Depeche Mode, de la locura en una mansión de Madrid a “la gira más depravada de todos los tiempos”
Hace 30 años la banda británica grabó en la capital española el considerado su último gran álbum, ‘Songs Of Faith And Devotion’. Tras quemar la noche madrileña, se embarcaron en una gira tan accidentada, peligrosa y controvertida como genial, que todavía se recuerda
Cuando unos fans avistaron a los componentes de Depeche Mode haciendo la compra en el hipermercado Continente de Alcobendas (Madrid) no dieron crédito. Corría el año 1992, y la banda procedente de Basildon (Reino Unido) era una de las más grandes del momento. Su último álbum por entonces, Violator, había sido número 1 en medio mundo (incluida España) y el fervor popular que despertaban era uno de los más intensos del planeta. Pero, en aquella ...
Cuando unos fans avistaron a los componentes de Depeche Mode haciendo la compra en el hipermercado Continente de Alcobendas (Madrid) no dieron crédito. Corría el año 1992, y la banda procedente de Basildon (Reino Unido) era una de las más grandes del momento. Su último álbum por entonces, Violator, había sido número 1 en medio mundo (incluida España) y el fervor popular que despertaban era uno de los más intensos del planeta. Pero, en aquella época anterior a internet, aún se podían hacer cosas medio en secreto.
A la hora de grabar su esperadísimo nuevo disco, el que iba a ser el octavo de su trayectoria, el cuarteto británico decidió cambiar su método. El productor, Flood, acaba de registrar Achtung Baby con U2 en Berlín. Bono y compañía se habían aislado de su entorno natural y se encerraron a vivir y grabar en otro país, con resultados sobresalientes. Si aquel fue el disco de la reinvención de los irlandeses, Songs Of Faith And Devotion pretendía tener la misma función en la carrera de Depeche Mode, aunque el giro sería el inverso: en lugar de pasarse del rock a la electrónica, los héroes del tecno pop iban a abrazar las guitarras eléctricas. No sin debate interno.
El impulso rock provenía de su cantante, Dave Gahan, quien se había afincado en Los Ángeles y se había enganchado a los sonidos de Jane’s Addiction, Nirvana, Soundgarden y Neil Young. También había cambiado radicalmente de imagen: estaba delgadísimo, lucía barba y una larga melena negra y su piel se había cubierto de tatuajes. Al llegar a Madrid, muchos no lo reconocieron.
La banda aterrizó en la capital de España en febrero de 1992, y habilitó su vivienda-estudio en un chalé en la exclusiva urbanización de La Moraleja. ¿Por qué Madrid? Hay varias teorías sobre esto. En un artículo de la época en EL PAÍS, Diego A. Manrique exponía que la motivación era ahorrarse impuestos. La escritora y periodista Elena Cabrera, autora del libro Depeche Mode. Los últimos amantes (La Máscara, 1999), apunta que en su discográfica “les buscaron opciones de sitios en Europa donde pudieran estar tranquilos y vivir y grabar a la vez, y esta les pareció la mejor”.
La opinión más generalizada: que el atractivo de la noche madrileña fue lo que inclinó la balanza a su favor. El idilio de los Depeche con la ciudad venía de lejos: en plena Movida, habían actuado dos noches seguidas en la emblemática sala Rock-Ola en 1982, cuando solo tenían un disco, y, dos años después, lo hicieron en la Escuela de Caminos. Aquellas apariciones fueron muy influyentes en los ambientes tecnopop de la ciudad, como rubrica la periodista. “Ellos siempre han tenido buen recuerdo de los conciertos en Madrid, saben que aquí tienen un público muy fiel. No en todas las ciudades llenan dos noches seguidas el mismo estadio, como suele suceder aquí con el Palacio de Deportes. Pero el recuerdo de los días del chalé no es idílico para ellos. La idea de vivir juntos y grabar a la vez no fue la mejor. Dave Gahan se encerraba en su habitación todo el día, se ponía a pintar en un cuarto con velas y salía solo por la noche a cantar. Martin Gore [guitarra y teclados] bebía mucho. Alan Wilder [teclados y batería] estaba enfadado… Fue un infierno para la banda”.
