Una nueva deriva conservadora fragmenta la derecha uruguaya en año electoral

El favorito para enfrentar al Frente Amplio en las elecciones de octubre, Luis Lacalle Pou, encuentra adversarios dentro y fuera de su propio partido

El exjefe del Ejército, Guido Manini Ríos, anuncia su intención de postular a la presidencia de Uruguay, el pasado 4 de abril.Reuters

Siete meses fueron un siglo para la campaña de las elecciones internas de los partidos de Uruguay - prevista para el 30 de junio – y, particularmente, para la derecha tradicional, sacudida por candidaturas inesperadas que progresan en los sondeos. El debate político está cambiando de tono en el país sudamericano, con una tendencia a la polarización que vacía el centro y un nuevo tablero de juego (más fraccionado) en el que siempre estuvo el dinero y al que ahora se suman las redes sociales.

Las primarias que llevarán a las p...

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Siete meses fueron un siglo para la campaña de las elecciones internas de los partidos de Uruguay - prevista para el 30 de junio – y, particularmente, para la derecha tradicional, sacudida por candidaturas inesperadas que progresan en los sondeos. El debate político está cambiando de tono en el país sudamericano, con una tendencia a la polarización que vacía el centro y un nuevo tablero de juego (más fraccionado) en el que siempre estuvo el dinero y al que ahora se suman las redes sociales.

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Las primarias que llevarán a las presidenciales del próximo mes de octubre es un decálogo de lo que “no estaba en los planes” de los partidos del centro y la derecha: la postulación del millonario desconocido Juan Sartori, la candidatura del excomandante en jefe del Ejército, Guido Manini Ríos y, en menor medida, la participación del expresidente del Partido Colorado, Julio María Sanguinetti, de 83 años.

En octubre de 2018, se produjo la candidatura de Juan Sartori, uruguayo y yerno del magnate ruso Dimitri Rybolovlev. Con una hábil maniobra, totalmente inesperada, este empresario casi desconocido, que nunca vivió en Uruguay, quedó inscrito en el Partido Nacional (PN o partido blanco, de centro derecha), que no pudo negarle la participación en las primarias ateniéndose a los estatutos. Sin aparato, base militante ni popularidad, su presencia en la carrera electoral parecía una anécdota, pero pronto mostró que tenía muchos medios a su disposición para comprar espacios publicitarios y hacer campaña.

Esta semana, un sondeo rompió todos los pronósticos, demostrando que algo está cambiando en Uruguay: según la encuestadora Cifra, Sartori alcanza ya el 17% de la intención de voto, subiendo sin parar, semana tras semana, mientras el gran favorito, Luis Lacalle Pou (hijo y nieto de presidentes blancos de Uruguay) mantiene su liderazgo con un 40%, pero en claro retroceso. Y en el comando electoral de Lacalle Pou se ha encendido la alerta naranja. “Ahora hay que tenerlo en cuenta, es una realidad que no se puede desconocer, aunque no estaba en los planes”, señala una fuente cercana al PN.

El millonario, que reconoce en entrevistas no tener un programa (ya que lo está construyendo con la gente) y no saber cuál es la tasa de desempleo de Uruguay o el PIB, está omnipresente en los medios de comunicación y redes sociales. La campaña ha apuntado a un segmento de los votantes de las primarias -abiertas a toda la población- que está fuera del aparato del partido. Por otro lado, a golpe de talonario, ha ido sumando militantes y seguidores en todo el país.

Esta estrategia abrió una brecha en la estructura del PN con la reciente adhesión de la senadora Verónica Alonso, que retiró su propia candidatura en favor del millonario. Alonso es una dirigente conocida, que cuenta con el apoyo de las iglesias evangélicas. Inmediatamente, se ha empezado a hablar de una Convención del Partido Nacional para designar al candidato si ninguno logra una clara mayoría el 30 de junio.

Mientras la interna del PN se complica, la oposición al Frente Amplio (coalición de izquierdas que gobierna Uruguay desde 2005), debe de tener en cuenta también la formación de un partido por parte del militar Guido Manini Ríos, excomandante en jefe del Ejército. Con un discurso antisistema y a favor de las Fuerzas Armadas, su formación, llamada Cabildo Abierto, es una expresión política de los militares inédita en Uruguay.

El analista Daniel Supervielle, cercano al PN, considera que “lo que se está viendo en toda Latinoamérica es la desaparición del centro, con políticos que buscan polarizar para ganar al oponente. Lo que está en juego es si es posible que el centro uruguayo resista a esa tendencia”.

Existe otro elemento complica más la ecuación del ámbito del centro-derecha: la inesperada candidatura del expresidente Julio María Sanguinetti al Partido Colorado, que por su edad (83 años) no aparecía como un potencial jugador de estas elecciones. Pero su aumento en los sondeos está dejando claro que habrá que tenerlo en cuenta.

Hasta el 30 de junio pasarán muchas más cosas y, aunque se cumpla el escenario más previsible y Luis Lacalle Pou se convierta en el candidato presidencial con más posibilidades de vencer al Frente Amplio en octubre, nada será ya lo mismo: la política uruguaya ha entrado en el siglo XXI.

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