Tristan Gooley. “El ser humano tiende a querer consumir la naturaleza”

El explorador británico ha escrito 'El instinto natural', una guía para que los seres humanos recuperemos el “sexto sentido” que nos permite conectar con el paisaje

El explorador y naturalista Tristan Gooley en el río Lavant, cerca de Chichester, Reino Unido.Alamy Stock Photo

Un pájaro canta cerca y Tristan Gooley (Londres, 1973) sabe por qué. Mira la inclinación de una roca y consigue orientarse. El explorador británico publica una guía, El instinto natural (Ático de los Libros, 2020), para que el lector pueda recuperar el “sexto sentido”, la conexión con la naturaleza. Gooley ha recorrido los cinco continentes y es la única persona viva que ha cruzado en solitario el Atlántico en barco y en avión. Entender la naturaleza es la mejor herramienta para lograr estas...

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Un pájaro canta cerca y Tristan Gooley (Londres, 1973) sabe por qué. Mira la inclinación de una roca y consigue orientarse. El explorador británico publica una guía, El instinto natural (Ático de los Libros, 2020), para que el lector pueda recuperar el “sexto sentido”, la conexión con la naturaleza. Gooley ha recorrido los cinco continentes y es la única persona viva que ha cruzado en solitario el Atlántico en barco y en avión. Entender la naturaleza es la mejor herramienta para lograr estas hazañas y apreciar aún más su belleza. En su obra ofrece trucos y especifica que “esto es ciencia, no misticismo”.

PREGUNTA. ¿Las señales de la naturaleza (el sol, el viento, los ruidos de los animales) bastan para orientarnos por el mundo?

RESPUESTA. Sí. Yo solía usar muchas herramientas al principio. Podía recorrer unos 1.000 kilómetros en barco sin perderme, pero entendí que me gustaba más observar a mi alrededor. Las señales permiten levantar la cabeza, observar lo que pasa del otro lado de la ventana y dejar de centrarse en lo que dice la herramienta. Me da igual que mi viaje sea de solo dos kilómetros con tal de analizarlo todo con los sentidos. Todo está conectado y es increíble.

P. ¿Algún detalle en sus viajes que le sorprendiese especialmente?

R. Un árbol ligeramente doblado. Luego entendí que cada pieza del puzle del paisaje me estaba avisando de que iba a llegar una tormenta y de que, por tanto, aquel no era el mejor lugar donde pasar la noche. Es como si la naturaleza susurrara a quien la escucha.

“El ‘smart­phone’ nos da información que la naturaleza no tiene. Creo que podemos extraer lo mejor de los dos”

P. ¿Escribió el libro para que el lector aprenda también a escuchar?

R. Hay miles de ejemplos para entender a la naturaleza, pero quería que el lector tuviese algunas claves para empezar. A la gente le suele gustar el arcoíris, pero no sabe que cada uno de sus colores está diciendo algo sobre la lluvia, el tamaño de las gotas y también sobre cuánto queda para que caiga el sol. La naturaleza es aún más bella cuando la entendemos.

P. ¿Cuál es el mayor error que hemos cometido con la naturaleza?

R. La gente cree que es el desarrollo de la tecnología, pero esta solo supone un desafío. Y para enfrentarnos a él tenemos que ser conscientes de que estamos mirando una pantalla. El smartphone nos da información que la naturaleza no tiene, y creo que podremos extraer lo mejor de ambos.

P. Si el problema no es la tecnología, ¿cuál es?

R. El ser humano tiende a querer consumir la naturaleza. La información que recibimos nos empuja hacia destinaciones precisas, atracciones turísticas que, supuestamente, nos van a maravillar. Pero atender a las señales pequeñas y ver cómo todo está conectado resulta de por sí una experiencia maravillosa que cambia la percepción. Uno entra en un círcu­lo virtuoso en el que no para de refrescar la mente.

P. Para entrar en ese círculo, ¿por dónde hay que empezar?

R. Primero hay que pensar en los elementos que dejan huellas: el sol y el viento lo moldean todo. Luego hay que coger lo primero que se ve y preguntarse: ¿por qué hay una nube ahí? ¿Por qué la ardilla se mueve así? Nada es aleatorio. Todo está ahí por una razón.

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