Samantha Fox: “No creo que puedas vender 36 millones de discos solo por tener buenas tetas”
La cantante británica, una de las mujeres más fotografiadas de los ochenta, es la primera estrella confirmada del festival nostálgico Discoteca de los 80s, que la traerá a Madrid en 2025 junto a otros grandes nombres del pop de su era
En la discoteca Morocco, en el centro de Madrid, Samantha Fox (Londres, 58 años) posa frente a un enorme cartel de Discoteca de los 80s, el festival que la traerá a Madrid en 2025 junto a otros grandes nombres de la década como Bananarama o Alphaville. Se diría que va disfrazada de sí misma: los vaqueros rotos, camiseta con escote generoso y una cazadora de cuero. Han pasado casi 40 años, pero es la misma imagen que varias generaciones recuerdan en el televisor, poniendo nervioso a todo el público en aquellos tiempos en los que un pecho (o dos) podían perturbar a un país que creía haber superado ya lo del destape. Hoy la cantante, pese a que ha seguido publicando música y prepara actualmente su séptimo álbum, recorre festivales nostálgicos por todo el mundo que niegan los versos de Félix Grande: “Donde fuiste feliz alguna vez no debieras volver jamás”.
Samantha Fox fue, junto a Sabrina Salerno, un gran fenómeno mediático de los ochenta. Si Sabrina reinaba en Italia y España, Fox se convirtió en una de las mujeres más fotografiada de la década en Inglaterra. Su historia es tan asombrosa, tan imposible para el mundo de 2024, que necesitó un libro para contarla entera (Forever, en 2017). A los 16 años se presentó a un concurso de “jóvenes talentos” en el tabloide británico The Sun. El fotógrafo le sugirió, al final de la sesión, por qué no se hacía unas cuantas fotos enseñando los pechos. Le prometió que no se publicarían. Mintió. Se publicaron y cambiaron su vida: se convirtió, siendo menor de edad, en un icono erótico, chica de pósters ubicuos en habitaciones de adolescentes y talleres mecánicos, y logró un contrato de tres años con el periódico, para ser su “chica de la página tres” fija. Así desvió la que estaba destinada a ser otra vida en un barrio de clase trabajadora del norte de Londres. A los 21 se convirtió en una estrella del pop y vendió, según ella misma, 36 millones de discos. Por el camino sufrió episodios de violencia sexual, admiradores exaltados que controlaban su domicilio, la traición de su propio padre como mánager, la ruina económica y la muerte de su gran amor, la representante Myra Stratton, tras 12 años de relación.
“Mi vida ha sido una montaña rusa, pero he tenido una familia increíble”, explica. “Mi madre siempre viajaba conmigo e intentamos hacer todo con… tacto. Lo que sucedió es que cuando empecé a hacer música pop todas las fotografías que me había hecho en el pasado vieron la luz y empezaron a comercializarse casetes con mi música en cuya portada yo aparecía enseñando los pechos. Pero no creo que puedas durar tanto en un negocio solo por eso. Tienes que trabajar duro. He vendido 36 millones de discos. No creo que puedas vender 36 millones de discos por tener buenas tetas”.
Aparentemente, la industria discográfica quiso al menos intentarlo. Decididos a encontrar a “una Madonna británica”, Jive Records le ofreció Touch Me, una canción sobre una mujer sedienta de amor y sexo escrita por tres hombres. Fox consiguió, con este tema, tener éxito no solo en su país natal sino en todo el mundo, incluso en el complicado mercado estadounidense. Le siguieron otros éxitos como I wanna have some fun o Naughty Girls, que a su manera estiraban ante el público estadounidense la narrativa de una muchacha inglesa de moral distraída. Sin embargo, hay momentos muy interesantes en la carrera de Samantha Fox como cantante. Tuvo olfato para mezclar pop con hip hop cuando pocas mujeres lo estaban haciendo. Mezcló pop y acid house cuando el acid house apenas había cruzado la barrera de la música de masas. Rapeaba con bastante convicción. Y se negaba a protagonizar videoclips en los que tuviese que aparecer en la cama o en la ducha.
¿Cree que su imagen ensombreció sus logros musicales? Creo que Samantha Fox es todo eso junto. Es un buen paquete completo. No solo canta, también luce muy bien en la portada del disco. Y también en un póster en tu pared. Si no supiese cantar no creo que siguiese aquí después de 41 años. Al principio, cuando tenia 20 y me propuse cantar, la gente me decía: “¿Cantar? ¿Tú?”. Pero llevo cantando desde que era niña, he estudiado arte dramático, he hecho musicales… y creo que me he hecho mejor con el tiempo. He acabado produciendo, he acabado escribiendo mis canciones y he escrito canciones para otros artistas.
Al mencionar que ha escrito canciones para otros artistas nombra al grupo británico All Saints, que surgió a finales de los noventa como respuesta formalita y etérea a las Spice Girls. Samantha Fox escribió una canción que acabó produciendo William Orbit para su segundo álbum, pero el grupo no quiso que su nombre figurase en los créditos. Fue una buena forma de demostrar cómo Samantha Fox era percibida por la industria: All Saints eran un grupo formal y talentoso y Samantha Fox un chiste del pasado. Si hoy alguien busca los créditos de la canción Dreams, del año 2000, en ellos figura una tal Karen Wilkin que no existe. Fox lo eligió porque se parece al de su madre.
