“Puede ser considerado la última frontera”: cómo es vivir con un tatuaje en la cara, la moda que salta del ‘trap’ a las calles

Dibujarse el rostro era una osadía entre estrellas excéntricas como Mike Tyson o figuras del trap como Pimp Flaco o Yung Beef, pero desde hace un tiempo ha saltado a la vida cotidiana, en la que el rostro tatuado aún se mira con cierto miedo y distancia

El 'trapero' Yung Beef en 2017 en Madrid.Eduardo Parra (Getty Images)

“Es que el tatuaje en la cara ya no es como antes”, dijo el cantante Pimp Flaco durante una entrevista en el programa Grimey hace una semana. “No es como hace cinco años. Ahora es casi normal. Antes, cuando solo cuatro o cinco en España llevábamos la cara tatuada era algo loco, era como decir me la suda todo. Pero ahora hasta me da pereza hacerme más porque parece que quieres ir de guay”.

La afirmación es atrevida. De hecho, algún comentario señalab...

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“Es que el tatuaje en la cara ya no es como antes”, dijo el cantante Pimp Flaco durante una entrevista en el programa Grimey hace una semana. “No es como hace cinco años. Ahora es casi normal. Antes, cuando solo cuatro o cinco en España llevábamos la cara tatuada era algo loco, era como decir me la suda todo. Pero ahora hasta me da pereza hacerme más porque parece que quieres ir de guay”.

La afirmación es atrevida. De hecho, algún comentario señalaba irónicamente la supuesta exageración del artista barcelonés que lleva, desde hace años, una rosa tatuada en la sien derecha: “Sí, sí, super normal mi abuela tiene un par de amigas con la cara tatuada”. Es cierto, todavía es raro llevar un tatuaje en el rostro. Pero también es innegable que en los últimos años esta práctica ha dejado de ser propiedad exclusiva del mundo del trap y la música urbana. Para empezar, antes de ellos ya estaba el boxeador Mike Tyson, un pionero en el tatuaje facial, que en 2003 se plantó en mitad de la cara un tribal que, según dijo, “resaltaba su espíritu guerrero”. Otro precursor de este atrevido gesto fue el colaborador televisivo Coto Matamoros. En el podcast de Jordi Wild relató cómo decidió tatuarse el cráneo tras fumar dos pipas de opio con su tatuador.

Después de ellos llegó la generación que inventó el trap, que elevó el tatuaje facial a la categoría de corriente estética. Kinder Malo, cantante y hermano de Pimp Flaco, se transformó en un manifiesto viviente al tatuarse en la frente la frase “los animales no son comida”. Cecilio G, conocido tanto por su música como por sus polémicas, luce un Gyarados, (un Pokémon dragón tipo agua) inacabado en su abdomen y la hoz y el martillo en uno de sus bíceps. Sin embargo, su rasgo más distintivo es la cruz que adorna su frente, acerca de la cual nunca ha proporcionado una explicación. Yung Beef tiene los nombres de sus hijos escritos en la cara, y Kaydy Cain, su compañero en el grupo Pvvr Gvng, luce un beso en un lado de la cara y un helado en el otro. Durante su aparición en el programa La Resistencia explicó que al hacerse esos tatuajes se imponía un compromiso irrevocable con la música, consciente de que con ellos se cerrarían las puertas a empleos convencionales.

Mike Tyson, probablemente en tatuaje facial más célebre del mundo, fotografiado en Arabia en 2023.Justin Setterfield (Getty Images)

En la era post trap, distintos iconos de la cultura pop se han sumergido en el mundo del tatuaje facial, con distintos grados de atrevimiento. Justin Bieber se inscribió la palabra ‘grace’ (gracia) encima de la ceja, como una sutil declaración de fe. La actriz Cara Delevingne se hizo un tatuaje de un diamante dentro de su oreja derecha y, en el exterior de la misma oreja, se grabó cuatro estrellas en forma de la constelación de la Cruz del Sur, un símbolo de Brasil que se dibujó durante un viaje a Río de Janeiro. El actor Jamie Foxx tiene tatuado un gran tribal en la parte posterior de cabeza que, según ha contado en alguna entrevista, se hizo por su 40 cumpleaños.

