El ataque a tiros contra un diputado y un funcionario argentinos fue una venganza personal
El objetivo de los asesinos era el hombre que acompañaba al legislador
El ataque a tiros frente al Congreso que puso en alerta a Argentina no fue más que un ajuste de cuentas sin motivaciones políticas. El Gobierno de Mauricio Macri padeció los efectos de la sobreactuación. El Ejecutivo admitió el viernes que los dos hombres que dejaron muy grave al diputado nacional Héctor Olivares y mataron a su acompañante vengaban una relación extramatrimonial. La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, había dicho el jueves que el país enfrentaba un “atentado contra la democracia” perpetrado por “las mafias que trabajan en Argentina”. Tras la detención de cinco gitanos, la misma ministra reconoció que “no se trató de un crimen político”, pero no se dio por vencida. “Todo el clan mafioso de gitanos fue detenido”, celebró.
Las dudas sobre la verdadera gravedad del hecho comenzaron apenas el Gobierno difundió el vídeo del ataque. Las imágenes muestran cómo el diputado Olivares y su acompañante, un funcionario provincial llamado Miguel Marcelo Yadón, son atacados desde un auto estacionado. Yadón cae muerto y Olivares se tambalea, aún de pie, mientras el asesino, con toda calma, parece decirle alguna cosa, pero no lo remata. Otra persona baja segundos después del auto y se aleja al paso. Cuando llega la policía, el asesino pone en marcha su coche y huye sin apuro. La secuencia, de casi dos minutos, no es la postal de un trabajo de sicarios profesionales. Nuevas dudas surgieron cuando se descubrió que la policía había encontrado el coche a dos calles del crimen, a nombre del asesino y en una cochera de su propiedad.
El Gobierno se tomó muy en serio la posibilidad de un crimen mafioso, pese a las evidencias que apuntaban en sentido contrario. El presidente Macri prometió en un mensaje desde la Casa Rosada que actuaría “hasta las últimas consecuencias” para dar con los atacantes del diputado. La ministra Bullrich habló luego de mafias enquistadas en la sociedad. Las horas terminaron por aclarar los rumores que apuntaban a un cuestión personal. El principal sospechoso resultó ser un hombre de 42 años llamado Juan Fernández y apodado “el gitano”. Según los investigadores, Fernández tiene una hija de 24 años, casada con alguien de la comunidad gitana, que al parecer mantuvo una relación con Yadón, el verdadero objetivo de ataque frente al Congreso.
Fernández está preso junto a otras cuatro personas. Entre los detenidos está su hija, acusada de encubrir la huida del padre. El diputado Olivera, en tanto, sigue al borde de la muerte. La bala que le perforó el hígado lo encontró entre el arma homicida y el verdadero objetivo del ataque, Yadón, quien murió de cinco disparos.
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