Este hombre ha revolucionado la industria de las fragancias: “Era como si la perfumería hubiese muerto”
Kilian Hennessy, fundador de Kilian Paris, quiere recuperar la perfumería de lujo, artesanal y sostenible con frascos rellenables, pocos ingredientes y proveedores europeos
Como suele suceder con las grandes ideas, la firma de perfumería de lujo Kilian Paris pudo haberse quedado en el tintero. Sucedió hace 15 años, cuando Kilian Hennessy (París, 50 años), que llevaba una década trabajando en el sector como director creativo de fragancias para firmas como Giorgio Armani o ...
Como suele suceder con las grandes ideas, la firma de perfumería de lujo Kilian Paris pudo haberse quedado en el tintero. Sucedió hace 15 años, cuando Kilian Hennessy (París, 50 años), que llevaba una década trabajando en el sector como director creativo de fragancias para firmas como Giorgio Armani o Alexander McQueen, planeaba cambiar de tercio. “Empecé en esta industria a mediados de los años noventa. La década anterior, de 1985 a 1995, había sido una época gloriosa para el mundo de la perfumería, con perfumes importantísimos y una creatividad fantástica. Sin embargo, de 1995 a 2005 no sucedió casi nada. Era como si la perfumería hubiese muerto. Y, claro, yo me aburría. No había llegado a esta industria para eso”.
Procedente de una familia ligada a las bodegas de coñac más famosas del mundo, Hennessy buscó una alternativa. Un asesor le aconsejó que se pasara a la moda, así que concertó citas con directores creativos de primera línea. Y un día, cenando en un restaurante, tuvo un encuentro inesperado. En el mismo edificio había un pequeño museo dedicado a exponer frascos históricos de perfume, procedentes sobre todo de finales del siglo XIX y principios del XX, la primera edad de oro de la perfumería creativa.
“Entré a echar un vistazo y me pasé dos horas allí, embelesado con la artesanía, la belleza, el lujo de aquellos perfumes de la época de nuestros abuelos. Me fascinaban los nombres, los diseños, los colores, las cajas forradas de satén. Me estalló la cabeza. Y cuando salí del museo, pensé que por qué no podía volver a ofrecer ese nivel de lujo, diversión, seducción y atención al detalle, pero con los códigos del siglo XXI. Al día siguiente presenté mi dimisión, cancelé mis reuniones y empecé con Kilian Paris. Fue una decisión de una noche”.
Quince años después, ese entusiasmo sigue intacto. Mientras explica Kologne, su nuevo lanzamiento –una colonia veraniega, festiva y suntuosa, cuyo subtítulo es “escudo de protección”–, repasa los detalles del frasco azul intenso. “Me gusta la idea de crear objetos bellos que la gente quiera conservar”, apunta. “Los detalles metálicos son de auténtico metal. Los nombres están grabados, y el color blanco de las letras es esmalte aplicado manualmente con una jeringa. El lateral de los frascos es mate y está tallado, mientras que las partes delantera y posterior son brillantes. Mi objetivo es que los clientes entiendan que vale la pena rellenar estos frascos y conservarlos toda la vida, igual que hacían nuestros abuelos”.
Su visión puede sonar romántica, pero el público le ha dado la razón. Cuando lanzó la marca decidió echar un órdago. Prescindió de intermediarios y de una entrada paulatina en los puntos de venta: se presentó en los grandes almacenes neoyorquinos con sus perfumes y contrató un mostrador propio, toda una osadía para una firma nueva y desconocida. Sin embargo, el día en que presentó sus fragancias a un grupo de especialistas, surgió la chispa: en dos horas agotaron todas las unidades que había llevado consigo.
La culpa la tuvieron los frascos y, sobre todo, las fórmulas. Straight to Heaven, uno de aquellos perfumes fundacionales, cuenta con una lista de ingredientes extraordinariamente corta, de solo 12 ingredientes. Kilian Hennessy trabaja con los materiales como un director de cine con sus intérpretes: eligiendo solo los que funcionan mejor en cada caso, y dando a cada uno su sitio. Lo mismo sucede con los perfumistas. Sus colecciones, que incluyen fragancias inspiradas en licores –por ejemplo, L’Heure Verte, una asombrosa interpretación de la absenta–, en flores o en maderas, están concebidas como ejercicios de estilo duradero.
“Cada vez más personas tienen un guardarropa de perfumes”, explica Hennessy, que subraya otra tendencia al alza: la sostenibilidad. Como todo lo demás, Hennessy la lleva al extremo, desde el origen de algunas materias primas hasta el proceso de fabricación de los frascos y envoltorio, íntegramente en Francia con proveedores europeos. Sus barras de labios, con las que se ha estrenado en la cosmética, también son recargables. Desde 2016 cuenta con el respaldo del gigante de la perfumería de lujo, Estée Lauder. “Ha ido muy rápido. Este octubre cumplimos 15 años. Estoy muy contento de cómo ha crecido. Pero todavía puede crecer más”. ¿Hasta dónde? “No hay límite”.
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