Vuelve Blink-182, la banda joven desde hace 30 años (y ya suma ovnis, accidentes de avión y tres bodas Kardashian)
El regreso del cantante y guitarrista Tom DeLonge para una nueva gira mundial despeja las dudas sobre el efecto que tendría el paso del tiempo sobre el grupo que se hizo famoso por cantar sobre ligues y borracheras
La verdad estaba ahí fuera. Tras abandonar Blink-182 en 2015 para centrarse en el estudio de los ovnis, el cantante y guitarrista Tom DeLonge vuelve al frente del grupo con el que tocó primero las estrellas. En este tiempo, la banda había seguido funcionando con otro cantante, Matt Skiba, líder de Alkaline Trio, pero el regreso de DeLonge ha propiciado otro fenómeno...
La verdad estaba ahí fuera. Tras abandonar Blink-182 en 2015 para centrarse en el estudio de los ovnis, el cantante y guitarrista Tom DeLonge vuelve al frente del grupo con el que tocó primero las estrellas. En este tiempo, la banda había seguido funcionando con otro cantante, Matt Skiba, líder de Alkaline Trio, pero el regreso de DeLonge ha propiciado otro fenómeno extraño digno de estudio: las entradas para su nueva gira mundial, que se desarrollará entre 2023 y 2024, prácticamente han volado en todas partes a los pocos minutos de salir a la venta, pese a las quejas de muchos de sus seguidores por el precio.
En España, donde ya solo quedan libres algunos asientos del fondo u otros muy caros (casi 200 euros cuesta sentarse en algunas gradas delanteras), el poder ver a Blink-182 en pista en el WiZink Center de Madrid o en el Palau Sant Jordi de Barcelona en octubre del próximo año ha llevado a su público a desembolsar entre 60 y 85 euros, en función de lo cerca del escenario que deseen estar.
Trío completado por el bajista Mark Hoppus (recién recuperado de un cáncer) y el batería Travis Barker, profundamente ligado a una cultura y sensibilidad muy concreta de finales de milenio, Blink-182 llevó su pop-punk a los estadios y emisoras de radio a golpe de chistes de pedos, bromas sexuales y orgullosa chorrada adolescente. Estaban hermanados generacionalmente con las películas de American Pie (estrenadas entre 1999 y 2012 y en las que participaron, tanto aportando canciones como apareciendo para un cameo), con producciones de MTV de vocación idiota como Jackass o, incluso, con el auge de las boybands al estilo de NSYNC o Backstreet Boys. De estos se reían en el videoclip de All the Small Things, pese a tener ellos detrás un movimiento de fans no tan diferente. La nostalgia de niños y no tan niños por aquella época, junto con el carácter icónico del cancionero de la banda, a la que siguió una legión de imitadores, parecen haber pesado mucho más en este regreso que los anacronismos o los temores sobre cómo ha envejecido todo aquello.
En 2021, el cómico Chris Thorburn parodiaba el difícil brete en el que se encontraban los nostálgicos del fin de milenio a la hora de dialogar con aquella cultura hedonista anterior al 11-S desde la perspectiva del presente, mediante un vídeo donde se mostraba a sí mismo poniéndole a una chica una película —inventada para el sketch— que le hacía mucha gracia años atrás, pero quedándose progresivamente blanco con su retahíla de gags de diarreas, bromas machistas u homófobas de fraternidad universitaria, así como homenajes a las tropas estadounidenses en Irak.
El alivio final parecía llegar en los créditos, con una canción que traía muchos recuerdos y “hacía tiempo que no sonaba”: una versión de Dammit de Blink-182 donde, de pronto, le estallaba en la cara una rima misógina. Aunque esa rima no era realmente parte de la canción original, Blink-182 sí llegó a tocar para las tropas estadounidenses en Irak y, en sus letras, no se quedó atrás de los tópicos satirizados en dicho vídeo. La integración del batería Travis Barker en el mundo del famoseo y el ecosistema Kardashian (se ha casado tres veces con Kourtney) hubiera representado la estocada mortal para la credibilidad de cualquier grupo punk. Pero Blink-182 no está en el mismo cajón del olvido al que pudieran pertenecer contemporáneos como Smash Mouth.
“El otro día fui a ver a Sum-41 y Simple Plan en el WiZink Center. Simple Plan tocó un trozo de All Star de Smash Mouth y todos nos reímos, fue festejado como un meme. Eso es una cosa que con Blink-182 no pasa”, cuenta a ICON el periodista cultural Pablo Fluiters. “Por encima de todo lo que Blink-182 pueda tener en su contra, juega el hecho de que ellos verdaderamente son un grupo definitorio de la escena, un grupo generador como en su día lo fueron Bad Religion o Sex Pistols. La cantidad de grupos que les versionan es monstruosa. Grupos incluso más grandes o más antiguos, como NOFX o Green Day, dieron un giro a su sonido y a las cosas que hacían cuando aparecieron”.
“A la hora de hablar de su incalculable influencia, Blink-182 bien podrían ser la versión contemporánea punk de The Beatles”, escribía, por su parte, Scott Heisel en un artículo para Alternative Press en 2009, con motivo de otra reunión anterior del grupo tras la primera salida de Tom DeLonge.