Crisis en el chalé, fiestones en la noche madrileña
El de La Moraleja era un chalet amplio, con grandes ventanales de cristal, que alguien del entorno del grupo definió como “parecido a la mansión de Scarface”. Aunque rogaron que no se filtrase la localización, como confesó Wilder a Manrique (“Fuimos a Radio Madrid a hablar en directo y al final se congregaron tantos seguidores que no podíamos huir, se subían encima del coche y llegamos a temer por nuestras vidas”), algunos seguidores sí la encontraron. Es el caso de Juan García Flores, alias Juanillo, responsable del club de fans del grupo en Madrid y autor del libro Más de 35 años de Depeche Mode (Bubok, 2017).
“Nos enteramos de dónde estaban. La Moraleja era entonces una urbanización privada pero con acceso libre, llamamos al portero automático y nos dejaron pasar cuando les dijimos que íbamos en representación del club de fans”. Los chicos tuvieron la oportunidad de ver parte de la grabación y pasar unos minutos charlando con los componentes de la banda, sin ser conscientes del mal ambiente que había entre ellos.
No obstante, fue en los clubes nocturnos donde Gahan, Gore y el otro teclista, Andy Fletcher (fallecido el pasado mayo), más se hicieron ver. “Mientras Wilder se quedaba en el estudio trabajando con Flood, al resto se les avistó en varias ocasiones en la sala Morocco, que entonces era regentada por Alaska, siempre en zona VIP, y en discotecas como Archy u Oh! Madrid. También se supo de un enfrentamiento de Dave Gahan con unos ángeles del infierno a las puertas de una sala y casi lo detienen”, apunta Juanillo.
La banda estuvo afincada en Madrid durante cuatro meses, con un descanso en abril que el vocalista aprovechó para casarse en Las Vegas en segundas nupcias. Gahan, entonces de 29 años, se acababa de divorciar de su primera esposa. En la gira de Violator ya se había empezado a entregar por completo a la noche y sus excesos. Llegó a Madrid enganchado a la heroína, lo que, sumado a las enormes diferencias creativas entre Gore y Wilder, avivó la tensión entre todos los miembros del grupo. Este último tomó ya ahí la decisión de que, en cuanto finalizase la gira posterior, abandonaría Depeche Mode.
“No podíamos soportar estar en la misma habitación juntos, y me juré a mí mismo que nunca más volvería a hacer un disco en esas circunstancias”, declaró. Añadió, no obstante, que estaban “en la peor situación como miembros del grupo”, pero de ahí salió uno de sus mejores trabajos.
En efecto. Gahan volcó todo aquello en unas interpretaciones vocales que se pueden considerar las mejores de su vida, y Songs Of Faith And Devotion fue un éxito de crítica y público: vendió cuatro millones de copias y fue su primer disco en auparse directamente al número 1 en el Reino Unido y EE UU (en España se quedó en el 2). “Es su última obra maestra”, afirma el crítico cultural, y fan del grupo, Óscar Cabrera.
Devotional, la gira que casi acaba con ellos
No todo Songs Of Faith And Devotion se registró en Madrid. La banda culminó la grabación en Hamburgo. No regresaron a España hasta julio de 1993, ya con la gira del disco. El célebre Devotional Tour pasó por una ciudad tan poco habitual como Pontevedra (apenas acudieron tres mil personas a un desolado estadio de Pasarón), además de Madrid (Plaza de Toros de Las Ventas) y Barcelona (Palau Sant Jordi). Alberto Monreal, entonces responsable del influyente fanzine Maldoror y actualmente del podcast Pobres chavales, fue testigo de los dos últimos conciertos. “En cada gira Dave estaba más salido, y aquí estaba a tope, se movía continuamente, no paraba. Estaba todo el tiempo bailando y gritando y contoneándose, parecía un diablo. Era el mejor frontman del mundo en aquel entonces. Fue un espectáculo apabullante, lo dieron todo. Era una banda herida, nada sabíamos de la adicción de Dave ni los problemas entre ellos, pero en directo eran una apisonadora”.
