Marta del Riego: “En el Noroeste podemos ser muy bruscos, pero eso también se traduce en una dosis baja de hipocresía”
La periodista y escritora publica su última novela, ‘Pájaro del Noroeste’, donde la protagonista cumple el sueño postpandémico de regresar a sus raíces
Su última novela habla del noroeste de España (Pájaro del Noroeste, editorial AdN), pero la escritora y periodista Marta del Riego también ha escrito sobre Berlín, donde residió y trabajó, ya sea en forma de novela (Mi nombre es Sena) o de guía de viajes (Berlín, de la editorial Tintablanca). También, siempre, sobre Madrid, donde vive, ya sea en sus novelas (Sendero de frío y amor) o en guías sobre el club de fútbol que gobierna en silencio sobre la capital (...
Su última novela habla del noroeste de España (Pájaro del Noroeste, editorial AdN), pero la escritora y periodista Marta del Riego también ha escrito sobre Berlín, donde residió y trabajó, ya sea en forma de novela (Mi nombre es Sena) o de guía de viajes (Berlín, de la editorial Tintablanca). También, siempre, sobre Madrid, donde vive, ya sea en sus novelas (Sendero de frío y amor) o en guías sobre el club de fútbol que gobierna en silencio sobre la capital (La biblia blanca: historia sagrada del Real Madrid). En Pájaro del Noroeste convierte en realidad esa obsesión nacional desde que atacó la pandemia: el regreso a las raíces, la huida de una gran ciudad convertida en ratonera. Pero, como esto es una gran novela de aires góticos y se impone el misterio, son los orígenes los que se convierten en ratonera. Como suele pasar, por otra parte.
El noroeste español ha protagonizado varias de sus historias. Si hubiera que elegir un rasgo de carácter con denominación de origen en León, ¿por cuál optaría y por qué? La sequedad, la brusquedad. La gente puede ser muy parca en palabras y eso a los que vienen de fuera los asusta. Pero tiene su lado bueno, eso se traduce en una dosis baja de hipocresía. Sucede que los gestos y las palabras parecen estar contados. Así que con la pandemia ha sido maravilloso: hemos vuelto las viejas costumbres de saludarnos de acera a acera con un movimiento de cabeza.
El regreso a la tierra de origen ha sido el sueño dorado (para muchos cumplido) de la pandemia, y punto de partida de Pájaro del Noroeste. ¿Cree que ha terminado para siempre esa fascinación por las luces de la gran ciudad que tuvimos muchos que somos de provincias? La fascinación por las luces de la gran ciudad es como el síndrome de Lina Morgan, las candilejas. Hay que convivir con eso como con cualquier otra adicción. Pero un día despiertas y las luces te parecen lo más kitsch y lo más impersonal. El problema es que en Madrid lo identitario se diluye, formas parte de un magma que se mueve a impulsos de la moda. Todo es carísimo, la vivienda, el transporte, la vida social, y hay colas para todo y todos los lugares están llenos. Eso en la era prepandemia. En la postpantemia es peor. Empiezas a pensar “qué hago yo aquí cuando podría tener una casa enorme en el pueblo y todo el campo para pasear sin mascarilla”. Porque la fuerza de atracción de Madrid son los madrileños, la vida en la calle, y claro, la posibilidad de tener un trabajo interesante. Cuando no hay vida en la calle y puedes teletrabajar, vivir aquí pierde sentido. Lo reconozco, y eso que a mí me encanta Madrid...
Periodista metida a escritora, o tal vez al revés. ¿Cuál cree que es el mejor y el peor vicio que un escritor hereda de su profesión periodística? Me gustan los vicios, la verdad. Detesto las ínfulas de pureza. Así que el mejor vicio del periodismo para un escritor es la búsqueda de la exactitud y la claridad. Y desde luego, la curiosidad. Pero es verdad que a veces me lío, y mi parte doctor Jeckyl –periodística- se superpone al Mr. Hyde –literaria-. Pienso, por ejemplo, en la primera reescritura de mi novela: había tantos datos sobre el vino que parecía un reportaje didáctico.