¿Cómo se sintió cuando le obligaron a firmar una canción con un seudónimo? Fue horrible. En aquel momento estuve a punto de decirles: “Quedaos con la canción, es toda vuestra”. Natalie [Appleton, miembro del grupo] se me acercó con algunas melodías. En un estudio que tenía en casa fuimos dándole forma. Creamos unas estrofas, después un estribillo y a [el productor] William Orbit le gustó mucho la canción y la produjo. Natalie me dijo: “¿Te importa que no ponga tu nombre en los créditos?”. Cada vez que la entrevistaban durante la promoción y le preguntaban por aquella canción que escribió Samantha Fox, ella no quería hablar del tema. Cosas de chicas, supongo. Cosas de patio de colegio. Menos mal que yo sigo recibiendo los royalties y pagando mis facturas...
En España, Samantha Fox se convirtió en una celebridad. Y su rivalidad con Sabrina, la otra gran cantante de físico espectacular, casi una cuestión de estado. La revista Interviú hizo una encuesta entre los españoles para saber con cual se quedaban. Ganó Fox. En la portada se leía: “Sabrina y Danuta [Lato, cantante polaca de fama efímera y también exmodelo], grandes derrotadas”. Y debajo: “¡Las tres desnudas!”. Fox vivió en España durante uno tiempo, hace mucho. “Me mudé aquí a principios de los noventa. Solía venir a menudo al sur a visitar amigos. Era un lugar en el que me relajaba, a dos horas y media de avión desde Londres. Un día di un concierto en Marbella y tras el concierto organizaron una cena para mí cerca de Puerto Banús, y miré a mi alrededor y me dije: me encanta esto, me gustaría vivir aquí. Por aquel entonces trabajaba alrededor del mundo, viajaba todo el rato, y me dije: ¿por qué vivir en Londres, donde hace frío y llueve, y no vivir en España y volar desde aquí adonde sea necesario? Creo que hay una gran relación entre los españoles y los británicos desde los setenta, cuando España empezó a abrirse”.
Fox es desde entonces una artista casi fija en programas españoles como el popular Luar, de la Televisión de Galicia. “Volveré estos días a Luar”, informa mientras repasa mentalmente su agenda. “Y también voy a ir a un programa este sábado aquí en España presentado por una mujer que me han dicho que es... es como la Joan Rivers de aquí”. Es incapaz de recordar el nombre de la presentadora o del programa, así que llama a alguien de su equipo para preguntarle cuál era el nombre. “Fiesta, con Emma García”, dice una voz tras los focos. Fox fue entrevistada por Joan Rivers en 1986, cuando tenia solo 19 años. Ahora que conoce a ambas, que decida si la comparación es acertada.
En el festival Discoteca de los 80s volverá a cantar todos sus grandes éxitos. ¿No se cansa? Una vez fui a un concierto de Bryan Ferry y no cantó ni una sola de las canciones que quería escuchar. ¡No cantó Slave to love! Me cabreé. Pensé: yo nunca haré eso en un concierto. Doy a todo el mundo lo que quiere oír. Hay tanto horror en el mundo que está bien hacer algo que nos haga evadirnos un poco. Creo que cuando pensamos en nuestra juventud y en la música que escuchábamos…
Ese tipo de festivales han tenido, hasta hace poco, cierta imagen decadente. Sus detractores dicen que son artistas pasados de moda cantando para un público mayor. No, es para un publico feliz, que quiere estar allí y vive a tope la experiencia. Mira a Bananarama o Rick Astley o yo misma. Seguimos actuando por todo el mundo. Si no te gustamos nosotros, si no te gusta la música de los ochenta, no vengas.
Usted gustaba por su imagen a los hombres heterosexuales, pero cantaba temas sobre sexo y poder femenino que, al final, gustaban a mujeres y a gays. Desde mis primeros conciertos me di cuenta de quien era mi público. Hombres heterosexuales, gays y lesbianas. Así que tienes que pensar en hacer música que les guste a todos. Al final mis shows son un poco esquizofrénicos por eso. Tengo que meter rock, pop, disco, baladas…
Pero los hombres heterosexuales de sus conciertos, ¿se saben la letra de sus canciones? Se saben la de Touch me.
¿Solo esa? Y también se saben otra, una balada que se llama Just One Night.
¿Por qué se saben esa? Porque es… picante, supongo.
No sé si sabe que hay una palabra que se aplica para definir a cantantes femeninas de los ochenta que eran famosas tanto por sus canciones como por sus cuerpos, como Sabrina Salerno o usted. Era titstar [juego de palabras entre popstar y tit, “teta”]. Nunca he oído esa palabra. ¿Como Dolly Parton?
¿Lo encuentra ofensivo o ha aprendido a vivir con esa mirada sobre usted? Lo encuentro un poco estúpido. Unas tetas no pueden cantar.
En los últimos meses mujeres de su generación han ocupado muchísimos escenarios. Madonna ha terminado un tour mundial, Kylie Minogue ha tenido un éxito mundial con Padam Padam… ¿Cree que está más cerca el momento en que se acabe el edadismo para las mujeres en el pop? Eso espero. Mira a Sharon Stone, que no ha hecho una película en 20 años. Mira a Demi Moore, a Meg Ryan. Ya no les sacan partido como actrices. ¿Pero George Clooney? ¿Brad Pitt? ¡No paran! En el negocio musical, gente como Madonna o Cher han allanado el camino, las amo y me han dado mucha fuerza para continuar. Mucha gente me pregunta: ¿te retirarás a los 60? ¿Por qué debería hacerlo? La edad es un número. Si tanta gente sigue viniendo a mis conciertos, ¿por qué parar?
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