Achilles Ion Gabriel, el surrealista de Camper: “No hago zapatos para museos, sino para la gente”

El diseñador finlandés tiene una idea de la moda radical, fascinante y muy exitosa mezcla de locura española y formalidad escandinava

Achilles Ion Gabriel viste un mono Prada, camisa Fendi, corbata Boss y brazalete Alan Crocetti. Las botas son CAMPERLAB.Reto Schmid

Para cuando se publique este artículo lo más probable es que Achilles Ion Gabriel (Finlandia, 35 años) tenga un aspecto diferente al que muestra en las fotos. Durante nuestro primer encuentro, en el showroom parisiense de Camper, la marca que lidera, casi parecía un Antínoo moderno: pantalón corto de Balenciaga; camiseta holgada sobre esa figu...

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Para cuando se publique este artículo lo más probable es que Achilles Ion Gabriel (Finlandia, 35 años) tenga un aspecto diferente al que muestra en las fotos. Durante nuestro primer encuentro, en el showroom parisiense de Camper, la marca que lidera, casi parecía un Antínoo moderno: pantalón corto de Balenciaga; camiseta holgada sobre esa figura alargada y juvenil que le caracteriza; robustos zuecos azules diseñados por él mismo y el pelo, rubio arena, lo revuelto como si acabara de volver de la playa. Dos semanas después, se le veía en Instagram con un afilado corte a tazón teñido de verde fluoerescente, casi del mismo tono que el fondo de los mocasines con estampado de vaca de la actual colección Camperlab.

Cualquiera que haya seguido lo suficiente a Gabriel –en redes o a través de la línea de calzado que lleva su nombre, Ion– sabe que este diseñador cambia de estilo con la facilidad que se suceden las estaciones. El pelo más que nada, pero también juega con su vestuario, colorido y extragrande, o sus trajes con doble botonadura. “No me tomo muy en serio a mí mismo, así que no me obsesiona estar guapo”, sonríe. La imagen resultante es la que un amigo describió como adolescente psicótico, pero ha tenido buena acogida en sus oficinas: tanto, que hasta le ha sorprendido. “Le ha encantado hasta a los más conservadores. El resto simplemente finge no ver que tengo el pelo verde”, ríe.

Camper también ha experimentado cambios en tres años con Gabriel como director creativo: primero de Camperlab, la línea experimental de la firma española, en 2019, y desde el año siguiente, de toda la marca. La visión del finlandés es optimista y anticonvencional, algo que, junto a su profunda fe en las múltiples posibilidades de lo que es y lo puede ser un par de zapatos, lo convierte en el complemento ideal para una firma que ha marcado a varias generaciones de clientes nacionales, pero también de fuera, y que contribuyó a la modernización de nuestro país.

El director creativo de Camper lleva chaqueta Dolce&Gabbana, pantalón y corbata Boss y collar D’heygere. Reto Schmid

Achilles Ion Gabriel plasma su vida en sus creaciones: su educación en Finlandia, formación profesional en París, la nueva vida en el lugar natal de Camper, Mallorca... Desde que llegó, ha habido un cambio palpable. ¿Es posible un diseño reducido a su mínima expresión y, a la vez, extrovertido? ¿Incluso exagerado? En el trabajo de Gabriel no hay adornos más allá del acabado de las superficies: su habilidad consiste en añadir ideas inconformistas sobre estilos básicos. Sus zuecos Traktori, por ejemplo, tienen puntera vulcanizada y ribeteada, y suelas dentadas, un poco juguetonas. Casi parecen la hermana estilizada de los Crocs. Este otoño, presentará los Tossu, una zapatilla sostenible de Camperlab formada por un calcetín interno y paneles reciclables moldeados por inyección. La colección, unisex, se inspira en el mundo de la oficina, ahora que parece que volvemos: un azul muy específico recuerda a una camisa; el naranja, a material de papelería, y hay un estampado creado a partir de papeles arrugados.

No le falta humor. “La oficina es el eje central, sí, pero, partiendo de ahí, divirtámonos un poco y plasmemos lo que salga”, explica Gabriel. El puesto en Camper es su primer trabajo de oficina, o todo lo oficinesco que pueda ser un despacho en Mallorca, alejado del ruido de un centro urbano. “Me encanta trabajar aquí, pero, al mismo tiempo, me muero por salir”, admite. Se mudó a Mallorca durante la pandemia, en una vivienda remota que se pudo ver en el el número ICON Design de junio de 2021: espaciosa y repleta de arte, muebles eclécticos y plantas enormes. Ahora se ha trasladado con su pareja, Romain, a otra, también en medio del campo pero con piscina.

Su desembarco en la firma mallorquina comenzó con un café informal en París. Por entonces, había colaborado puntualmente con firmas como Marni, Sunnei, Marimekko, Études o Esteban Cortázar, y se imaginó que lo llamaban para lo mismo. Aquella charla no se concretó en nada. Pero a la mañana siguiente, Gabriel recibió una invitación a Mallorca y, tras un recorrido por la sede, le ofrecieron el puesto. No dijo que sí enseguida, pero siempre tuvo la intención de aceptar. “Vi muchas posibilidades”, recuerda. “Su estética te permite utilizar muchos colores y mostrar volúmenes. Además, lo de tener taller propio... Quería trabajar así y no con el ajetreo del autónomo”.