Quien escribe, escribe a menudo sobre sí mismo, y en Pájaro del Noroeste hay parte de su propia experiencia. ¿Una escritora, en general, hace esto con pudor esperando que los implicados no se enteren o, al contrario, con descaro para que se den por aludidos? Yo creo que ni lo uno ni lo otro. No puede haber pudor ni puede haber exhibicionismo gratuito en la literatura. Escribes lo que te sale, lo que te pide la historia. Y si tienes una experiencia propia que puedas transformar en literatura, y cuando digo ‘transformar’ quiero decir reinventar, ¿por qué no utilizarla, exprimirle el jugo, llevarla hasta el límite, jugar con ella? Y luego, que cada uno piense lo que le dé la gana.
¿Qué es lo que más le gusta a los demás de ti misma? Mi aparente calma (que es falsa, claro) y que sé escuchar y no respondo con lugares comunes (o quizá eso más bien les desconcierte).
¿Y lo que más te gusta a ti de ti misma? Mis ojos saltones y que sonrío a menudo (es una forma de defensa). Aunque ahora con la mascarilla estoy aprendiendo a sonreír con los ojos.
¿Cuál es tu forma favorita de perder el control? Emborracharme con un buen vino. O pasarme un día de río y campo: es igual de embriagador y me desato.
¿Qué te compraste con tu primer sueldo? Invité a mi padre a un restaurante top y me di el gustazo de pagar con mi tarjeta. Nos emocionamos los dos.
¿Qué tienes de fondo en tu pantalla del móvil? Una foto que hice en mi tierra de un camino bordeado de chopos.
¿Cuál es tu habilidad oculta? La perseverancia. Para las cosas que me importan, como escribir, soy una hormiguita silenciosa.
¿Tu palabrota favorita? Labrador. Mis abuelos lo eran. Mi abuela lo decía con mucho orgullo. Labrador no es lo mismo que agricultor, que suena a término económico, ni que campesino, que suena a la edad media.
¿Qué figura pública amas? Voy a decir algo que parece manido: Marilyn. Pero si leéis la biografía de Norman Mailer o la de Joyce Carol Oates… Seguiréis sin saber quién es: lo que me gusta de ella es su misterio.
¿Y qué figura pública no querrías tener cerca? Un presidente de Gobierno.
¿Como es tu decoración ideal? Cálida, colorida, rústica.
¿Y tu decoración odiada? Odio el minimalismo. Odio el blanco y el beis. Las paredes blancas, los suelos blancos, las sábanas blancas y las vajillas blancas.
¿Qué viaje te marcó? Nepal: el paseo en elefante por la jungla y descubrir una familia de rinocerontes, las ciudades sagradas, la sangre de las vacas sacrificadas corriendo por las calles empedradas, las coronas de flores bajando por el río… Fue una experiencia muy turbadora, no había bastantes sentidos para captar lo que había a mi alrededor. Te das cuenta de que el primer mundo en que vivimos es solo una parte mínima de la cultura global.
¿Y a qué lugar no volverías? A Las Vegas o a Phoenix o a alguna de esas ciudades estadounidenses con cadenas de comida y centros comerciales todos iguales y carreteras rectas de cuatro carriles que atraviesan idénticos paisajes durante kilómetros y kilómetros.
¿Qué canción te pones para animarte? Durante el confinamiento me ponía I want to break free, de Freddy Mercury, para pasar la mopa con energía. Ahora estoy en el turbofolk balcánico con Gogol Bordello, un chute de adrenalina.
¿Y para seducir? Sea of Love, de Cat Power. La podría escuchar en bucle veinte veces seguidas.
