Los presidenciables de Argentina eligen a sus guías económicos
Scioli, Macri y Massa anuncian en la campaña quiénes serían sus ministros de Economía
En Argentina, el cargo de ministro de Economía ha revestido un poder como ningún otro. Incluso se llegó a especular con que el jefe económico del Gobierno de Fernando de la Rúa (1999-2001), Domingo Cavallo, daba órdenes al entonces presidente argentino. Pues en plena campaña para las elecciones presidenciales del próximo día 25 los tres principales candidatos están anunciando quiénes serían sus eventuales ministros de Economía o al menos quién conduciría una economía que enfrenta desafíos importantes: desde recuperar un crecimiento vigoroso y reducir la pobreza (21%) y la inflación (24%) hasta elegir entre devaluar o no el peso, negociar o no con los 'fondos buitre' y recortar o no el déficit fiscal. Claro que sobre estos dilemas los aspirantes a la Casa Rosada (sede presidencial de Argentina) no han dicho nada concreto hasta ahora.
El postulante presidencial favorito, el peronista Daniel Scioli, anunció este jueves que la jefa del Palacio de Hacienda sería su actual ministra de Economía en el Gobierno de la provincia de Buenos Aires, Silvina Batakis. La Griega, como le llaman, había mantenido un bajo perfil hasta este año, pese a que administra desde hace cuatro la provincia en la que vive casi el 40% de los argentinos. Por eso algunos analistas la subestiman, pero sus defensores la describen como una economista con masters en Finanzas Públicas en la Universidad de La Plata y de Economía Ambiental en la de York (EE UU), que equilibró el presupuesto de su provincia, redujo su deuda, consiguió financiamiento internacional y reformó el sistema tributario para hacerlo más progresivo e impulsor del sector productivo. Hasta ahora Batakis siempre ha defendido al Gobierno de la peronista Cristina Fernández de Kirchner.
El principal contendiente de Scioli, Mauricio Macri, de la alianza Cambiemos, ha dicho que su ministro de Economía sería Alfonso Prat-Gay o Rogelio Frigerio. Prat-Gay, master en Economía en Pensilvania y exejecutivo de JP Morgan, fue presidente del Banco Central de Argentina entre la salida de la crisis de 2002 y finales de 2004, cuando el entonces jefe de Estado de su país, Néstor Kirchner (2003-2007), optó por elegirle un reemplazante. El año pasado fue acusado por Hacienda de Argentina de ser titular de una de las 4.040 cuentas ocultas de argentinos en el banco HSBC de Suiza, pero él respondió que no era dueño de ninguna de ellas sino apoderado de la de la fallecida multimillonaria argentina Amalia Lacroze de Fortabat.
Scioli anuncia que su ministra sería Silvina Batakis, que apuesta por cambios graduales
Sobre Frigerio, en cambio, no pesan acusaciones de ese tipo. Es el presidente del Banco Ciudad de Buenos Aires, la metrópolis que gobierna Macri, y fue secretario de Programación Económica del Gobierno del peronista neoliberal Carlos Menem (1989-1999). Frigerio anticipó a El País algunas medidas que adoptaría: “Hay muchísimo derroche y gasto regresivo, es decir, que impacta sobre los que más tienen y no sobre los que más lo necesitan. Por ejemplo, en la inversión pública. Y hay un montón de gasto que se va en corrupción. También se pueden tener más recursos para destinarlos al gasto social, que es insuficiente y pésimamente manejado”. Sobre los controles cambiarios, el economista opinó que deben retirarse, aunque no repitió la promesa de Macri de quitarlos el 10 de diciembre, el día del cambio de gobierno: “Estamos convencidos de que si Macri gana, entre el 26 de octubre y el 10 de diciembre hará todo lo posible para recuperar la confianza y liberar el cepo lo más rápido posible”. Frigerio también habló sobre el juicio que los ‘fondos buitre’ ganaron a Argentina en EE UU, y negó que haya que pagarles todo lo que piden, como decía Macri el año pasado: “Se debe negociar. Hay que cuidar el interés nacional y el bolsillo de los consumidores, que son los que terminan pagando”.
El tercer candidato presidencial en discordia, el peronista opositor Sergio Massa, no ha precisado quién sería su ministro, pero prometió que Roberto Lavagna, que dirigió el Palacio de Hacienda en la recuperación de la economía de su país entre 2002 y 2005, sería su “jefe de Gabinete económico”. Lavagna es quizá el único exministro de Economía argentino que ha reforzado su prestigio tras su paso por el gobierno. Su hijo Marco podría ocupar el cargo que él tuvo en los Gobierno de Eduardo Duhalde (2002-2003) y Néstor Kirchner. Otros candidatos son Aldo Pignanelli, que presidió el Banco Central en 2002, y Ricardo Delgado, que trabajó durante años en la consultora de Lavagna.
En el equipo económico de Scioli descartan una devaluación brusca o una salida rápida del cepo cambiario. Argumentan que Argentina ha sufrido decenas de devaluaciones desde la segunda mitad del siglo XX sin que hubiese solucionado los problemas de su economía. No dudan de que la tasa de cambio puede contribuir a mejorar la competitividad, pero afirman que hay otros medios para lograrla, como la aceleración en el pago de las subvenciones a la exportación, que suelen retrasarse hasta un año, la reducción, aunque no la eliminación, de los impuestos a las ventas externas y la inversión que abarate los costes de transporte de mercancías. "El tipo de cambio y la inflación son temas que hay que resolver en el mediano y largo plazo", aclaran.
Los economistas de Scioli admiten que Argentina necesita inversión porque en los últimos cuatro años de estancamiento económico ha caído la renta per cápita. "Se necesita crecimiento para distribuir ingresos", dicen en contraposición a las tesis del actual ministro de Economía, Axel Kicillof. ¿Qué inversor traerá un dólar a Argentina a cambiarlo en el mercado oficial a 9,49 pesos si en la plaza ilegal se paga a 15,83? La idea de Scioli radica en reducir rápidamente la brecha entre ambas tasas de cambio y para ello buscará financiamiento en los organismos multilaterales, de los que Argentina se alejó en los años kirchneristas, y en los mercados. El candidato presidencial peronista reconoce en privado que para ello deberá negociar desde el inicio de su eventual gobierno con los 'fondos buitre'. "No es un tema que se resuelve en un mes sino en un año porque se necesita una negociación con una quita porque si no, no recibiremos la necesaria aprobación de los dos tercios de los miembros del Congreso. En el país ha calado mucho el lema 'patria o buitres'", explican en el equipo del actual gobernador de la provincia de Buenos Aires.
Scioli ya ha dicho que buscará recortar las subvenciones que mantienen baratas las tarifas de electricidad y gas en Buenos Aires. Ese será el eje central de su ajuste fiscal, que tanto reclaman los inversores. No le preocupan los subsidios a Aerolíneas Argentinas porque considera que sirvieron para modernizar su flota. También quiere concretar la nunca cumplida promesa de una reforma tributaria, de modo de que más personas y empresas paguen impuestos, pero que el tributo a la renta pese menos en los trabajadores con salarios inferiores y grave más a los que cobran mayores nóminas.
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