La voz de la resistencia democrática de Hong Kong

Joshua Wong, detenido este miércoles durante 33 horas, asegura que si se quedaran de brazos cruzados la excolonia británica sería otra ciudad cualquiera de China

Joshua Wong, el 20 de junio en Hong Kong.ANTHONY WALLACE (AFP)

A sus 20 años, este joven con gafas de empollón y cara de no haber roto un plato, es el activista más célebre de Hong Kong. Joshua Wong saltó a la fama internacional como uno de los líderes del “Movimiento de los Paraguas” de 2014 y desde entonces ha continuado infatigablemente su activismo. Fundador y secretario general del partido prodemócrata Demosisto, ha sido detenido en Tailandia, ...

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A sus 20 años, este joven con gafas de empollón y cara de no haber roto un plato, es el activista más célebre de Hong Kong. Joshua Wong saltó a la fama internacional como uno de los líderes del “Movimiento de los Paraguas” de 2014 y desde entonces ha continuado infatigablemente su activismo. Fundador y secretario general del partido prodemócrata Demosisto, ha sido detenido en Tailandia, se le ha impedido entrar en Malasia, ha dado conferencias por todo el mundo y acaba de protagonizar un documental. Este miércoles era detenido junto con otros 25 activistas por protestar contra la visita de Xi Jinping.

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Puesto en libertad este viernes de madrugada, 33 horas más tarde, aún está visiblemente cansado, pero acaba de participar en una rueda de prensa y más tarde, por la noche, encabezará una nueva protesta para reclamar la puesta en libertad de Liu Xiaobo, el premio Nobel de la Paz 2010 que padece un cáncer de hígado terminal. Según asegura a El País en unas breves declaraciones, “vamos a seguir resistiendo” y continuar las exigencias de mayor democracia y mayor poder de decisión para Hong Kong y sus ciudadanos.

“No queremos que llegue a darse un Liu Xiaobo en Hong Kong. No queremos que Hong Kong se convierta en una ciudad china más”, asegura.

Es, reconoce, un proceso que puede durar mucho tiempo. China no está dispuesta a hacer concesiones ni permitir que Hong Kong pueda convertirse en un ejemplo que pueda suscitar reclamaciones en otras ciudades chinas. Su presencia es cada vez más palpable en la excolonia británica.

“Es la segunda economía del mundo. Tenemos claro que no vamos a lograr resultados inmediatos, pero tenemos que intentarlo lo mejor que podamos y esperar que poco a poco haya cambios. No vamos a rendirnos”, asegura. “Si no hiciéramos nada, si nos quedáramos de brazos cruzados, entonces es cuando con toda seguridad Hong Kong acabaría siendo otra ciudad cualquiera de China. Pero si lo intentamos con todas nuestras fuerzas, tendremos alguna posibilidad”.

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En su opinión, ya se ha ido avanzando. Los jóvenes están más concienciados y su propio partido ha metido un pie en el Legislativo autónomo hongkonés, donde cuenta con el diputado Nathan Law, otro de los antiguos líderes estudiantiles. “No somos simples disidentes de la calle. Estamos continuando nuestra lucha desde dentro” del sistema.

Eso, sostiene, le da razones para sentirse optimista. “Hace veinte años”, cuando Hong Kong dejó de ser una colonia británica y volvió a la soberanía china -recuerda-, “nadie podía imaginar que algo como lo que estamos haciendo podría suceder alguna vez”.

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