11-S, Gran Recesión, pandemia

El politólogo Zakaria opina que la pandemia es el acontecimiento decisivo de nuestros días

Una calle del centro de Barcelona durante el toque de queda decretado por el Gobierno catalán, el pasado 24 de diciembre.Albert Garcia (EL PAÍS)

Varias generaciones de ciudadanos conviven en el mundo sin haber sufrido una guerra en su territorio. Este es el gran avance histórico de los últimos tres cuartos de siglo. Sin embargo, estos mismos ciudadanos conocen ahora, en sus propios cuerpos, lo que es una terrible pandemia que les supone una situación de riesgo inmediato para la salud e incluso para la vida. La covid permea ya tres años naturales (comenzó a manifestarse en el primer trimestre de 2020) y hasta ahora tiene un balance de ...

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Varias generaciones de ciudadanos conviven en el mundo sin haber sufrido una guerra en su territorio. Este es el gran avance histórico de los últimos tres cuartos de siglo. Sin embargo, estos mismos ciudadanos conocen ahora, en sus propios cuerpos, lo que es una terrible pandemia que les supone una situación de riesgo inmediato para la salud e incluso para la vida. La covid permea ya tres años naturales (comenzó a manifestarse en el primer trimestre de 2020) y hasta ahora tiene un balance de más de 310 millones de contagiados y 5,5 millones de fallecidos (7,8 millones de contagiados y 90.000 muertos oficiales en España).

Estos ciudadanos pacíficos están marcados al menos por tres acontecimientos mayores que han cambiado el signo de los tiempos: el terrorismo del 11 de septiembre de 2001, la Gran Recesión que arrancó en el otoño de 2008, y la pandemia de este coronavirus. Los tres son shocks asimétricos, fenómenos que comenzaron siendo pequeños y locales, pero que terminaron generando ondas sísmicas que se dejaron sentir en todo el planeta, provocando crisis globales. Los atentados de Nueva York y Washington los activaron un pequeño número de personas (19) provistas de armamento rudimentario; la crisis financiera que arrancó con la quiebra de Lehman Brothers la provocaron en su origen las llamadas “hipotecas locas”, aquellas que se concedían a personas de las que se sabía a priori que prácticamente no tenían posibilidades de devolverlas, y la covid es una pequeña partícula viral que surgió en una lejana provincia china de la que apenas sabíamos nada hasta entonces.

Habitualmente, en los análisis geopolíticos clásicos se había concedido una importancia menor a las pandemias. Al menos desde la aparición en 1976 del ya clásico libro Plagas y pueblos (Siglo XXI), de William McNeill, esto ha cambiado. En él explica el historiador canadiense el dramático impacto que las enfermedades infecciosas han ejercido sobre el ascenso y la caída de las civilizaciones, y pone numerosos ejemplos. Un número pequeño de soldados españoles, unos 600, al mando de Hernán Cortés, fue capaz de conquistar rápidamente el imperio azteca, compuesto por millones de personas en el siglo XVI, porque portaban no sólo un armamento más avanzado, sino la enfermedad de la viruela para la que habían adquirido una inmunidad de la que los nativos carecían. La mal llamada gripe española, que golpeó al mundo al final de la Primera Guerra Mundial, mató a alrededor de 50 millones de personas, más del doble de las que murieron en la contienda bélica. Ciudades densamente pobladas, conflictos locales, desastres naturales, movilidad de las personas que emigran, el transporte aéreo…, circunstancias que provocan que un virus letal como la covid se haya propagado en sus distintas cepas, desde un pueblo chino hasta cualquier rincón del mundo en plazos de 24 o 48 horas, entrando en nuestras casas por debajo de las puertas, por las rendijas de las ventanas, en una especie de efecto mariposa según el cual el aleteo de uno de esos insectos en una punta del globo puede llegar a influir en las pautas climáticas de la otra punta.

El politólogo americano Fareed Zakaria concede al coronavirus una relevancia mucho más significativa que la de una gripe (Diez lecciones para el mundo de la pospandemia, Paidós). Entiende que los daños económicos, políticos y sociales que está provocando —y ante los que las sociedades y las economías se cerraron como en ningún otro momento de la historia contemporánea— son los mayores desde el final de la Segunda Guerra Mundial; y que aunque la economía y la política vuelvan a la normalidad, los seres humanos ya no lo harán porque se habrá producido una transformación en sus formas de vida, en lo relativo a su psicología, su salud mental, el teletrabajo, el turismo interior, etcétera. Frente a los pronósticos más livianos de la enfermedad, el politólogo opina que es el acontecimiento decisivo de nuestros días, un momento que variará el rumbo para siempre. Quizá se necesite aún un poco de distancia temporal para entenderlo.

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