El derrumbe de un acantilado mata a una niña en una playa argentina
La menor jugaba en la arena junto a sus padres en Mar del Plata cuando quedó sepultada bajo las piedras
Era un día habitual para los Perazzo, una familia que llegó a Mar del Plata, el principal balneario de Argentina, para pasar sus vacaciones. Para proteger a su hija Emma del sol del mediodía buscaron refugio a la sombra de los grandes acantilados de piedra que distinguen a las playas del norte de la ciudad. En apenas segundos ocurrió la fatalidad: cerca de las 13.30, una parte del barranco, que en ese lugar alcanza los diez metros, se desplomó encima de la niña. El lugar no estaba señalizado.
Paulina Sottile y Javier Perazzo, los padres de la niña, intentaron sin éxito remover los escombros con sus manos mientras pidieron ayuda a los gritos. “No se veía nada. Empezamos primero con las manos a hacer pozos mientras otros fueron a pedirles palas a los vecinos para agilizar el trabajo”, explicó Mariano González Galdós, uno de los primeros guardavidas que acudieron al socorro. Ramiro Ferro, otro de ellos, relató que “los bomberos luego trajeron una pala, pero no queríamos lastimarla. Hicimos las tareas de rescate junto a los policías y los bomberos mientras la nena gritaba cosas que prefiero no repetir, la madre estaba desesperada. Fue terrible”.
Una vez retirada de entre las toscas, la pequeña Emma fue sometida a ejercicios de reanimación por los mismos guardavidas. La policía de la Provincia abrió un corredor sanitario por la Ruta 11 para que sea trasladada de urgencia al Hospital Materno Infantil, pero su estado era crítico y finalmente murió.
El lugar, cercano al barrio de Camet, donde está ubicado el aeropuerto internacional de Mar del Plata, comenzó a ser elegido desde hace pocos años por los visitantes. En principio los surfistas, que encuentran allí altas y largas olas; pero también por turistas que, alejados del centro, comenzaron a instalarse en la zona norte, aún en desarrollo. Allí también están las playas más amplias, caracterizadas por los altos acantilados de piedra, resultado de una centenaria erosión que también se come parte de la costa. Cerca de 500 personas por día visitan el lugar en temporada.
En abril de 2017, cerca de allí, una pareja que mantenía relaciones sexuales a bordo de un auto se precipitó a la playa cuando el vehículo desbarrancó desde unos 15 metros, aunque los ocupantes resultaron ilesos y salieron por sus propios medios. En aquella oportunidad, los policías creyeron que se trató de una mala maniobra, pero muchos pobladores dicen que el terreno se está desmoronando y hasta pone en peligro la carretera que corre paralela a la playa.
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