La cocinera millonaria y el rapero ‘fumeta’: la historia de la pareja más insólita de los Juegos Olímpicos
El rapero Snoop Dogg y la empresaria Martha Stewart, que han hecho las delicias de las redes sociales con su presencia en las olimpiadas de París, llevan años deleitando a los telespectadores estadounidenses con su extraordinaria química
Los espectadores estadounidenses están entusiasmados con la incombustible Katie Ledecky, la resurrección de Simon Biles y el enésimo dream team, pero nadie genera más memes que la pareja más cool que merodea por las instalaciones olímpicas. El rapero Snoop Dogg, uno de los máximos exponentes del gangsta rap y con una dilatada trayectoria criminal a sus espaldas, y la empresaria Martha Stewart (“el ama de casa definitiva”, según The New York Mag) e influencer mucho antes de que el término existiese.
Dogg se ha convertido en la sensación televisiva de los Juegos, su presencia es parte de la apuesta de NBC por aumentar los índices de audiencia tirando de cultura pop y apelando al público más joven. Aunque el rapero ya ha pasado los cincuenta su tirón es indiscutible como ya había demostrado en Tokio 2020, donde formó equipo con el actor Kevin Hart. Ahora ha duplicado aquellos datos, y la cadena se frota las manos con los casi 35 millones de espectadores que siguen sus atípicas aventuras olímpicas. ”Esta oportunidad no fue más que una ocasión para mí de mostrarle al mundo cómo se supone que debe verse cuando pones a la persona correcta en el entorno correcto”, declaró a Los Ángeles Times, una máxima que lo mismo sirve para bendecir un casting de Gran Hermano que el ticket electoral demócrata. El rapero es omnipresente, fue el más sorprendente porteador de la antorcha olímpica. “Me sentí como Muhammad Ali”, declaró a la NBC. Le vimos emocionándose en el fútbol femenino con la jugadora Megan Rapinoe, bailando con las gimnastas Simone Biles y Jordan Child, recibiendo una lección de natación del mismísimo Michael Phelps y hasta emocionándose ante la victoria de Samotracia en una divertidísima visita al Louvre. “Todo el mundo ama a Snoop”, “qué gran decisión ha sido tener a Snoop como anfitrión”, se puede leer entre los entusiastas comentarios que acompañan a cada una de sus interacciones en redes sociales mientras, según los rumores, la NBC desembolsa en la cuenta de Dogg medio millón de dólares más gastos por cada uno de sus días en París.
Ningún clip logró tanta difusión como el que implicó a su amiga Martha Stewart, a la que invitó a París para celebrar su ochenta y tres cumpleaños. Dogg y Stewart, la pareja más improbable de la televisión, hicieron las delicias de las redes sociales con su presencia en la competición de doma en el Castillo de Versalles, como no podía ser menos estando Stewart por medio aparecieron elegantemente ataviados con una equipación completa de jinetes: cascos, chaquetillas y pantalones blancos inmaculados y con gesto tan impasible como memeficable no perdieron detalle de la competición. Por la noche fueron a cenar al lujosísimo Le Cinq y el espectáculo continuó. Stewart sugirió pedir caracoles y Dogg fingió comerlos, Pretty Woman en versión gangsta. Ella estaba en su salsa, él demostró que con carisma se puede solventar cualquier situación.
La inusual pareja lleva años deleitando a los telespectadores estadounidenses con su extraordinaria química, a pesar de que excepto el paso por prisión y su relevancia dentro de la cultura popular a priori parece haber poco en común entre ambos.
Calvin Cordozar Broadus Jr., nombre real de Snoop Dogg –lo de Snoop fue cosa de su madre que le encontró un gran parecido con Snoopy–, inició su carrera vinculado al entorno del legendario Dr. Dre y a lo largo de su carrera ha vendido más de 35 millones de álbumes y participado en series y películas como Yo soy Dolemite, Training Day, Starsky & Hutch o Brüno. A pesar de los esfuerzos de su madre por evitarlo tuvo una infancia de pandillero, no fue un mal estudiante. Pero en cuanto salió de la escuela pasó tres años entrando y saliendo de la cárcel por tráfico de cocaína. Entremedias una maqueta suya acabó en manos de Dr. Dre, que lo fichó para su sello Death Row Record. Así se convirtió en una de las figuras del rap de la costa oeste en el momento en el que el que rap gangsta era sinónimo de violencia y misoginia. No es algo que niegue, hace años declaró a Rolling Stone que su sueño siempre había sido ser proxeneta, y lo consiguió. “Duarante una gira con Playboy me seguía un autobús con diez prostitutas. Podía despedir y contratar a una prostituta y tener sexo con ella en cualquier momento. Ese era mi programa diario. De ciudad en ciudad y de habitación de hotel en habitación de hotel, de atleta en atleta y de artista en artista”. No han trascendido los nombres de sus clientes pero se da por sentado que eran jugadores de fútbol y actores, aunque para no agravar más la cosa confesó que no obtenía beneficios económicos porque “no era por el dinero, era por la fascinación”.
