Convertir un paraíso para las termitas en un edificio para el futuro: cómo se recupera el teatro más antiguo de Valladolid
El Ayuntamiento de la ciudad compra y reforma el viejo inmueble, inaugurado en 1846 y cerrado desde 2004, para darle de nuevo uso
El teatro más antiguo de Valladolid se ha convertido en un nido de telarañas y un paraíso para las termitas. El Lope de Vega, que se inauguró el 6 de diciembre de 1846, lleva cerrado desde 2004, sin espectadores que disfrutaran de ese espacio neoclásico de la calle de María de Molina. El abandono reina en este histórico inmueble víctima también de la humedad por su cercanía al ...
El teatro más antiguo de Valladolid se ha convertido en un nido de telarañas y un paraíso para las termitas. El Lope de Vega, que se inauguró el 6 de diciembre de 1846, lleva cerrado desde 2004, sin espectadores que disfrutaran de ese espacio neoclásico de la calle de María de Molina. El abandono reina en este histórico inmueble víctima también de la humedad por su cercanía al río Pisuerga y que el Ayuntamiento se ha propuesto recuperar en un proyecto ambicioso que devolverá la vida al espacio para convertirlo en el séptimo teatro de una ciudad de 300.000 habitantes.
La iniciativa municipal ha implicado la inversión de unos dos millones de euros para adquirir el edificio abandonado, propiedad del banco Unicaja, y darle una nueva vida de gestión municipal. La suma estimada para remozarlo rondará los siete millones y se prevé que este foco cultural renacido vuelva a albergar obras y funciones en unos dos años. De ello se encargará el arquitecto Óscar Ares, vallisoletano, cuyo estudio y el de los expertos Ángeles Paredes e Ignacio Pedrosa deben analizar al milímetro las necesidades y las obras que renovarán al Lope de Vega.
Ares describe en el despacho del teniente de alcalde y arquitecto de profesión, Manuel Saravia, el estado del inmueble cuando accedieron: “Hay partes bien conservadas, pero otras con muchas deficiencias estructurales, además tenemos que adaptar un teatro del siglo XIX al siglo XXI con mejoras para las salidas de emergencia, la distribución de los espectadores, los pasillos o las escaleras”.
El objetivo, relata el adjudicatario, pasa por crear un “espacio polivalente” que pueda servir tanto para la dramaturgia como para impartir talleres, dar clases o albergar conciertos. “Debe ser polifuncionales y que pueda acoger desde cotillones hasta espectáculos de orquestas o bailes de máscaras”, destaca Ares, que cita que las butacas podrán ser replegadas gracias a la “magia” de las nuevas construcciones y ofrecer una sala amplia para público en pie.
La filosofía del sociólogo Zygmunt Bauman y su “todo es líquido”, bromea el arquitecto local, que fue en su día alumno de Saravia, marcará la adaptabilidad del teatro y sus tres áreas. La primera según se accede, un “teatrillo a la italiana” cuyo aforo aún está por determinar y que dependerá de la estructura que resulte del espacio. La sala principal, que antaño tenía unas 1.000 localidades, protagonizará el Lope de Vega y estará acompañada de un anexo que en su momento llegó a servir como sala de conciertos. La propuesta incluye un aforo superior a 350 espectadores en el patio de butacas en ese espacio plano de 265 metros cuadrados.
Saravia, también concejal de Urbanismo, aspira a que el proyecto municipal pueda disfrutarse a partir de 2024 mediante “una labor tremenda de restauración” que ambos muestran colocando sobre la mesa del despacho varios mapas que muestran cómo está ahora mismo el lugar. Los distintos colores del plano reflejan las zonas en riesgo de hundimiento, las afectadas por las termitas y las que aguantan más o menos bien, un examen que ha requerido gran dedicación de los arquitectos y que genera la principal problemática para los trabajos.
Ares afronta el desafío con responsabilidad añadida, pues como pucelano anhela que el resultado satisfaga a la ciudadanía: “Quiero que mis hijos pasen y se sientan orgullosos”. El Lope de Vega ofreció en las últimas décadas de funcionamiento servicios diversos como alojar a la Asociación de la Prensa de Valladolid u oficinas privadas. Tras su reforma se convertiría en el segundo teatro más grande de la ciudad, después del histórico teatro Calderón, lo cual demuestra que los vallisoletanos, según asevera Saravia, “tienen un elevado consumo de cultura”.
Las estimaciones consistoriales elevan a Valladolid al nivel de las urbes europeas con más proporción de teatros por habitante. El edil cita ciudades como Bradford (en Inglaterra), que cuentan con una población especialmente interesada en las artes escénicas, como ejemplo de lugares en los que esta clase de iniciativas, públicas o privadas, cuentan con buena acogida. Las compañías de teatro más prestigiosas suelen fijarse en estos números (los números de teatros por habitante) para acudir a espacios de prestigio como el Calderón para exhibir sus interpretaciones.
La resurrección del Lope de Vega podrá complementarse con el icónico festival cinematográfico Seminci. Ya en su día, antes de clausurar en 2004, el teatro servía como sala de proyecciones, lo cual se intentará recuperar para impulsar el empaque y los espacios disponibles por la emblemática Seminci. El equipo de Gobierno (PSOE apoyado por Valladolid Toma la Palabra, a quien pertenece Saravia), reconoce el concejal, asume que en la próxima primavera se celebrarán unas elecciones municipales que podrían cambiar el signo consistorial y las estrategias, pero cree que el plan seguirá vigente digan lo que digan las urnas: “Lo quiere todo el mundo”.
“La ciudad está ilusionada y es un proyecto flexible”, ensalzan Ares y Saravia, que confían en que las acciones sigan prosperando y pronto Valladolid vuelva a disfrutar de su Lope de Vega. Esas “muchas vidas” que ha tenido históricamente el inmueble pueden recuperarse con la polivalencia como gran objetivo. Las ovaciones de público, creen, están garantizadas.
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