Juan Cole: “Si las mujeres y los jóvenes van a votar, ganará Rohaní”

El historiador estadounidense analiza los comicios iraníes y la situación en la región

Juan Cole, este viernes en la sede de Casa Árabe en Madrid.Jaime Villanueva

El historiador Juan Cole (Albuquerque, EE UU, 1952) viene siguiendo la realidad de Irán y del islam chií desde hace décadas. En esta ocasión las elecciones presidenciales que celebra el país este viernes coinciden con su estancia en España, donde ha viajado para hablar en las sedes de Casa Árabe en Córdoba y Madrid sobre la importancia de los 'millennials' en la orilla sur del Mediterráneo.

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El historiador Juan Cole (Albuquerque, EE UU, 1952) viene siguiendo la realidad de Irán y del islam chií desde hace décadas. En esta ocasión las elecciones presidenciales que celebra el país este viernes coinciden con su estancia en España, donde ha viajado para hablar en las sedes de Casa Árabe en Córdoba y Madrid sobre la importancia de los 'millennials' en la orilla sur del Mediterráneo.

Profesor de Historia en la Universidad de Michigan y conocido por sus análisis en el blog Informed Comment, Cole apuesta por una derrota del ultraconservador Ebrahim Raisí a manos del candidato moderado y actual presidente, Hasan Rohaní, gracias al voto joven y femenino y a la tendencia de los iraníes a otorgar un segundo mandato a sus dirigentes desde el triunfo de la Revolución Islámica en 1979. "El hecho es que nadie como Raisí ha triunfado jamás en unas elecciones presidenciales. Cuando se ha permitido concurrir a las elecciones a un centrista, ha ganado, como sucedió con (Mohamed) Jatamí en los noventa o con el propio Rohaní", señala en una entrevista con EL PAÍS.

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Es cierto que hace doce años llegó al poder otro candidato tremendamente conservador, Mahmud Ahmadineyad, pero Cole subraya las diferencias entre ambos. "Son diferentes tipos de derecha. Raisí es el establishment clerical. Es claramente un partidario de la línea dura. No le gustan las libertades civiles, ni las libertades personales. Quiere una aplicación muy estricta de una visión del islam algo así como medieval". Ahmadineyad, en cambio, "concurrió como un populista. Cuando era alcalde se vestía como un conserje y barría las calles, al estilo 'soy uno de vosotros, la gente, no como esos ayatolás que controlan miles de millones de dólares".

"Si las mujeres y jóvenes salen a votar (y no veo una buena razón para que no lo hagan), ganará Rohaní. Y si no lo hace significará que el acuerdo nuclear (firmado en 2015 entre Irán, EE UU y otras cinco potencias y que supuso el levantamiento de las sanciones de la ONU) no ha sido recompensado de forma significativa. Y que las clases medias no ponen muchas esperanzas en su capacidad para sacar a Irán del aislamiento económico", opina.

Una victoria de Raisí sería letal para la mejora de las relaciones con Washington producidas durante la época de Obama, pero, a juicio de Cole, la reelección de Rohaní probablemente tampoco evitaría el aumento de la tensión hacia la que se encaminan ambos países tras el relevo en la Casa Blanca. "Veo potencial para el empeoramiento entre las relaciones de EE UU e Irán durante la Administración Trump. Más aún si ISIS resulta derrotado, lo que probablemente suceda en Mosul al final del año, porque la lucha contra ISIS ha creado una alianza de facto (entre Washington y Teherán). Cuando se evapore esa cooperación secreta, algunas de las disputas más amplias en la región saldrán a flote y se impondrá el hecho más general: que EE UU apoya a Arabia Saudí en el conflicto regional con Irán".

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Cole, que integró el consejo editorial de la publicación académica Iranian Studies, advierte de que algunos miembros de la nueva Administración estadounidense "son extremadamente prosaudíes" y están "intentado alistar al presidente de cara a un enfrentamiento con Irán". "Hay un eje Bagdad-Beirut-Damasco-Teherán que Riad ve con gran preocupación porque solía ser un territorio en el que era tremendamente influyente. Así que los saudíes quieren contrarrestarlo y que la Administración Trump les ayude a ello", agrega.

Precisamente este mismo jueves Washington mandó "una señal indirecta" a Irán de que no permitirá que Siria sea su "patio de recreo" al bombardear una unidad militar de fuerzas leales al presidente sirio, Bachar El Asad, que "recibía apoyo logístico y estratégico de los Guardianes de la Revolución iraníes". "Es la primera vez que esto sucede", subraya el analista, que lo interpreta como parte de la intención de la Administración Trump de lograr "una voz más fuerte en el futuro de Siria". No tanto, matiza, para revertir las victorias obtenidas por las fuerzas del régimen desde la decisiva entrada de Moscú en el conflicto (posibilidad que, en opinión del historiador, "ya no existe"), sino más bien para alterar el equilibrio de fuerzas que modele el acuerdo que determine la paz de la posguerra civil.

"Cuantos más fuertes sean (los rebeldes) al final de la guerra, más presión podrán ejercer. Si EE UU se involucra mucho en la guerra, la alargará. La ciencia política muestra que la intervención extranjera alarga entre 10 y 20 años los conflictos. Los rebeldes ya no tienen forma de derrocar al Gobierno. Lo intentaron dos veces y ya no pueden. Lo que está pasando ahora tiene que ver en realidad con la forma que tendrá el acuerdo de posguerra. Si se volverá al statu quo ante, es decir, a un Bachar El Asad que controle todo, lo que no es muy plausible, o habrá algún tipo de cambio: un El Asad más débil o que abandone el poder". ¿La faz de la posguerra influirá en el terrorismo que golpee Estados Unidos o Europa? "Absolutamente", responde Cole sin dudar. "Si es únicamente como la quiere Putin -reinstaurar la dominación alauí en Siria- habrá terrorismo para cien años".

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