Cecilio G sobre la gloria, las drogas y la cárcel: “Estar en prisión es la soledad, como estar en un cementerio. Es la pena”
Con solo 27 años ha conocido el éxito, la fama y la pérdida. Ahora el músico barcelonés prepara su regreso a los escenarios y habla con ICON sobre el presente y el futuro aunque, como “nihilista total”, no deje de esperar al Apocalipsis
Hablar con Cecilio G (Barcelona, 27 años) es hablar con el que otros llaman simplemente Juan (”El chaval”). Juan es trapero y se apellida Cecília Ruiz. A los catorce años hacía freestyle sin remilgos en batallas. Juan, nombre real de Cecilio G, contesta al teléfono. “¿Cómo estamos? Me pillas grabando. Pero dime”. Tiene una voz grave. Ronda el metro noventa. Es grande. Impone, aunque esta sea una entrevista telefónica. De no haber hecho música, habría trabajado como educador social. “Nac...
Hablar con Cecilio G (Barcelona, 27 años) es hablar con el que otros llaman simplemente Juan (”El chaval”). Juan es trapero y se apellida Cecília Ruiz. A los catorce años hacía freestyle sin remilgos en batallas. Juan, nombre real de Cecilio G, contesta al teléfono. “¿Cómo estamos? Me pillas grabando. Pero dime”. Tiene una voz grave. Ronda el metro noventa. Es grande. Impone, aunque esta sea una entrevista telefónica. De no haber hecho música, habría trabajado como educador social. “Nací artista, por lo visto”. Es el director creativo de su propio sello: TDPS Records (Todos Presos), donde el grafiti y las artes visuales tienen su espacio.
¿Crees que con tu música estás haciendo algo parecido a la educación social? Totalmente no. Yo no quiero hacer eso, yo no ayudo a la gente con mi música. Hago la música para divertirme y para disfrutar. Empecé así y se monetizó, y me lo tengo que comer con patatas. Si yo me dedicara al ámbito de la educación social no sería el mismo discurso. Mi música es para desatarse, para volverse loco, para reírse... No es ningún ejemplo a seguir. No hagáis esto en casa, dejad a los profesionales.
Cecilio G, después de idas y venidas, vuelve al directo (Madrid el 18 de noviembre, en la Sala Apolo de Barcelona a principios de noviembre y Sevilla, Valencia, Paris, Zaragoza...). La última vez que lo hizo fue en las Nits del Primavera, en 2020, todavía en época de pandemia. Pero asegura que llevaba sin actuar “la pila de tiempo”. Tampoco es que le guste mucho, apunta. Cuenta que tiene que estudiar un poco, porque no se acuerda de ninguno de sus temas antiguos y los nuevos son “pajareo total”. “Actuar a veces es una bendición, pero otras es una pesadilla. La euforia del público es tal que a veces dices: ‘Joder, tío, estáis un poco majara’. Y si lo digo yo, está jodida la cosa. Todo el mundo está majara. Vivimos en un mundo majara”, subraya.
En ese mundo majara se mueve Cecilio G, de París a Berlín, pasando por Barcelona, dedicándose también a las artes pictóricas. “Con la pintura me molaría hacer algo. Vendí guay unos pósters de Nueva York y me molaría vender arte, tío, no solo música. Ya sería darme con un canto en los dientes si lo hago, ¿sabes?”. Viene Juan del hip hop, de una escuela donde se respeta al mayor. “Una cosa es el trap y otra el rap, pero es hip hop”. En lo familiar, la escuela también se aplica, le profesa amor incondicional a su abuela Encarna, “la matriarca de mi familia”.
Dices en Million Dollar Baby 2: “Mi mente es Satán y mi nombre es Juan / Me criaron bien, no faltó de na’ / Sin papá cambié, to’ me supo a na’”. ¿Cómo fue tu infancia? No me acuerdo mucho [risas], pero hasta cierto punto fue bonita, muy guay... Luego, perdí a mi padre y... Tampoco quiero hacer lloriqueos de esto para rebozarnos en la mierda. Por eso he intentado dar un perfil en Million Dollar Baby 2 más loco y más psicótico. Pero bueno, a partir de cierto punto yo me volví majara... ¿Sabes? Me dio la rebeldía y encima estoy zumbado. Blanco y en botella.