El siguiente paso, de alguna forma inevitable, es que el tatuaje en el rostro ha llegado a las calles. “Indiscutiblemente, este tipo de tatuajes se han vuelto tendencia en los últimos años”, afirma en conversación con ICON el crítico literario y profesor de literatura Nadal Suau, que acaba de ganar el Premio Anagrama de Ensayo con su libro Curar la piel, en el que reflexiona en torno a este arte. Él cataloga a los tatuajes faciales bajo la categoría de “tatuaje indócil”. En este grupo también engloba los tatuajes irónicos, magníficamente representados por la cara de Arturo Valls que la cantante Samantha Hudson se grabó en la nalga en 2019. También añade lo que denomina tatuajes “feos, sucios o violentos”, tal como sería pintarse en la piel el ano de una vaca, y que considera “un mal gusto que desobedece el imperativo de lo bello homogéneo”.

“Probablemente nunca me haga un tatuaje en la cara, aunque, obviamente, nunca se sabe”, admite el autor. “Puede ser considerado la última frontera, el tipo de tatuaje que aún no se ha normalizado, que todavía mantiene la capacidad de causar inquietud, de generar preguntas, de captar la mirada del transeúnte. Aunque la moda ha intentado capitalizar esta tendencia, persiste un fuerte elemento de tabú”. Afirma que un tatuaje facial puede cambiar radicalmente la percepción que otros tienen de la persona que lo lleva. “Y más allá de la mirada ajena, un cambio tan extremo y bestia como un tatuaje en la cara puede influir profundamente en cómo una persona se ve a sí misma”, reflexiona.

Imagen cedida por el tatuador Álvaro Costa, más conocido como Cos.915, de una flor tatuada al lado de la oreja: una de las formas más sencillas de iniciarse en el tatuaje facial.Cortesía de Álvaro Costa (Cos.915

Nadal Suau vincula directamente la moda de los tatuajes en la cara con el surgimiento del movimiento trap de hace unos años. “En realidad, en la historia reciente del tatuaje, han sido frecuentemente las estrellas de la música, especialmente las figuras del rock, mucho más que los deportistas, quienes han impulsado el desarrollo de esta forma de arte. Son los traperos quienes han colocado el tatuaje facial en el foco, asignándole una dimensión de tendencia estética”, defiende. Subraya la influencia de los movimientos contraculturales juveniles en la decisión de personas como él de tatuarse. “El cambio más reciente, el que ha llevado a alguien como yo a tatuarse, está enraizado en estas contraculturas. Dentro de ellas, la música siempre ha desempeñado un papel destacado debido a su carácter de arte más universalmente accesible y su capacidad para cohesionar a los grupos, desde los tiempos de Janis Joplin hasta nuestros días”.

El pasado mes de febrero, Julia Bermejo, que ha trabajado de librera durante quince años, decidió tatuarse un sol con botas en una de sus mejillas, diseñado por JLR, un tatuador sevillano que reinterpreta el imaginario andaluz con un enfoque personal. En ese momento, ya tenía varios tatuajes en el cuerpo. “Mi madre diría que muchos, yo diría que pocos”, bromea. Se hizo el primero con diecisiete o dieciocho años. “Era una época en la no había tanta gente tatuada, pero yo tenía esa obsesión en mente”. No volvió a marcarse el cuerpo hasta cumplir los 30 años. “Tuve una ruptura de mierda y pensé que lo mejor era pasar por ahí y dejar constancia de tránsito, a veces le damos a los tatuajes el mismo significado que la anotación en el diario pero en piel propia”.

Tras aquel tatuaje, siguieron otros, conformando una colección mayoritariamente adherida al estilo denominado black work, con ciertos toques de tatuaje tradicional. La decisión de tatuarse la cara surgió más de un impulso espontáneo que de una planificación detallada. “Veía diseños y personas con tatuajes en la cara, hasta que, de repente, decidí hacerlo. Es parecido a tener un libro en la mesilla de noche durante siete semanas y, un día, sin más, te lanzas a leerlo de un tirón”. Respecto al hecho de trabajar de cara al público señala que, como mujer, siempre habrá críticas y prejuicios que enfrentar, independientemente de cómo se presente o actúe. “¿Qué quieres que te diga? Siempre vas a ser demasiado infantil o banal para alguna gente. Y da igual, por más que fuera vestida correctísima siempre entraría alguien que no me iba a tomar en serio”.

