La vieja izquierda israelí naufraga en las urnas

Falto de liderazgo, sin un mensaje definido a los votantes y arrollado por el centro, el laborismo pierde tres cuartas partes de sus escaños

Avi Gabbay, líder laborista, saluda a sus partidarios en Tel Aviv tras las elecciones del martes.JALAA MAREY (AFP)

La izquierda ha caído a su nivel más bajo en la historia de Israel, en una sociedad cada vez más conservadora donde el término izquierdista se ha convertido en peyorativo y rayando en el insulto. Con apenas un 8% de los votos, el Partido Laborista y la lista pacifista de Meretz suman 10 diputados en una Kneset (Asamblea legislativa) de 120 escaños. Fuera de sus reductos en el liberal área metropolitana de Tel Aviv y la ...

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La izquierda ha caído a su nivel más bajo en la historia de Israel, en una sociedad cada vez más conservadora donde el término izquierdista se ha convertido en peyorativo y rayando en el insulto. Con apenas un 8% de los votos, el Partido Laborista y la lista pacifista de Meretz suman 10 diputados en una Kneset (Asamblea legislativa) de 120 escaños. Fuera de sus reductos en el liberal área metropolitana de Tel Aviv y la progresista Haifa, el voto de izquierdas parece haber pasado a la historia en el Estado judío, sin un mensaje definido sobre el conflicto palestino y succionados sus votantes por fuerzas de centro emergentes.

Después de haber resurgido en los comicios de 2015 con 24 diputados y cerca del 19% de los votos —en coalición con la veterana líder centrista Tzipi Livni—, el laborismo se ha desplomado en las legislativas del martes, con solo seis escaños en su haber y en torno al 5% de los sufragios.

El histórico Avodá, heredero de fuerzas de la izquierda que gobernaron ininterrumpidamente en Israel durante tres décadas tras la creación del Estado en 1948, ha alcanzado su punto más bajo de representación parlamentaria. La izquierda triunfó en las urnas en 1992 gracias al empuje de Isaac Rabin al frente del laborismo (44 escaños y el 34% de los votos) y de Meretz (12 actas, con un 10%). Pero la base electoral de la coalición que negoció los Acuerdos de Oslo con los palestinos ya es historia. La emergencia de la alianza de centro Azul y Blanco, capitaneada por el exgeneral Benny Gantz y el antiguo presentador de televisión Yair Lapid, ha acabado de fagocitar a una izquierda sin señas de identidad.

El liderazgo de Avi Gabbay, a quien los analistas responsabilizan de declive del laborismo, ya está siendo cuestionado, aunque el responsable del partido se resistió en la noche electoral a presentar la dimisión. Exconsejero delegado de Bezeq, la mayor compañía de telecomunicaciones israelí, y exministro de Medio Ambiente entre 2015 y 2016 en el Gabinete de Benjamín Netanyahu, el sefardí Gabbay destronó en 2017 al anterior jefe de filas del partido, Isaac Herzog, debilitado por su tibia estrategia de oposición al Likud. La deriva que ha pilotado hacia el centro ha naufragado.

El relevo al frente de la principal fuerza de la izquierda sionista se avecina. Dos jóvenes promesas que encabezaron en febrero las votaciones en las primarias del partido para configurar las listas son los aspirantes mejor situados. La diputada Stav Shaffir, de 33 años, y el parlamentario Itzik Shmuli, de 39, lideraron las protestas sociales de los indignados de 2011 en Tel Aviv, en paralelo al movimiento 15-M en España. Ahora deberán apartar a la vieja guardia del laborismo.

Vieja guardia sindical y de los kibutz

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La federación sindical Histadrut, todopoderosa central fundada en 1920 en la Palestina bajo mandato británico, y los dirigentes del antaño floreciente movimiento de los kibutz (granjas colectivas) han manejado durante décadas los hilos internos del partido.

El movimiento pacifista Meretz ha reconocido que lanzó poco antes del cierre de las urnas una campaña de mensajes de texto a los móviles de sus simpatizantes para salvar su presencia en el Parlamento, reducida a cuatro escaños y ligeramente por encima del umbral del 3,25% de los sufragios que permite acceder a la Kneset. Como explicaba al diario Haaretz Tamar Zandberg, presidenta del partido progresista: “Sobrevivimos a un tsunami de fuga de votantes gracias al apoyo de electores árabes, que han supuesto el 25% de nuestro recuento”.

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