¿La familia en la que nacemos determina nuestra forma de ser? Yo creo que sí, totalmente. Y otra gente, no solo la familia. Muchos educadores sociales son familia. O un amigo. Hay gente que tiene amigos de verdad. Yo tengo, por suerte, pero no en el artisteo. O no muchos. Tengo algunos, pero muy poco personales. Amigos de verdad, los cuento con las dos manos, y eso es una suerte que flipas.
Sus dominios se extendieron por Barcelona y alrededores, siendo Bogatell, en el Poblenou, su cuartel general. Allí se crió. Contesta que sí, que el barrio también determina la forma de ser. “No es lo mismo un rico que un nuevo rico, que un pobre o que un obrero o que un politoxicómano. Bueno, luego va por zonas: hay nuevos ricos en la zona de los ricos y también en la zona de los obreros. Con la inmigración y la gentrificación todo va cambiando y todo va súper follado hoy en día. Si el Apocalipsis nos llega, joder, que llegue ya, por favor”.
Te conocían por Punky Negro. Hay vídeos tuyos por ahí de 2009 haciendo freestyle. Creo que tenías 14 años... Sí. Tenía 13 ó 14. Lo que pasa es que yo era el niño de los mayores, la mascota del equipo. De cachondeo lo digo, pero siempre me han tratado de puta madre. Mi equipo siempre ha sido el mejor. Me he juntado con buena gente, he tenido esa suerte, porque no me he juntado con hijos de puta. Esos vinieron luego, porque cuando no eres nadie, pues eso. Yo he seguido las amistades de Marina, de la zona de bares de heavys, donde también se juntaba mucha peña rapera y grafitera. Ahí empecé con el freestyle, a ir a batallas... Pero iba a batallas a cachondearme de la peña, tío, y la peña se reía de mí diciendo: “Qué mal rapea”. Bueno, no se reían de mí; yo me reía de ellos. Es que nunca he sabido rapear. Ahora supongo que sí, pero eso ya lo decide cada uno.
Escuchas a Eskorbuto, Lehendakaris Muertos, Extremoduro... ¡Claro! Y a Barón Rojo, Siniestro Total... Los Siniestro, joder...
¿El trap es el nuevo punk? Ahí te pongo el ejemplo de YONOSOYTUPADRE. Yo creo que no. No tiene nada que ver. El trap es una movida de yanquis. Es ser punk pero pidiendo y ganándote lo tuyo, un buscavidas: Y el punky no es un buscavidas, el punky es la heroína. El punk murió. Menos mal que quedan los discos. Mi actitud es muy punky, sí, pero no se puede vivir en el punk. Y cada día soy más punky, más zarrapastroso, hermano [risas]. Cada día estoy más hasta la polla; no quiero hacer ni dinero, ni conciertos ni nada, pero tengo que hacerlo, tengo que sobrevivir. A ver, yo me siento bendecido por la música, pero te da unas posibilidades que no sé, tío. Luego, hay colegas míos que tienen que currar y se quieren meter en la música, pero no es tan fácil. Tienes que estar tan loco de estar en la calle... Yo me he visto en la calle loco perdido con un cuadro psicótico de la hostia. No tengo vergüenza de decirlo, porque soy una persona loca, digamos. El diagnóstico no lo digo, porque tampoco lo sé. Bueno, tampoco lo sé, porque no me fío mucho del rollito este de las patologías de la mente; va cambiando cada equis tiempo.
