Reportaje:TERROR EN LONDRES | El trabajo forense

46 muertos sin nombre cinco días después

La rápida identificación de las víctimas del 11-M contrasta con la escasa información facilitada por la policía británica

"Los efectos de una bomba hacen que a veces las tareas de identificación sean muy, muy complejas y desgarradoras". Con este argumento despachó ayer Tony Blair la polémica sobre la lentísima identificación de las víctimas del atentado múltiple que el pasado día 7 sacudió el centro de Londres. Y es que no ha sorprendido que Londres acabara siendo objetivo del terrorismo islámico pero sí la lentitud y opacidad con que las autoridades están difundiendo la información. Cinco días después de los ataques sólo se ha publicado la identidad de seis de los 52 fallecidos oficialmente en los atentados.
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"Los efectos de una bomba hacen que a veces las tareas de identificación sean muy, muy complejas y desgarradoras". Con este argumento despachó ayer Tony Blair la polémica sobre la lentísima identificación de las víctimas del atentado múltiple que el pasado día 7 sacudió el centro de Londres. Y es que no ha sorprendido que Londres acabara siendo objetivo del terrorismo islámico pero sí la lentitud y opacidad con que las autoridades están difundiendo la información. Cinco días después de los ataques sólo se ha publicado la identidad de seis de los 52 fallecidos oficialmente en los atentados.

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El contraste con lo sucedido en Madrid hace 16 meses no puede ser mayor. Ocho horas después de la explosión de tres bombas en el metro londinense y otra en un autobús de línea regular la policía mantenía un balance de víctimas que contradecía la evidencia de las imágenes que llegaban de la capital inglesa: dos muertos. En contraposición, las autoridades españolas ya hablaban de 173 muertos apenas cinco horas después de la explosión de varias bombas en los trenes de cercanías. En pocas horas 76 fallecidos habían sido identificados por un equipo compuesto por 8 jueces y 80 forenses. El segundo día, 135, el tercero 145 y el cuarto 165. Un proceso modélico al decir de los expertos.

La explicación de la policía inglesa para explicar tanta lentitud es que antes de incluir a alguien en la lista de muertos es preciso identificarlo y comunicar su muerte a los familiares. Y para difundir sus nombres y apellidos a la prensa es preciso un ulterior requisito: una confirmación científica. El resultado es que en cinco días sólo conocemos el rostro de seis de los fallecidos en Londres mientras que el 13 de marzo las ediciones impresas de los periódicos españoles comenzaban a publicar ya no sólo identidades, sino perfiles completos de las víctimas de los trenes de cercanías.

La policía británica asegura que cuenta con el apoyo de las familias pero lo cierto es que hasta ayer 31 personas seguían desaparecidas. Madres, hermanos, amigos siguen sin saber si sus seres queridos han fallecido y algunos han perdido ya la paciencia. En Madrid, horas después de la tragedia ya había listas en Internet con los nombres de los muertos y de los más de 700 heridos distribuidos por hospitales.

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Dos circunstancias que podrían explicar este retraso son la inexistencia de carnet de identidad en el Reino Unido y el estado de los cuerpos. La policía ha explicado además que no quiere sufrir errores "increíblemente desafortunados" como los que se han cometido en anteriores atentados terroristas u accidentes como el del Yak-42 en Turquía. Lo que no parece convincente para explicar la lentitud es el hecho de que parte de los atentados se produjeran en túneles. De hecho la policía británica tardó más en contar los muertos que se habían producido en el autobús, que estalló a la vista de los viandantes -aunque luego fue cubierto con plásticos por los agentes- en la Tavistock- que los del metro. Hasta siete horas después de la explosión no se comunicó un primer balance de dos muertos, que al día siguiente aumentó a trece.

En el caso del 11-M sí es verdad que se produjeron errores en el cómputo de víctimas (los periódicos llegaron a hablar de hasta 200 muertos, cuando el balance final fue de 191). Pero nunca en el proceso identificación, que fue alabado como un modelo a seguir por las policías científicas de todo el mundo. No hubo en ningún momento más de 191 nombres en la lista de muertos, aunque el estado de las víctimas y los enormes destrozos causados por las bombas en algunos de los cuerpos hicieron pensar a las autoridades que el balance de fallecidos era mayor.

Otra gran diferencia en la información que han generado uno y otro atentado ha sido la escasa difusión de imágenes escabrosas de los atentados de Londres. En una especie de pacto no escrito, los medios británicos, como en su día hicieran los estadounidenses el 11-S apenas han distribuido fotos que mostraran el horror de los atentados. En el caso de Madrid no existió esa autocensura y los españoles pudieron ver ya las imágenes del horror desde primera hora de la mañana en los medios digitales y en las ediciones especiales que lanzaron al mediodía los principales diarios.

Miriam Hyman, de 32 años, una miembro activa de la comunidad judía en Londres. Llamó a su padre desde King's Cross para decirle que habían desalojado el metro, pero que estuviera tranquilo, que ella estaba bien. Nadie ha vuelto a tener noticias suyas.ASSOCIATED PRESS
Karolija Gluck, polaca de 29 años. Se despidió de su novio a las ocho y media de la mañana del pasado jueves en el metro de Finsbury Parh para ir a su trabajo de administrativa en Russell Square.EFE
Monika Suchocka tiene 23 años y es la segunda desaparecida polaca. Era becaria de contabilidad. Su compañera de piso, Kim Philip, la busca desde el jueves. Sólo sabe que a las 8.40 llamó a la oficina para decir que llegaba tarde y que cogería un autobús.ASSOCIATED PRESS
Laura Webb, asistente personal de 29 años de edad. Su hermano David calcula que debía pasar por Edgware Road camino de su trabajo en el momento de estallar una de las bombas.REUTERS
James Mayes tiene 28 años. Trabaja como analista en una empresa de Londres. Su familia teme que pasaba por King's Cross en el fatídico momento del atentado.ASSOCIATED PRESS
Elizabeth Daplyn tiene 26 años y trabaja como administrativa en el departamento de neuroradiología en el Hospital Universitario. Cada mañana tomaba la línea Picadilly para llegar Russell Square.REUTERS
Rachelle Chung For Yuen, de 27 años, trabaja como contable y, junto a su marido, se había mudado desde Isla Mauricio a Londres hace cinco años. Su oficina está en Picadilly Circus por lo que cada día cogía el metro para trabajar.ASSOCIATED PRESS

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