Al entrar en plantilla, pensó, podría tener un impacto mayor y más duradero que como colaborador. Quizá acabar incluso abarcando hasta la identidad de la marca: al mundo de la moda le encanta una reinvención. Pero, matiza enseguida, ese no podía ser el único objetivo. “No cabe duda de que parte de mi trabajo es ser innovador, pero, al mismo tiempo, me veo inesperadamente comercial. Esa combinación me gusta. No hago zapatos para museos, sino para gente de verdad”, explica.

Chaqueta, pantalón y botas Balenciaga, camisa y corbata Boss y pendientes D’heygere.Reto Schmid

Reconoce también que Camperlab le permite más margen de maniobra que en la línea principal y, por tanto, que mantiene cierta distancia con esta segunda. “Lo que aporto es, obviamente, algo muy personal, pero no diseño para mí. Estoy al servicio de la empresa”, explica. Ese servicio incluye el haber restaurado la relevancia internacional de Camper –en diseño, innovación de materiales y sostenibilidad–, al mismo tiempo que se ajusta a una oferta que puede alcanzar los mil estilos distintos. No se puede ignorar el imperativo comercial de su cometido. “Es mi responsabilidad que el negocio siga funcionando”, declara. Hasta ahora, las cifras van bien. La casa espera cerrar 2022 con un crecimiento aproximado en ventas netas del 25% con respecto al año pasado. Este crecimiento es de un 8% con respecto a 2019, el año anterior a la pandemia.

Gabriel creció en una zona remota del norte de Finlandia, cerca de la ciudad de Rovaniemi (población, 61.000 habitantes). Su madre, escultora, lanzó un negocio de lápidas funerarias con la esperanza de dar con un mercado constante (Gabriel recuerda aquel showroom junto a su casa: casi un cementerio de mentira). Para el retoño eligió un nombre mítico. Cuando Gabriel presentó su marca en 2012, se planteó jugar con ello, pero acabó decantándose por Ion. “Sería una horterada hacer zapatos y tener por nombre Aquiles”, conviene.

Antes de entrar en el mundo de la zapatería, se planteó ser arquitecto. “No tenía un destino claro. Me interesaba mucho la moda y luego me enganché a los zapatos”, rememora. Al principio, los aspectos técnicos le parecieron “superaburridos”, pero resultaron necesarios para llegar a donde está hoy. “No es imposible manejarte sin ellos, pero sería muy difícil que se me ocurriera algo nuevo o que pudiera organizar al equipo si no supiera de lo que estaba hablando”.

Durante alguna de esas clases, se hablaba naturalmente de Camper. “Pensaba que estaban bastante locos, la verdad, pero era una locura simpática, y nada me gusta más que una locura simpática”. Su interpretación, sostiene, aporta “alegría”, con algo de influencia escandinava. “No lo puedo evitar; sin duda lo escandinavo está presente en las partes más minimalistas o accesibles del diseño”. Pero está decidido a absorber el color y el carácter de Mallorca: los Traktori, por ejemplo, los describe como los “zapatos surrealistas que podría llevar un granjero”. Camper significa granjero en mallorquín.

Calza Camper y viste pantalón de Y/Project y chaqueta Coperni.Reto Schmid

Gabriel aspira a que se asocie su empresa no solo a cierta audacia, sino también a su extremo respeto medioambiental. “Ya en los noventa hicieron una campaña que decía: ‘Si no lo necesitas, no lo compres’, lo cual era algo osado para una marca de entonces”. Lorenzo Fluxà fundó Camper en 1975 inspirado por la producción de calzado artesanal pero mecanizado iniciada en 1877 por su abuelo Antonio. Miguel Fluxà, quien lleva hoy la a empresa, recibió hace poco la certificación B Corp, la norma independiente de mayor nivel referida al rendimiento social y ambiental.

Gabriel supervisa un grupo de entre 50 y 60 personas, entre el estudio de diseño y el equipo de técnicos. También ha armado un círculo próximo del que forman parte la directora artística Emanuela Amato y el director de marca Lauri Kopio. Juntos, desarrollan la visión, realista pero ambiciosa, de las colecciones presentes y futuras. Insinúa que está en marcha una incursión en la ropa. “No será para la próxima temporada. Hemos visto prototipos fantásticos, pero para una marca de calzado pasar a la ropa es muy complicado, y debe tener sentido”, anuncia.

Cualquier diseñador, de cualquier disciplina, puede nombrar algo que le gustaría haber diseñado. Para Gabriel, la respuesta es fácil: los Crocs. Su insoslayable fealdad le fascina, casi tanto como el que sean unos zapatos que “puede llevar cualquiera, desde un médico hasta alguien del mundo de la moda”.

Ese es, en cierta medida, su objetivo con Camper: ser accesible a lo largo y ancho de demografías, orientaciones profesionales y estilos personales. Y esto nos lleva de vuelta a la colección de esta temporada y sus connotaciones irónicas. Gabriel siente que ha encontrado un buen equilibrio entre el tiempo de trabajo y el de ocio. En la isla lleva una vida tranquila: tiene de vecinos a la diseñadora Michelle Elie y a Rossy de Palma, se enfrenta a menos tentaciones de comprarse caprichos (de ahí que se haya hecho con un bolso verde oliva de Prada durante su visita a París). Sí frecuenta el mercadillo y va a Cala de Moro a las siete de la mañana. Su prioridad está clara. Con la colección de otoño en tiendas y el avance para la primavera de 2023 visto por los editores, Gabriel ultima los diseños para 2024. ¿Cómo será el mundo entonces? “No lo sé”, responde. “Pero seguiremos necesitando zapatos”.

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