AJ Tracey: “Le he comprado una casa a mi madre y solo eso ya es una meta cumplida”

Para este rapero londinense, que acaba de sacar disco, el hip hop es una forma de fomentar la concienciación política y hablar de salud mental

No se deje engañar por su ropa. Vestirá como si fuera fan del baloncesto, pero lo que le quita el sueño es el Tottenham.Rukaiyah qazi

El rapero AJ Tracey (Londres, 27 años) acaba de sacar nuevo disco, Flu Game, su segundo, por sorpresa. En la portada se le ve vestido de los Chicago Bulls. Es un conocido forofo del Tottenham, equipo que se sumó al invento de la Super Liga de Europa. ¿Le está dando la espalda al fútbol a favor de...

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El rapero AJ Tracey (Londres, 27 años) acaba de sacar nuevo disco, Flu Game, su segundo, por sorpresa. En la portada se le ve vestido de los Chicago Bulls. Es un conocido forofo del Tottenham, equipo que se sumó al invento de la Super Liga de Europa. ¿Le está dando la espalda al fútbol a favor del baloncesto? “Ni de coña”, responde con media sonrisa. Tiene los ojos algo soñolientos, rastas y una barba desaliñada. Se ha conectado a Zoom desde un salón grande y blanco: tiene una pared llena de camisetas del Tonttenham. “Sí, la Super Liga [a la que la formación se adhirió y desvinculó en cuestión de días en abril] fue una broma pero amo el fútbol con toda mi alma. Casi tanto como la música, igual, las dos van de la mano”.

No es la única muestra de cultura estadounidense en el disco. El rapero T-Pain y la cantante Kehlani aparecen en alguno de los 16 cortes del álbum, en los que Tracey salta de un género a otro. Del agresivo drill británico salta al r&b, al hip hop clásico y al afroswing. “No se me ocurre un género que no quiera tocar”, proclama. Si su primer disco le convirtió en un nombre a seguir dentro del rap británico, el segundo parece diseñado para cimentar una futura dominación mundial. “Me puse con él en cuanto acabé con el primero”, explica. “Aunque mi proceso creativo fue distinto, porque estábamos con nados. No andaba muy inspirado, porque no podía viajar, no tenía conciertos. Tuve que jarme en lo que escuchaba de pequeño: 50 Cent, Nas, Mobb Deep...”.

Tracey pertenece a una generación nueva de raperos británicos que aspiran a cambiar el juego. En 2017, apoyó a Jeremy Corbyn, candidato laborista a primer ministro, y animó a los jóvenes negros a hacerse oír en las urnas. En pandemia, además de trabajar en Flu Game, colaboró con Foo Fighters en la grabación de un single benéfico y donó las ventas de la primera semana de su canción Dinner Guest a una asociación a favor de la sanidad pública británica. Fue uno de los 52 nombres que figuraron en la memorable intervención de Stormzy en el festival de Glastonbury de 2019 y fue nominado como Mejor Cantante Británico en los Brit Awards de 2021. Perdió, por cierto. Cuanto más famoso se hace, más presión debe sentir, se supone. “Hay más gente que depende de ti, y también más gente que cuestiona si vas a poder replicar tu éxito. ¿Podré? ¿Habré llegado a lo más alto? No sé, pero le he comprado una casa a mi madre, y solo eso ya es increíble, una meta cumplida. Una vez ella tiene casa propia, como si me hundo. Siempre podré vivir con ella, ya da igual”.

La salud mental es un tema presente en Flu games ¿Sufrió en el confinamiento? “Estoy bien, gracias”, responde. “He intentado trabajar en mí mismo, cuidarme... nada de cocinar bizcochos. Hay un estigma que rodea a la salud mental de los hombres, me gusta tocar ese tema con mi música. En rap, además, el estereotipo te pide hacerte el duro y ser guay y tener éxito. Si eres un chaval sin dinero que intenta ser famoso, y ves que tus ídolos se echan el pisto en lugar de hablar de salud mental, no digamos ya llorar o admitir que sientes miedo, te quedas con la idea que eso es lo que debes hacer. Y no. Para nada”. Prosigue: “Una vez te has asentado, ya estás en un lugar más tranquilo y, si quieres, puedes hablar de ello. He llegado ahí. Me apetece hablar de esto. Puede venir bien”.

Lo que tiene por delante es pasar el verano yendo de festival en festival. “Quiero trabajarme el álbum, que se escuche”, dice. “Ahora la música está pasada en dos semanas. Es un poco triste. He trabajado demasiado como para que se olvide en 14 días”.

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