno. Han dicho basta. Temen perder sus derechos. Alejarse más de Europa. Rechazan la Polonia tradicional, nacionalista y católica que lleva años moldeando el partido ultraconservador de Ley y Justicia. Por primera vez, muchos polacos se cuestionan abiertamente el papel de la Iglesia hasta el punto de irrumpir en una misa de domingo para protestar contra la influencia política del clero. Otros sectores también se movilizan por la gestión de las autoridades en esta segunda ola de la pandemia. El desencadenante de todo ha sido el fallo del Tribunal Constitucional el pasado 22 de octubre que restringe al máximo las posibilidades de abortar en un país que ya se encontraba entre los más restrictivos de Europa en la interrupción voluntaria del embarazo.
La sentencia establece que a partir de ahora será inconstitucional el aborto por malformación fetal, lo que afectará al 97% de los que se practican en Polonia. “Esto es un ataque más a los derechos de las mujeres que no vamos a permitir”, decía el pasado viernes una combativa Marta Lempart, la cara más visible del movimiento de mujeres que lidera las protestas. Lempart es una de las representantes de la organización feminista Strajk Kobiet (Huelga Nacional de Mujeres, en polaco). “Pero esto ahora va más allá del rechazo al fallo del aborto. La gente está muy enfadada. Hemos perdido el Estado de derecho, no hay independencia judicial, se ataca al colectivo LGTBI, en la pandemia hemos visto que juegan con nuestra salud. La gente cada vez odia más a Kaczynski [vice primer ministro y líder del partido del Gobierno] Se verá esta tarde en la calle”, explicaba la activista, de 41 años.
Bajo el lema “Todos a Varsovia”, en la tarde del viernes miles de ciudadanos acudieron a la convocatoria de Strajk Kobiet. Fueron más de 100.000 según las organizadoras; 50.000, contaron las autoridades. Oskar Tokarczuk viajó con sus amigos desde Breslavia hasta Varsovia (tres horas y media en autobús). Reconoce que tenía algo de miedo de venir a la capital, muchos han preferido manifestarse en su ciudad. Pero este grupo de amigos no quería perderse la marcha en Varsovia. “Creemos que si están quitando derechos a las mujeres también nos los harán a nosotros”, dice el estudiante de Odontología de 20 años. Pegadas a su frente, Tokarczuk lleva unas gafas de plástico por si la policía vuelve a utilizar gas pimienta contra los manifestantes.
Crece el rechazo a la Iglesia
“No habíamos presenciado un movimiento de jóvenes tan fuerte desde la caída del comunismo”, sostiene Ewa Kulik-Bielinska, directora del think tank polaco Fundación Stefan Batory. “Vivimos en una democracia liberal donde prima el individualismo, y los jóvenes sienten que el veto al aborto es un ataque a su libertad personal”, añade. Pero hay otros elementos de enfado de parte de la sociedad polaca, que lleva años muy fracturada. Hasta ahora poca gente cuestionaba los derechos de los sacerdotes en un país que siente que debe mucho a la Iglesia Católica por su importante papel en la desintegración del régimen comunista. Aquí se idolatra al Papa polaco Juan Pablo II. "Pero la salida a la luz de los casos de pedofilia en el seno de la Iglesia y la falta de investigación de estos abusos han encolerizado a parte de la sociedad”, explica la escritora feminista Agnieszka Graff.
El sacerdote dominico Michal Pac se muestra preocupado por ese hartazgo. “En Polonia estamos viviendo un ambiente parecido al de antes de la Guerra Civil española. Hay mucha división. Tanto Marta Lempart como Kaczynski exacerban todavía más los ánimos”, cuenta desde el monasterio de San José, en un barrio al sur de Varsovia. Pac, de 43 años, confiesa que los ataques de la última semana que han sufrido algunas iglesias le asustan. “Aunque no creo que esas manifestaciones lleguen hasta nuestro templo, estamos lejos del centro". El cura recuerda que la postura del aborto en la Iglesia es la misma de siempre, pero no se muestra muy de acuerdo con la línea dura –y en ocasiones hasta reaccionaria– del arzobispado católico en Polonia en debates sociales como la igualdad de género o las libertades del colectivo LGTBI. “Hay que convencer a los fieles para que vuelvan a las iglesias, pero no obligarles”.
El miércoles pasado, Kaczynski, principal artífice de la deriva autoritaria del país que ha provocado una fractura entre la UE y Polonia, llamaba en un discurso en redes sociales a “defender las iglesias”. Hay nerviosismo desde el Gobierno porque nadie se esperaba una reacción ciudadana así. Tampoco ayuda la crisis que hace poco sufrió la coalición que ocupa el poder y que mostró las grietas entre una derecha más radical y otra más moderada. De septiembre hasta ahora, el partido Ley y Justicia (PiS) ha tenido la peor caída en intención de voto desde hace seis años, según una encuesta de la empresa de sondeos Kantar.
Malestar por la gestión de la pandemia
Por otro lado, el malestar por la gestión de la pandemia durante la segunda oleada crece cada día. Ayer Polonia, con 38 millones de habitantes, volvía a batir un nuevo récord de contagios (21.897). Si en primavera el país eslavo fue un ejemplo de contención, la relajación de las medidas en verano y la falta de previsión ha desembocado en un auténtico desastre de gestión sanitaria. Este puente de Todos los Santos los cementerios polacos están cerrados a cal y canto. La sexta economía de la UE también se ha resentido por el coronavirus y la amenaza de la primera recesión que tendría el país desde la caída del comunismo en 1989 es más que tangible (de un 4,6% según el FMI). El mediodía del viernes, unos 400 conductores de autobuses bloquearon el tráfico del centro de Varsovia en protesta por la falta de ayudas para un sector muy castigado por la covid-19, como es el turismo.
“Una parte del electorado fiel al PiS como los ganaderos y la gente del campo también se sienten traicionados por Kaczynski y su ley animalista”, añade la analista Ewa Kulik-Bielinska. Esta norma, aprobada en septiembre, prohíbe la cría de animales para obtener pieles. Polonia el tercer productor mundial de pieles de animal (principalmente de visón y de zorros) y el segundo de la UE, después de Dinamarca.
La cuestión es cómo hará el Gobierno para calmar los ánimos. El viernes el presidente de la República, Andrzej Duda, anunció que presentará un proyecto de enmienda a la ley del aborto para volver a legalizar la interrupción del embarazo por malformaciones fetales, pero solo en los casos en los que la muerte del niño sea inevitable. “Creo que esto no será suficiente. En los próximos días lo más seguro es que se declare el estado de emergencia con la excusa de la pandemia y así reprimir las manifestaciones”, vaticina Ewa Kulik. “Los jóvenes han tardado mucho en despertarse. Esperemos que sigan así”, comentaba Grzegorz Kowalczyk, de 64 años, mientras caminaba solo entre la multitud que recorría el viernes las calles de Varsovia pidiendo libertad.