España no es segura en caso de un ataque zombi (y otros temas que estudia, en serio, esta sociedad sobre los no muertos)
La Zombie Research Society (Sociedad para la Investigación de los Zombis) estudia el cine y literatura de muertos vivientes desde un punto de vista rigurosamente científico y ofrece instrucciones de supervivencia de cara a un escenario “inevitable”
No será porque no se avisó. Varias de las películas más exitosas de los últimos tiempos han versado sobre la posibilidad de que una pandemia asolase el planeta y obligase a la población a enfrentarse a una situación límite que jamás pensó que viviría. Transcurrido poco más de un año y medio desde la detección del primer brote de coronavirus, costará volver a ver muchos de los tópicos de estos títulos (personas que ponen en riesgo a otras ocultando su infección...
No será porque no se avisó. Varias de las películas más exitosas de los últimos tiempos han versado sobre la posibilidad de que una pandemia asolase el planeta y obligase a la población a enfrentarse a una situación límite que jamás pensó que viviría. Transcurrido poco más de un año y medio desde la detección del primer brote de coronavirus, costará volver a ver muchos de los tópicos de estos títulos (personas que ponen en riesgo a otras ocultando su infección, gestiones negligentes que priorizan el dinero sobre las vidas, fuertes divisiones sociales, una expansión descontrolada...) como una exageración o una caricatura de la realidad.
Pero no todo el mundo cometió la irresponsabilidad de no tomarse lo suficientemente en serio el cine de zombis. La organización Zombie Research Society (en español, Sociedad para la Investigación de los Zombis), fundada en 2007 por el escritor y experto Matt Mogk, lleva a cabo una labor de estudio de la mano de un grupo de científicos, autores y especialistas “comprometidos con la investigación real de los zombis y los muertos vivientes”. Su propio dirigente, Mogk, fue parte de la Legión Extranjera Francesa —consideradas las fuerzas especiales de mercenarios—, donde recibió entrenamiento avanzado en combate y supervivencia. Asimismo, los artículos publicados en la página web de la ZRS están frecuentemente escritos por epidemiólogos, biólogos o neurocientíficos asociados y en ellos tratan de abordar, entre otros, cómo se comportaría, transmitiría y evolucionaría un virus zombi o qué precauciones tomar para evitar contagiarse.
“Por desgracia, el tema de la covid-19 se volvió terriblemente serio y se politizó, al menos en Estados Unidos, así que Zombie Research Society y los epidemiólogos miembros se vieron obligados a moderar su análisis e incluso abstenerse de comentar la pandemia más importante de nuestro tiempo”, se lamenta el editor jefe de la organización, Luke M. Boyd, en declaraciones a ICON.
Los miembros de Zombie Research Society no son unos lunáticos que crean que los zombis existan y estén entre nosotros. Al menos, no por ahora. “La investigación sobre zombis puede ser entretenida y pedagógica al mismo tiempo”, cuenta Boyd, “las películas pueden ayudarnos a entender el mundo en un sentido muy real, la biología, las enfermedades, las infecciones…”. El editor –que en el intercambio de correos llevado a cabo para esta entrevista se despide siempre con la coletilla “y recuerda, ¡lo que no conoces puede comerte!”– opina, no obstante, que “los medios para crear estos monstruos no muertos existen hoy en día”. “Nuestra organización ve el inevitable apocalipsis zombi como una oportunidad para enseñar, proporcionar recursos fiables para la investigación y, finalmente, educar al público de forma divertida”, explica.
Si bien la participación en ZRS está abierta a todo el mundo, su Consejo Asesor se reduce, sobre todo, a académicos invitados que “han demostrado, dentro de la comunidad científica, un genuino interés por los zombis y los muertos vivientes”. “Esta estricta supervisión y distinción es lo que da a Zombie Research Society su credibilidad, longevidad y respeto”, puntualiza Boyd. El legendario cineasta George A. Romero, ampliamente valorado como el pionero del género por su película La noche de los muertos vivientes (1968), fue miembro honorífico del Consejo y, de hecho, antes de su muerte en 2017, se encontraba preparando una colaboración cinematográfica con el grupo: la adaptación de la novela Autopsia zombi, escrita por otro de los integrantes, el psiquiatra Steven C. Schlozman.
España, tierra fértil para los no muertos
Lejos de considerarse unos puristas del cine de zombis o unos guardianes de las esencias, los miembros de Zombie Research Society son apasionados del género en todas sus variantes. “Amamos y apreciamos la diversidad, cada nueva iteración, interpretación y reinvención de los muertos vivientes”, afirma Luke M. Boyd. Dentro de este heterogéneo canon, el editor jefe, que estudió cine en la Academia de Arte de San Francisco (California, Estados Unidos), tiene en estima varias contribuciones españolas: No profanar el sueño de los muertos (Jorge Grau, 1974), La tumba de los muertos vivientes (Jess Franco, 1982), La noche del terror ciego (Amando de Ossorio, 1972) y REC (Jaume Balagueró y Paco Plaza, 2007). “Debemos reconocer el mérito de estos directores por ampliar y redefinir el concepto de los zombis”, apunta.
Sin embargo, este legado podría no bastar para salvarnos cuando suceda lo inevitable. En la lista elaborada por ZRS de países más seguros y donde habría más posibilidades de sobrevivir en caso de pandemia zombie, no se encuentra España. El estudio, que tiene en cuenta países con poblaciones a partir de cinco millones de habitantes, analiza densidad de población, clima, topografía, posesión de armas, capacidad militar, recursos naturales o infraestructura pública. Australia encabeza la clasificación, seguida de Canadá y Estados Unidos. “Mi país [EE UU] ocupa la tercera plaza, principalmente, por nuestra naturaleza independiente y las armas”, justifica Boyd, que concluye que España, de acuerdo a los estándares de la investigación, está “demasiado poblada”, tiene “una temperatura media muy agradable” y unas políticas migratorias más “laxas y acogedoras”, un conjunto “que daría amplias probabilidades a que elementos siniestros invadieran el país durante un brote zombi”.
Hasta que el destino nos alcance y un montón de gente putrefacta empiece a solicitar, de forma no muy amable, ingerir nuestros cerebros, las ficciones de zombis, paradójicamente, no tienen planes de morir. Al estreno reciente de la película Ejército de los muertos en Netflix se sumará, el mes que viene, la temporada final de The Walking Dead. Y para septiembre, está previsto que llegue a las salas Malnazidos, una comedia de zombis ambientada en la Guerra Civil Española. Entre tanto, Zombie Research Society aguarda el final del parón de las restricciones por la –mucho menos divertida– pandemia en activo para continuar su labor de modernos Van Helsing y reanudar sus giras de conferencias, encuentros con seguidores, debates y charlas educativas en colegios o universidades. A fin de ayudarnos a conocer todas las amenazas. Y que, así, nada pueda comernos.
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