"En Irán cualquiera que haga una crítica puede acabar en prisión"

El compositor iraní espera ha sido juzgado por "atentar contra la seguridad nacional".- Utilizó referencias religiosas en un tema para animar a la gente a hacer frente a sus opresores

"En Irán, cualquiera que abra la boca para hacer una crítica puede acabar en prisión. Pero ¿ir a la cárcel por una canción? ¡Jamás!", declara aún incrédulo Arya Aramneyad. Como otros muchos detenidos tras las protestas que siguieron a las controvertidas elecciones de 2009, este compositor iraní espera estos días el resultado del juicio al que ha sido sometido por "atentar contra la seguridad nacional" y "conspirar para derrocar el sistema político". Su delito: haber comp...

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"En Irán, cualquiera que abra la boca para hacer una crítica puede acabar en prisión. Pero ¿ir a la cárcel por una canción? ¡Jamás!", declara aún incrédulo Arya Aramneyad. Como otros muchos detenidos tras las protestas que siguieron a las controvertidas elecciones de 2009, este compositor iraní espera estos días el resultado del juicio al que ha sido sometido por "atentar contra la seguridad nacional" y "conspirar para derrocar el sistema político". Su delito: haber compuesto una canción que utiliza referencias religiosas chiíes para animar a la gente a hacer frente a sus opresores.

"Tras el levantamiento de Ashurá, en el que murieron tantos compatriotas, sentí que mi deber era condenar ese comportamiento inhumano y utilizar mis habilidades musicales con ese fin", expuso Aramneyad ante el tribunal que le juzgó para explicar la gestación de su pieza. Hasta entonces, los temas de su tecnopop hablaban de amor. La de Ashurá, la Semana Santa de los musulmanes chiíes, fue la última gran manifestación opositora que se produjo en Irán, ahora hace un año. La represión dejó ocho muertos y decenas de heridos, según fuentes oficiales. Se multiplicaron las detenciones.

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Aramneyad, de 26 años y autor del tema de la campaña del candidato reformista Mir Hosein Musaví, reconoce que esos sucesos le politizaron. Escribió Ali, levantate, con una letra llena de referencias a los valores de la Ashurá. "¿Cuál es el pecado de nuestro pueblo, aparte de gritar libertad?", reza una de las estrofas, mientras el estribillo pide a Ali, el yerno del profeta, que salga de su tumba y acabe "con el negocio de estos truhanes que han disfrazado de justicia y verdad el cuerpo del demonio, ensuciando en provecho propio la fe de Mahoma".

Fue demasiado para los censores. "Agentes de los servicios secretos me detuvieron el 15 de febrero después de asaltar mi casa", relata Aramneyad a través de Facebook. Como señaló en su alegato ante el tribunal, "destrozaron los muebles y revolvieron en nuestras pertenencias, sólo para agrandar su intimidación". En aquel momento no le dijeron por qué le detenían, pero horas después cuando le trasladaron al juzgado, el fiscal le acusó de "atentar contra la seguridad nacional" por cantar Ali, levantate.

La gravedad de la acusación explica que pasara los siguientes 44 días en una celda de aislamiento. Durante su juicio denunció haber sido torturado. "La mayoría de las torturas fueron psicológicas, entre ellas humillaciones personales, insultos a mi pareja y mi familia", explica ahora. "Estuve encarcelado en una celda de 1,5 por 2 metros, sin las mínimas condiciones sanitarias. Además, en la celda de al lado había un drogodependiente enfermo de SIDA que al no recibir tratamiento se autolesionaba, el pasillo quedaba cubierto de su sangre, y yo para recoger la comida o ir al servicio debía pasar descalzo por encima de esa sangre", añade.

Pero eso fue sólo una parte del terror que sufrió durante esas seis semanas de aislamiento. En varias ocasiones, le amenazaron con ejecutarle o asesinarle una vez fuera de la prisión "sin dejar rastro". Casi lo lograron. "Me negaban intencionadamente los comprimidos necesarios para mi enfermedad del corazón", señala. También le humillaron obligándole a desnudarse ante un agente armado con una máquina de fotos y ante sus protestas se burlaban diciéndole "¿tienes miedo?". "Otra vez, después que solicitara ver a un médico, el guardia me golpeo de manera salvaje y me tuvo con los brazos encadenados a las piernas durante unas seis horas", desgrana con el comprensible esfuerzo que supone revivir aquellos momentos.

Aunque lo dijo ante el juez, no ha presentado una denuncia formal. "No serviría absolutamente de nada, nunca investigarían", asegura. "No pude recibir visitas de mi familia o mi abogado, salvo en una ocasión, a raíz de que la noticia de mi detención saliera en la prensa", recuerda. También está convencido de que la presión mediática influyó en su libertad bajo fianza. Tal vez por ello, y en contra de las exigencias de las autoridades iraníes, Aramneyad se ha decidido a hablar con una periodista extranjera. El tribunal que le juzgó puede emitir la sentencia en cualquier momento y, a la vista de las condenas que se suceden desde hace algunas semanas, da por seguro que volverá a la cárcel.

"Lo mejor que se puede hacer para ayudar a un preso político es informar a nivel internacional sobre su situación, porque eso obliga al Gobierno a reducir la presión sobre la persona", asegura tras mencionar una docena de amigos suyos detenidos durante el último año. De momento, el tiempo que ha pasado en la cárcel le ha convencido de que "el Gobierno abusa del nombre de la religión para reprimir cualquier voz de protesta".

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