La vida de dos guatemaltecas que se truncó en Barajas

El contacto con la madre biológica permite identificar tras el accidente de Spanair a dos hermanas adoptadas

"Es una historia de amor". Con la voz quebrada, Mario Roberto Ríos Castillo, de 59 años, el notario que en los años 1993 y 1994 tramitó la adopción de dos niñas guatemaltecas, relata como 14 años después pudo localizar en un pueblo próximo a Ciudad de Guatemala a la madre biológica de las dos adolescentes muertas en la tragedia aérea de Barajas. El contacto permitió el envío a Madrid de las pruebas de ADN que facilitaron la plena identificación de los cuerpos.

Ríos relata que el día del accidente, el pasado 20 de agosto, desayunaba cuando escuchó en la radio la noticia del siniestro. Si...

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"Es una historia de amor". Con la voz quebrada, Mario Roberto Ríos Castillo, de 59 años, el notario que en los años 1993 y 1994 tramitó la adopción de dos niñas guatemaltecas, relata como 14 años después pudo localizar en un pueblo próximo a Ciudad de Guatemala a la madre biológica de las dos adolescentes muertas en la tragedia aérea de Barajas. El contacto permitió el envío a Madrid de las pruebas de ADN que facilitaron la plena identificación de los cuerpos.

Ríos relata que el día del accidente, el pasado 20 de agosto, desayunaba cuando escuchó en la radio la noticia del siniestro. Sintonizó la televisión y una luz de alarma se encendió en su subconsciente.

Tras conocer que entre la lista de pasajeros aparecían dos niñas apedilladas Gallego Ortega, igual que las bebés cuya adopción por un matrimonio canario había tramitado 14 años antes, se puso en contacto con el diario digital canariasaldia.com. De esta forma, contactó con el padre de las menores y, tras localizar a la madre biológica de las víctimas, se pudo mandar la prueba de ADN que hizo posible la identificación de las dos hermanas. La historia se remonta a 1993, cuando Pedro Manuel y María del Carmen deciden adoptar un niño ante la imposibilidad de tener uno propio. Optan por Guatemala, un país donde la guerra civil había dejado unos 200.000 huérfanos y donde las leyes, en un afán de dotar de un hogar "cuanto antes" a estos pequeños, facilitan enormemente los trámites de adopción.

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Por esos días, una mujer en pobreza extrema, madre de tres hijos, llegó hasta el despacho del notario, un activista en contra de una ley que favorecía el aborto y que la Asamblea Constituyente discutía, y le explicó que le era imposible mantener al bebé que crecía en su vientre. Así, el matrimonio canario tuvo ocasión de adoptar al bebé por nacer, que resultó ser una niña, a quien bautizaron como Cristina.

Los Gallego Ortega mantuvieron un contacto constante con el notario y, a través de él, con la madre biológica de la niña, quien recibía noticias y fotografías de la pequeña. Esta comunicación facilitó que un año después, cuando la madre biológica, que prefiere seguir en el anonimato, quedó de nuevo embarazada, fueran los canarios quienes viajaran una vez más a Guatemala para adoptar a la otra niña, Ana Isabel.

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El abogado cuenta que su reencuentro con la madre biológica de las niñas tuvo el dramatismo propio de las circunstancias. Hay, sin embargo, un detalle enternecedor. "Al sólo verlo, supe que me traía malas noticias", dijo la mujer a Ríos.

"Días atrás, soñé que un hombre llevaba a mis niñas. A la pequeña a caballo sobre su cuello y a la mayorcita cogida de la mano. Era como un adiós, pero muy dulce".

Añade que la mujer, aunque consternada, le consuela saber que "los españoles las criaron con amor y les dieron una vida que en Guatemala jamás pudieron ni siquiera soñar".

Cristina, con su madre adoptiva. Las dos murieron en el accidente aéreo de Spanair en Barajas.

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