Lo que se percibía en el escenario contrastaba con lo que sucedía fuera de él. Tanto que el Devotional Tour fue definido por la revista británica Q como “la gira de rock más depravada de todos los tiempos”. Fue la más extensa en la carrera del grupo: 158 conciertos en 27 países, a lo largo de los cinco continentes durante 14 meses para dos millones de personas en total. En la gira les acompañaba un equipo de 120 personas, entre las que se incluían un psiquiatra y un camello a tiempo completo. Se dice que las fiestas que seguían a los conciertos eran verdaderamente salvajes. Buen indicador de ello es que los teloneros en gran parte de la gira, Primal Scream (no precisamente unos santurrones) se asustaron de lo que veían.
Diversos testigos contaron historias de orgías, vandalismo y consumo exacerbado de drogas. A Gahan le expulsaron de un hotel en Berlín y le detuvieron en Montreal por agredir a un conserje. En Nueva Orleans sufrió un paro cardíaco en pleno concierto debido a una sobredosis. Cada noche le ponían chutes de cortisona para poder actuar. Gore también fue arrestado en Denver por alteración del orden público y, en Los Ángeles, padeció convulsiones y pérdidas de conocimiento. Fletcher fue hospitalizado por una crisis nerviosa en Sudáfrica y terminó abandonando la gira por depresión. Lo ingresaron en la clínica londinense The Priory, donde lamentó las secuelas que le habían dejado el abuso del alcohol y las drogas en Madrid.
En la parte final de la gira, Gahan mordió a un periodista en el cuello porque estaba convencido de que era un vampiro, y acabó hospitalizado de nuevo, esta vez por la fractura de varias costillas, al dar un mal salto desde el escenario. “Ninguno de nosotros volvimos a ser los mismos después de esa gira”, confesó Gore. Al final de la misma, se daba por sentado que Depeche Mode se había disuelto. Alan Wilder anunció oficialmente que dejaba el grupo en 1995, Gahan intentó suicidarse en una ocasión y llegó a estar al borde de la muerte por otra sobredosis.
Gahan y Gore, ¿el último tour?
Ya como trío, el grupo siguió adelante con la publicación de Ultra en 1997, pero “tras la marcha de Wilder, nada fue lo mismo”, opina Óscar Cabrera. “Su trabajo era vital en el estudio y los fans aseguran que su ausencia fue la causa del declive del grupo. Yo creo que el motivo de que Depeche cada vez hagan peores discos es el mismo que en todos los grupos de rock: la edad. Es ridículo exigir a un grupo de sesentones que vuelvan a hacer historia. Ya la hicieron. Cambiaron la música de su momento, y eso está al alcance de muy pocos”.
Ya limpios y centrados, Depeche Mode se estandarizaron. En el siglo XXI su dinámica habitual ha sido la de juntarse para publicar un disco cada cuatro años y anunciar sus respectivas giras en una multitudinaria rueda de prensa. Han grabado siete discos más tras Songs Of Faith And Devotion, pero la triste novedad llega con Memento Mori. Su próximo trabajo, cuya publicación está prevista para el 17 de marzo, está lastrado por el fallecimiento de Andy Fletcher debido a una disección aórtica. El ahora dúo lo presentará el 2 de junio en el Primavera Sound de Barcelona, y el día 9 en la edición madrileña del festival, 30 años después de su mitificada visita del Devotional. “Me cuesta mucho imaginar un directo sin Andy Fletcher”, afirma Elena Cabrera. “Es probable que sea la última gira, quizá tenga cierto aroma de despedida”.
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