Debutó con Legal Drugz (y Kuor Beats) en 2012, un disco que significaba el paso del rap al trap para el artista ahora conocido como Cecilio G, que sería parte de PXXR GVNG hasta que se separó por “diferencias artísticas”. En 2021, Cecilio G publicó The animals con un vídeo grabado durante las protestas del pasado de febrero en favor de la liberación de Pablo Hasél. “Era una manifestación por un par de movidas. No sé, tío... Libertad para todo el mundo, ¿no?”. Comenta que The animals usa como base un sampler del House of the rising sun de los Animals de Eric Burdon. “Lo escogí yo. Es mi tema favorito, el que me ponía cuando iba to morao de cristal. El que más buenas vibras me daba”. El día del vídeo se juntaron con Low Battery Boyz y a Juan se le ocurrió ir a grabar a “la mani”. Todo fue una casualidad. “Sí que hacemos un guiño a Pablo Hasél, aunque él luego tiene más movidas. Yo iba por una de ellas, por la que se le metió en la cárcel. Mira a Valtònyc o la peña que están en la cárcel por esos rollos. Yo estoy con ellos, porque están en la cárcel por escribir, por expresarse... Por crear y no destruir. Del sentimiento de libertad al odio hay un paso a veces cuando escribes”. El propio Cecilio G estuvo en la cárcel en 2018 para cumplir una condena de un año y dos meses por un delito de amenazas ocurrido en 2015 que se sumaba a otra condena en 2013 por robo con fuerza.
Dices en The animals: “Cuando anduve preso / me di cuenta de eso / Que el amor te manda flores pero nunca besos”. Estuve en la cárcel, sí, y era una mierda. Pero es eso, tío: estar en prisión es la soledad, como estar en un cementerio. Es la pena.
¿Has pasado también por una clínica de desintoxicación? ¿Eran como la cárcel? No, no. He estado en psiquiátricos, pero no en clínicas de desintoxicación. Yo me desintoxico cuando paro.
Te cito una frase que leí ayer: “Cecilio G es como el tabaco: al principio te da asco pero luego no puedes dejarlo”. Ya. Puede ser... Pero sería como el tomacco [un vegetal ficticio, híbrido entre tabaco y tomate, popularizado en Los Simpson]. Yo la droga la dejo por voluntad, a la fuerza, tío. Siempre que he ingresado en un sitio, he dejado las sustancias. En la cárcel, fumarme un porro era carísimo, y en un psiquiátrico no te puedes drogar, evidentemente. Ahora mismo no puedo consumir, ¿entiendes? No quiero. Mi estado mental no me permite estar todo el día de rock and roll. Ya me he pasado el juego de las drogas y de las trampas. Hay que buscar otras sensaciones. Yo ya he experimentado mucho con todas las drogas posibles. Lo único que me queda sería perderme ahí, ¿sabes?
Una de sus canciones más celebradas es From darkness with love (Desde la oscuridad con amor). En la letra, canta: “Sé que he cometido muchos pecados / No sé si algún día me perdonaré...”. El autor responde que eso es por matar el ego, la pena de uno por todos los errores: “Uno se siente mal de tanto daño hecho. Uno, cuando es joven, comete errores de alguna forma”. Pero rectifica; prefiere “fallos” y no “errores”. No cree que una persona sea mala o buena. “Los malos son malos y los buenos son buenos, estás en un bando o en otro, o se retroalimentan también. Al final, cuando cae un cadáver se lo comen los buitres”. Para redimirse de los pecados bastaría con confesarse, pero Juan no es creyente. Ni ateo tampoco. Se considera agnóstico.
¿Hacía dónde vas tú: hacia la oscuridad o hacia la luz? Quiero perderme, ¿sabes? Quiero irme a algún sitio donde al menos haya paz. Y eso en la gente no lo encuentras, porque si no están ellos en paz... Y la soledad, al final, aguantarla duele, pero compensa, porque es la independencia total del ser. Hace unos años salía de casa como el que sale en búsqueda de algo que no va a encontrar nunca o esperaba que nunca fuera a llegar. Y ahora mismo voy sobre la marcha. Estoy en una época en la que tampoco me creo a nadie ni creo en nada. Ni dios, ni amo, ni patria.
¿Nihilista? Nihilista total, aunque hay cosas que joden.
¿Tu modo de vida es tu plan de jubilación? No, yo no me voy a jubilar nunca. No creo en eso. No veo el día de la jubilación. Moriré. Y pretendo estar creando hasta el día que me muera. Con esta música que estoy haciendo ahora igual no, pero sí tomarme más tiempo, echarle dedicación, estudiar un poco... Ahora lo estoy haciendo muy punky, muy orgánico, sobre la marcha... Me da miedo parar de hacer cosas.
¿Estás en paz contigo mismo? Sí. Total. Han pasado los años...
¿Cuántos tienes, 27? Sí, 27. Ya toca apaciguar, si no, nos estampamos.
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