Mantenerse juntos por los niños
Aunque el líder de Blink-182 siempre ha hablado del disco Punk in Drublic, de NOFX, como el determinante a la hora de establecer el sonido de la banda, en el grupo es difícil encontrar rastro de las inquietudes políticas tradicionales en el punk. En su lugar, la banda tomó el molde de sus predecesores, intensificaron el componente melódico y potenciaron su esquematismo por la vía del pop pegadizo. Sobre la canción What’s My Age Again?, el periodista Jorge Loser escribía en Canino: “El estribillo ofrecía algo que ya habíamos escuchado, pero de una forma completamente nueva. El riff de la mitad de Basket Case de Green Day, con un solo acorde cambiado de lugar, con el mismo ritmo y compás, con la voz acompañando al ritmo y un imborrable Nobody likes you when you’re 23 [nadie te quiere a los 23]”.
Esos 23 años son, precisamente, los transcurridos desde la aparición de esa canción y del álbum que la contenía, Enema of the State (1999), su disco más emblemático, producido por Jerry Finn, el responsable de las mezclas de Dookie (1994), de Green Day, y lanzado por la multinacional MCA.
“Blink-182 decide que lo de la autenticidad punk es una farsa, creen que una multinacional les va a dar más pasta y van ahí desde el principio. Green Day o The Offspring, al menos, sí trabajaron en algún momento con sellos independientes ligados a la escena. La gran influencia de Blink-182 es la idea de que el punk es una música normal y corriente, como todas las demás, y que no hace falta autodistribuirse a lo cutre, sino que puedes ser una estrella del rock haciendo punk. Es una cosa que en los setenta sí tenían claro los Pistols, los Ramones o los Clash, pero en los ochenta la escena se reconcentra en sí misma, se retraen todos entre sí y existe esa idea del punk como sacrificio y penitencia. Ellos lo descartan completamente”, explica Fluiters. “Le quitan esa épica sufridora al punk y pasan de hacer canciones políticas. Todas sus letras son sobre ser adolescente, sobre drogarse, sobre estar triste, sobre hacer bromas con los amigos…”.
No obstante, el grupo sí intentó trascender la broma más adelante, con resultados desiguales. En 2004 publicaron un disco epónimo con el que, según explicó la banda, pretendían renacer, tratando temas más emocionales. El éxito de la canción sobre el suicidio adolescente Adam’s Song, de Enema of the State, les llevó también a profundizar en los temas sociales con otros singles como Stay together for the kids, letra totalmente seria sobre el daño que hace el divorcio a un niño y que, en perspectiva, tiene el dudoso honor de poder avergonzar al oyente en mucha mayor medida que los chistes menos inspirados y más caducos de su época. Aquí una muestra: “Los veo todos los días / nosotros nos llevamos bien, ¿por qué ellos no? / Si esto es lo que él quiere / Y lo que quiere ella también / ¿Por qué hay tanto dolor?”.
Frustrado por no poder dar a la banda una evolución a su edad de oro, Tom DeLonge formó en 2005 un proyecto paralelo, Angels & Airwaves, que él anunció entusiastamente como “la más grandiosa revolución en el rock & roll de esta generación”, una declaración sobre la que, más tarde, matizó haber formulado bajo los efectos de unas pastillas calmantes. Las idas y venidas de DeLonge, su pasión sincera por las teorías conspiranoicas (la organización que fundó para estudiar los ovnis filtró con tres años de antelación los vídeos clasificados que el Pentágono difundió en 2020) y la búsqueda de Bigfoot o sus tensiones con Mark Hoppus han marcado el irregular devenir de la banda durante el siglo XXI.
La alargada sombra de la banda la extiende, sin embargo, el peso de Travis Barker, que, además de ser miembro actual del clan Kardashian, ha apadrinado a buena parte de los continuadores de su legado. “Travis Barker se ha convertido en un pope que, más allá de sus logros personales musicales, está impulsando una cuarta o quinta generación del pop-punk como productor de Blackbear, Yungblud, Machine Gun Kelly o la propia Avril Lavigne. Quiere ser el tío que defina ese nuevo sonido y al que otra gente imite, cosa que ya venía aterrizando en los dos últimos discos de Blink-182 sin Tom DeLonge”, reflexiona Fluiters.
Barker es un favorito de la prensa de sociedad estadounidense no solo por su matrimonio con una Kardashian, sino por su convulsa vida personal. Adicto a las pastillas y superviviente de un accidente de avión en 2008 en el que murieron cuatro personas (solo sobrevivieron él y su amigo Michael Goldsteinm también conocido como DJ-AM, que moriría de sobredosis un año después). Barker atravesó semanas de hospital y operaciones y, después, una depresión que, pese a todo, según afirmó en entrevistas, le ayudó a centrarse y dejar sus adicciones.
Con la publicación del nuevo tema del grupo, Edging, y el anuncio de un nuevo disco con DeLonge otra vez a bordo, y pese a lo violento que a alguno le pueda resultar ver a hombres de, ahora, entre 46 y 50 años sobre los escenarios exudando síndrome de Peter Pan, Fluiters cree que la banda dejará los experimentos y tomará el camino del revival. Aunque el “supongo que hacerse mayor era esto” del estribillo de Dammit lo podrán cantar con vertiginoso conocimiento de causa.
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