Kito Muñoz: “Lo mío son las fotos imposibles”
La irrealidad es solo una de las armas que este gaditano usa para crear unas fotos cargadas de sexo y psicología que ponen cara y cuerpo a la moda masculina del futuro
Las jóvenes promesas suelen serlo solo una vez, pero esta es la segunda ocasión en que Kito Muñoz (Chiclana de la Frontera, Cádiz, 1997) aparece en un portafolio de nuevos talentos de esta revista. La primera fue en otoño de 2015, tenía 17 años y tuvimos que pedir autorización a sus padres. Ahora estamos en 2021, Kito se ha establecido como fotógrafo con su propia firma y tiene solo 23 años.
“Me lo dices y me pones los pelos de punta”, bromea cuando le pedimos que recuerde estos año...
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Las jóvenes promesas suelen serlo solo una vez, pero esta es la segunda ocasión en que Kito Muñoz (Chiclana de la Frontera, Cádiz, 1997) aparece en un portafolio de nuevos talentos de esta revista. La primera fue en otoño de 2015, tenía 17 años y tuvimos que pedir autorización a sus padres. Ahora estamos en 2021, Kito se ha establecido como fotógrafo con su propia firma y tiene solo 23 años.
“Me lo dices y me pones los pelos de punta”, bromea cuando le pedimos que recuerde estos años. “Desde pequeño me ha gustado crear cosas en casa”, rememora. “Me pasaba el día haciendo vídeos stop motion con los juguetes, ponía guapas a las muñecas. Y cuando estaba en Bachillerato la idea de estudiar una carrera me asustaba mucho. Me daba tanto miedo que pensé que la única salida era ponerme a trabajar a tope. Me abrí Instagram y me propuse el reto de hacer cada semana un proyecto distinto. ¡Quería vivir de la foto, pero no tenía ni cámara!”.
Fue entonces cuando conoció a Filip Custic –artista ganador de un Gramy Latino al mejor diseño de empaque por El mal querer de Rosalía–, con quien trabajó durante años. “Aquello fue muy importante. Unimos fuerzas y nos lo pasamos muy bien”, explica. Después vinieron los medios, las oportunidades y los amigos con talento.
Para Palomo Spain y Mans ha fotografiado campañas de un erotismo sofisticado y casi táctil. “Me inspira la fotografía homoerótica, la nueva masculinidad”. Últimamente su estética se ha liberado de frialdad. Su portada para el nuevo número de la revista Dust también es un desnudo masculino, pero de otra forma. “Ha sido un proyecto importante. La clave está en los modelos, en hablar con ellos y que entiendan mi idea. Me he dado cuenta de esa dimensión psicológica”.
El autorretrato de esta página parece un selfi, pero hay mucho más, como un fondo tridimensional y una escenografía tan alambicada que pasa desapercibida. “Dedico mucho tiempo a pensar en el concepto, a encajar cada imagen en mi mundo. Me emociona hacer una foto y que el espectador no sepa si es verdad o ilusión. La técnica solo me interesa en la medida en que me ayuda a lograr lo que quiero. Lo mío son las fotos imposibles”.
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