China advierte a EE UU contra la nueva venta de armas a Taiwán

La Casa Blanca ha notificado al Congreso que planea suministrar tres paquetes de equipamiento militar a Taipéi

Desfile militar en los festejos del día nacional de Taiwán, este sábado.TAIWAN MILITARY NEWS AGENCY / HA (EFE)

China ha advertido este martes a Estados Unidos de que no venda armamento a Taiwán después de que la Casa Blanca haya notificado al Congreso su intención de avanzar en el suministro de tres tipos de equipos avanzados. El aviso llega en momentos de fuertes fricciones entre Pekín y Taipéi, que se han elevado con acusaciones de espionaje por parte de China contra ciudadanos taiwaneses.

La agencia de noticias Reuters ha...

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China ha advertido este martes a Estados Unidos de que no venda armamento a Taiwán después de que la Casa Blanca haya notificado al Congreso su intención de avanzar en el suministro de tres tipos de equipos avanzados. El aviso llega en momentos de fuertes fricciones entre Pekín y Taipéi, que se han elevado con acusaciones de espionaje por parte de China contra ciudadanos taiwaneses.

La agencia de noticias Reuters había adelantado la notificación informal de la Casa Blanca al Congreso para la venta a Taiwán de un sistema de misiles de medio alcance, el Sistema de Artillería de Cohetes de Gran Movilidad o HiMARS, por sus siglas en inglés. También misiles aire-tierra y sensores para cazas F-16. Con estas notificaciones, los comités legislativos interesados tienen tiempo para recabar información, expresar su opinión o bloquear la iniciativa.

Estados Unidos es el principal aliado militar de Taiwán. Aunque rompió sus relaciones diplomáticas con la isla al entablarlas con China en 1979, mantiene fluidos lazos informales y le suministra armamento bajo la ley de Relaciones con Taiwán, de ese año. Pekín, que considera a Taiwán parte inalienable de su territorio y que no renuncia a la violencia para lograr la unificación, protesta enérgicamente ante cada venta de armas.

Durante el mandato de Donald Trump, y tras unos comienzos en los que el actual presidente estadounidense tuvo como prioridad acercarse a Pekín, pero como se ha visto después, sin mucho éxito, el suministro de armas por parte de Washington a Taipéi se ha acelerado. Este verano acordó la modernización, por 620 millones de dólares, de los misiles Patriot taiwaneses; Pekín respondió anunciando sanciones sin especificar contra una de las empresas beneficiarias, la aeronáutica Lockheed Martin.

En la rueda de prensa diaria del Ministerio de Exteriores chino, el portavoz del departamento Zhao Lijian aseguró que, si se aprueban nuevas ventas, Pekín replicará con una respuesta “legítima y necesaria”. Estados Unidos, insistió Zhao, debe detener cualquier tipo de suministro de armamento a Taiwán.

Las relaciones entre Pekín y Taipéi se han deteriorado desde la llegada al poder de la presidenta taiwanesa, Tsai Ing-wen, en 2016 y su reelección en enero de este año. Tsai, del Partido Demócrata Progresista, ha mantenido una política de distanciamiento con respecto al vecino al otro lado del estrecho y ha intensificado los lazos con Estados Unidos, en paralelo a la caída en picado en los vínculos entre Washington y Pekín. En los últimos dos meses, la Casa Blanca ha enviado a los dos funcionarios de más rango en visitar la isla en 40 años, el secretario de Estado adjunto Keith Krach y el secretario de Sanidad, Alex Azar.

A lo largo de este año China ha intensificado su presión militar sobre la isla. Ha dado por acabado el reconocimiento tácito de la mediana en el estrecho de Taiwán como línea de separación entre los dos vecinos, y sus aviones han efectuado diversas incursiones sobre lo que Taipéi considera su espacio aéreo.

También ha aumentado sus maniobras militares en las cercanías de Taiwán. Para este mismo martes había anunciado ejercicios con fuego real en la península de Gulei, en las costas del estrecho. Tres días antes había desarrollado también un “juego de guerra” en múltiples puntos de las provincias de Fujian y Cantón, frente a Taiwán, en el que simulaba la invasión de una isla. En este caso, la advertencia era especialmente clara: ese día, el sábado, Taiwán celebraba su día nacional, el aniversario de la fundación de la República de China en 1911.

Aquel día, Tsai pronunciaba un discurso en el que -como hizo en su toma de posesión después de ser reelegida- lanzaba un llamamiento a China a un diálogo “significativo” para una coexistencia basada en el “respeto mutuo, buena voluntad y entendimiento”.

La presidenta taiwanesa ha prometido reforzar el ejército taiwanés, muy dependiente de la protección estadounidense. En la última década, Washington ha vendido a Taiwán cerca de 20.000 millones de euros en equipamiento militar. De ellos, unos 11.000 millones se han acordado durante los cuatro años del mandato de Trump, en los que se han transferido cazas F-16, tanques M1A2T Abrams, misiles antiaéreos Stinger y torpedos MK-48.

Las fuerzas de la isla son muy inferiores en tamaño a las de su vecino del otro lado del estrecho, el segundo país del mundo por gasto militar solo por detrás de Estados Unidos. Taiwán, de 23 millones de habitantes, suma cerca de 290.000 soldados, mientras que el Ejército Popular de Liberación acumula unos 2,1 millones de efectivos.

A las tensiones ya existentes se han sumado en los últimos días las acusaciones chinas de espionaje. Por segunda noche consecutiva, el lunes la televisión estatal china mostraba a un ciudadano taiwanés del que aseguraba que había confesado ser un espía. En este caso se trataba de un académico, Cheng Yu-chin, que había sido arrestado en abril y que apareció ante las cámaras admitiendo que sabía que sus actos eran “dañinos” para China.

Un día antes, la televisión china también había mostrado a otro taiwanés, del que dijo que había viajado a Hong Kong para apoyar a los activistas prodemocracia y había grabado a las fuerzas de seguridad chinas al otro lado de la frontera.

Las organizaciones proderechos humanos y gobiernos occidentales han denunciado en numerosas ocasiones la práctica de las “confesiones” forzadas en televisión de sospechosos, acusados de delitos contra la seguridad del Estado, antes de ser sometidos a juicio.

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