El cantante Pimp Flaco, del grupo Cupido, en el festival Cala Mijas el pasado agosto.Pablo Gallardo (Redferns)

Bermejo ha aprendido a tatuarse respetando una suerte ética que ordena priorizar las zonas corporales a tatuar en función de su sensibilidad y visibilidad. “Se aconseja que los principiantes eviten inicialmente zonas de alta sensibilidad, como el estómago, para poder acostumbrarse primero al proceso en áreas menos dolorosas y más discretas”, explica. Esto facilita que la persona descubra su tolerancia al dolor y su reacción ante el tatuaje. Bermejo ha llegado a la conclusión de que, aunque se quiera, “hay códigos sociales que son difíciles de trascender”. Por eso ella ha optado por respetar estas reglas no oficiales. “Para mí hacerlo así es lo más sano. Aunque por supuesto, si alguien quiere transgredir estos códigos me parece genial”.

Álvaro Costa, más conocido como Cos.915 en la escena del tatuaje, se identifica con una nueva corriente de artistas que no sigue determinadas reglas tradicionales o la ética establecida que dicta un orden específico para tatuar. “Sin ánimo de ofender, creo que esa perspectiva es un poco de pollavieja”, comenta. Empezó en el mundo del tatuaje a los 16 años como un hobbie y, tras tres o cuatro años, decidió profesionalizarse en esta disciplina artística. Al igual que otros miembros de la nueva generación de tatuadores, tiene por norma grabar exclusivamente sus propios diseños. “Para mí existen dos grandes mundos dentro del tatuaje. Uno es el del los estudios tradicionales, como los que te puedes encontrar en la calle Montera. Ahí, el cliente puede llevar el diseño que quiera, y el tatuador se limita hacérselo. Digamos que es un método eminentemente artesanal. Yo en cambio tatúo solamente mis propios diseños. A veces lo puedo ajustar a alguna idea que tiene el cliente, pero solo trabajo a partir de mis propias ideas”.

Ha hecho varios tatuajes en la cara, una práctica que considera cada vez más común. “He tatuado diseños muy cute, como mariposas y, sobre todo, flores, generalmente en la zona de las patillas, al lado de la oreja. De momento solamente a chicos”, relata. Según su perspectiva, cualquier estigma ligado a los tatuajes en la cara es un concepto obsoleto, y el verdadero compromiso radica en lo que simbolice el propio tatuaje. “Un tatuaje de una esvástica indudablemente tendría consecuencias te lo hagas donde te lo hagas. Pero una flor, por ejemplo, incluso denota sensibilidad.También depende en cómo enfoques tu vida o en qué círculos te muevas. Yo he visto gente en Europa trabajando con tattoos en la cara en cualquier puesto de trabajo”.

Jamie Foxx muestra el tatuaje que decora su cabeza en unos premios en el hotel Beverly Hilton en 2013 en Los Ángeles.Tibrina Hobson (FilmMagic)

Después de la victoria de la selección argentina en el Mundial de Qatar, un aficionado de fútbol se hizo viral después de tatuarse Messi D10S en la frente. En un primer momento se mostró orgulloso, probablemente absorbido por el ambiente de euforia colectiva. Pero solo un par de semanas más tarde publicó un vídeo en redes sociales en el que lamentaba la decisión. “Me sentí muy orgulloso los primeros días, pero debo confesar que estoy arrepentido de haberme hecho el tatuaje”, expresó. “En vez de traerme cosas positivas, estoy viviendo miles de cosas negativas en lo personal y familiar”. Y añadió que los familiares más cercanos le habían criticado por “no ser un ejemplo positivo para la sociedad”. Por suerte para este joven, tan rápido como avanza la moda de tatuarse en la cara, se mejoran los tratamientos para borrárselos.

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