En 1993 fue acusado de asesinato en primer grado por disparar a un miembro de una pandilla rival, finalmente se descubrió que había sido su guardaespaldas. Aquel suceso y la muerte de Tupac Shakur fueron los detonantes para cambiar de vida. El tipo peligroso fue dulcificando su estilo hasta acabar colaborando con Katy Perry en California Gurls, grabando discos de godspell y actuando en el descanso de la Superbowl. La domesticación definitiva como artista mainstream. El colofón llegó con su libro de recetas From Crook to Cook: Platinum Recipes from Tha Boss Dogg’s Kitchen, prologado por Martha Stewart y la elaboración de su propia marca de vino. Que haya sido anunciado como nuevo coach de The Voice parece un paso tan lógico hoy como impensable hace tres décadas. Más sorpresa causó en 2023 su anuncio de que estaba “dejando el humo”, pero el hombre en el que todo el mundo piensa cuando escucha la palabra “marihuana” sólo estaba publicitando una marca de hornos. Doméstico sí, pero no tanto.
En ese proceso de blanqueamiento, Martha Stewart ha sido una pieza fundamental. Ambos han sabido aprovechar su sincera amistad para llegar a sectores de la población que les estaban vetados. Stewart y Dogg se conocieron cuando él acudió como invitado a The Martha Stewart Show, hicieron puré de patata y se encandilaron el uno del otro. Snoop bromeó en el programa: “Ni siquiera se lo que hago, solo me divierto”. Una frase que parece definir su vida. La química fue tal que lo siguiente fue reencontrarse para hacer brownies verdes y chistes de marihuana. Luego llegaron la Puppy Bowl, una competición entre cachorritos de protectoras que se emite antes de la Superbowl, y el roast de Justin Bieber, donde Martha sufrió un pequeño percance. “Tuvimos que sentarnos en el escenario durante cuatro horas, y el humo secundario es tan poderoso como el humo primario. Así que estaba totalmente drogada cuando llegué a ese micrófono”. Las bromas con la marihuana como protagonista son habituales. “No es ningún secreto que Snoop y yo necesitamos un encendedor para muchas actividades, así que cuando BIC se acercó a nosotros para este proyecto, fue un sí fácil”, declaró a Forbes después de firmar un contrato para anunciar encendedores. Estados Unidos enloqueció con la pareja, dos mundos habían chocado y la explosión fue pura televisión. Nadie podía haberlo predicho. Que lo que el puré de patata ha unido no lo separen los prejuicios.
Stewart, descendiente de polacos nacida y criada en New Jersey es el reverso de Dogg. A los diez años era la confiable niñera del barrio y en la adolescencia organizaba las fiestas de cumpleaños de sus vecinos y desfilaba como modelo para pagarse los estudios. No fue la belleza, sino la pasión de su madre por la comida y la de su padre por la jardinería las que le ayudaron a forjar un imperio. Tras trabajar como corredora de bolsa momentáneamente montó una empresa de catering en su sótano con un grupo de amigas. En Estados Unidos todas las grandes ideas empiezan en un sótano. El espaldarazo le llegó con su revista Martha Stewart Living, donde volcaba toda su sabiduría de ama de casa sensata. Llegó a vender dos millones de ejemplares y cuando cerró se convirtió en un blog imprescindible para la clase de personas que tienen toallas en el baño como mero ornamento. Se convirtió en un ídolo no sólo por sus conocimientos prácticos, también por ser una mujer “hecha a sí misma”, su fortuna no proviene de una familia adinerada, sino de su propio trabajo.
La vida de ensueño que vendía se convirtió en pesadilla tras ser acusada de fraude de valores y obstrucción de la justicia. Stewart vivió uno de esos juicios mediáticos que hacen las delicias de los telespectadores. Finalmente fue declarada culpable y condenada a cinco meses de prisión en un centro correccional federal y a dos años en libertad vigilada. Una peripecia que fue parodiada en la serie de Netflix Orange is the new black. En contra de lo que algunos podían esperar, ella no se hundió en la cárcel, se convirtió en una suerte de enlace entre las presas y la administración de la prisión, pero no romantizó la experiencia. Cuando la periodista Katie Couric le preguntó si la cárcel le había hecho más fuerte, su respuesta fue rotunda: “No. Ninguno de esos refranes encaja en esto. Es una experiencia horrible. No tiene nada de bueno, nada”.
Quienes creyeron ver en aquel punto de inflexión su declive definitivo se equivocaron. El paso por prisión no hizo mella en su fama, volvió con más fuerza que nunca. En mayo de 2023, apareció en la portada de Sports Illustrated Swimsuit Issue. A sus 81 años era la modelo de más edad que aparecía en la revista. “Espero que esta portada te inspire a desafiarte a ti mismo a probar cosas nuevas”, escribió en su cuenta de Instagram. “Sin importar en qué etapa de la vida te encuentres”. Snoop y ella siguen cada día ese consejo.
Puedes seguir ICON en Facebook, X, Instagram,o suscribirte aquí a la Newsletter.