¿Cuál es tu cuenta favorita de Instagram? Con IG son muy ecléctica. Ciertos días, The New Yorker; otros, Winefolly; y siempre, las viñetas sobre mujeres y sexo de Flabita Banana.
¿Y el vídeo que más veces has visto en YouTube? El making of de mi booktrailer de Pájaro del Noroeste. Lo miro y no me lo creo: saca un lado cómico que pensé que había perdido (atención: nunca llegué a hacer el booktrailer).
¿Quién es la persona más famosa a la que has conocido? ¿Rafa Nadal o Naomi Campbell o Tony Blair o doña Letizia o Vargas Llosa? Rafa Nadal.
¿Quién fue tu primer ídolo erótico? Rock Hudson, lo veía de niña en la tele y me derretía. Después resultó que era gay, pero seguí adorándolo.
¿Y cuál ha sido el último? Obama.
¿Qué encuentras si te buscas a ti misma en Google? Un montón de fotos sonrientes. ¿Por qué todos los fotógrafos se empeñan en que sonría en las fotos? A los escritores -machos- no les piden que sonrían.
¿Cuál es la peor pregunta que te han hecho en una entrevista promocional de tus libros? ¿Por qué esta novela es literatura femenina? No existe la categoría literatura femenina, es un concepto sexista que me horroriza.
¿Qué es lo que siempre quisiste saber hacer pero consideras que es demasiado tarde para intentar aprender? Montar elegantemente a caballo.
¿Excitantes o calmantes? Calmantes.
¿Qué plato dominas y en cuál fracasas en la cocina? Domino la paella, que aprendí de mi padre, y he tirado la toalla con el pulpo a la gallega.
¿Cuál es el fracaso del que más aprendiste? De mis rupturas sentimentales, eso es el fracaso del amor, ¿no?
¿Qué es lo más valiente que has hecho en tu vida? Tener un hijo sola.
¿Cuál es lo más caro que tienes en tu armario? Unos Louboutin de terciopelo púrpura, que jamás me pongo.
¿Qué no perdonarías en un/a amigo/a? La traición de la confianza, la deslealtad.
¿Qué no perdonarías en un amante? Que tuviera coronavirus y no me lo dijera… En serio, a un amante creo que le perdonaría casi todo menos que cotilleara sobre mí. No puedo con el cotilleo.
¿Qué querías ser cuando eras pequeña? Primero y siempre, escritora. Después, veterinaria o arqueóloga.
¿Cómo sería tu senectud soñada? Frente al mar y escribiendo y leyendo.
¿Cuál es tu miedo o fobia más irracional? Tengo pocas… no sé, ¿a las cucarachas? ¿A las personas tóxicas?
¿Recuerdas cuál fue el momento más feliz de tu vida? Cuando llegó mi hijo. Pero también recuerdo momentos muy felices, siempre al aire libre y en el agua, siempre en verano, con familia o amigos, en el río o en una playa desierta.
¿Y el más triste? Cuando murió mi madre y cuando murió mi padre.
¿Qué actividad te ayuda a relajarte y desconectar completamente? Nadar y triscar al aire libre.
Cuéntanos un chiste absurdo que te hizo muchísima gracia.
Sinceramente, los chistes no me hacen ni pizca de gracia. Ni los recuerdo ni los sé contar. Me hacen gracia cosas muy absurdas. Tengo un humor incomprendido.
¿Alguna vez te ha ocurrido algo a lo que no encuentres explicación racional? Creo, como Auster, en la música del azar. A veces se dan casualidades increíbles.
¿Qué cualidad humana consideras más sobrevalorada? La ambición. Llegar muy alto en la pirámide social, ¿qué significa? No significa que seas la más inteligente ni la más brillante ni la que mejor hace las cosas ni la más trabajadora. Solo la que más ambición tiene. Sea profesional, política, incluso amorosa.
¿Qué le preguntarías al próximo destinatario de este cuestionario? ¿Cuál es la única pregunta que jamás le han hecho y que está deseando responder?
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