Las claves del milagro creativo murciano: “Los complejos provincianos se van diluyendo. Ya no se ve tan necesario salir de aquí”
Más allá del chiste, de la política y de los tópicos, la ciudad se está convirtiendo en un motor cultural en España que ofrece programación puntera en arte contemporáneo y reúne a un boyante grupo de talentos
Cualquier miércoles a las nueve de la noche, cuando se nota más la humedad que el frío, toca elegir. La conferencia de la artista Almudena Lobera (o de Gala Knör, o del teórico Nicolas Bourriaud, o de Ernesto Laclau) acaba de terminar y el público discute en la puerta del CENDEAC (Centro de documentación y estudios avanzados de arte contemporáneo): es posible acudir a una inauguración en una galería o a una performance en Espacio Incógnita. Ya cenaremos luego. Prohibido volver a casa.
La ciudad, llena de eventos y agitadore...
Cualquier miércoles a las nueve de la noche, cuando se nota más la humedad que el frío, toca elegir. La conferencia de la artista Almudena Lobera (o de Gala Knör, o del teórico Nicolas Bourriaud, o de Ernesto Laclau) acaba de terminar y el público discute en la puerta del CENDEAC (Centro de documentación y estudios avanzados de arte contemporáneo): es posible acudir a una inauguración en una galería o a una performance en Espacio Incógnita. Ya cenaremos luego. Prohibido volver a casa.
La ciudad, llena de eventos y agitadores, no es la Viena literaria de Hofmannsthal ni el París modernista de los 30000 caballetes, ni siquiera la cercana Valencia, Capital Mundial del Diseño durante 2022. Esta ciudad cuenta con cinco veces más limoneros que habitantes (más de dos millones de árboles frente a 460.000 personas) y con una red de acequias de cientos de kilómetros. Esta ciudad es Murcia y durante los últimos años ha sido más conocida por los chistes (“¡Viva Murcia soterrada!”, grita Ignatius) que por su agenda cultural. Sin embargo, como asegura Tatiana Abellán, artista y profesora en la Facultad de Bellas Artes de la UMU “la actividad cultural de la Región de Murcia es algo que lleva sorprendiendo desde hace al menos veinte años. Cuando estudiaba el doctorado en Madrid, entre 2007 y 2008, los profesores ya me preguntaban, extrañados, qué estaba sucediendo en Murcia”.
Cuando la región aparece en los medios convencionales suele hacerlo como una mancha verde en los sondeos de intención de voto o porque se ha agravado la crisis medioambiental en el Mar Menor. Cuando se habla sobre ella en espacios de entretenimiento es para hacer chistes a costa de su acento o su paisaje (bromas, que, por cierto, son bien recibidas por los propios murcianos, como observa Xavi Puig, fundador de El Mundo Today). Los datos no mienten: Murcia es una región de mayorías conservadoras. Quizá por eso, desde fuera, es difícil enterarse de todo lo que está pasando en la ciudad de Murcia, capital de la región. Una ciudad de la que muchos dicen que “es una fiesta” o que “no se acaba nunca”.
Diseño y ensaladilla: las redes creativas alcanzan Murcia
Una parte muy importante y visible de la vida cultural murciana gira en torno al arte y al diseño. “Murcia es una región tradicionalmente centrada en la agricultura y el turismo”, explica Marina Gómez, profesora en la Escuela Superior de Diseño de Murcia, “y estos sectores sostienen otros afines como el transporte, la construcción, los espectáculos o las industrias gráficas. El diseño es una labor transversal, de modo que la formación de profesionales ha sido siempre una necesidad del mercado. Luego, al tiempo que su trabajo se consolidaba, la existencia de esos diseñadores gráficos, de moda, de productos o de interiores ha generado una serie de fenómenos a su alrededor, como festivales, jornadas, publicaciones, estudios…”.
Mati, creadora de Casa Chiribiri, un pequeño taller de diseño e ilustración que da servicio a pie de calle, lo corrobora: “Los estudios de diseño están generando actividad cultural. Hay mucha contracultura. Buena parte de la población es conservadora y de mentalidad provinciana, así que la otra parte, aunque más pequeña, reacciona. Es un efecto rebote: con ese 15%, o lo que sea, te explota la cabeza”.
El festival Mu-tantes (una jornada de ponencias con invitados locales e internacionales y una serie de exposiciones del 21 de octubre al 28 de diciembre) es un buen ejemplo. Su inauguración en el nuevo Centro de Cultura Contemporánea Cárcel Vieja “parecía la boda de Lolita”, porque completó aforo y mucha gente se quedó fuera. Cristóbal Sánchez, diseñador gráfico y organizador del festival, cree que en la ciudad “se está viviendo una transición creativa bastante profunda” que resume así: “Estudios como Fellas enriquecen el sector con nuevos códigos o creando sinergias. Gallut, Omni Design o Grupo Tariro son también ejemplos de discursos disruptivos y actuales. Y estudios consolidados como F33, MABA, Rubio y del Amo o Sublima siguen en la cima creativa con propuestas más asentadas y formales”.
Cartonlab es otra de esas empresas consolidadas. Se dedica a la “arquitectura y el ecodiseño con cartón” y crea mobiliario y soluciones para stands y exposiciones con este material reciclado. Nacho Bautista, uno de sus socios, nació en Albacete y estudió en Madrid, pero en 2006 montó su estudio de arquitectura en Murcia “al calor de la burbuja inmobiliaria del Levante”. Poco después, “el estallido de la crisis, la creciente sensibilidad respecto a temas relacionados con la sostenibilidad y una propuesta de valor novedosa hicieron crecer lo que empezó como un proyecto interno al margen de la arquitectura convencional”.
A día de hoy, Cartonlab emplea a 20 personas y factura más de un millón de euros al año. “Estar en internet te hace accesible a todo el planeta”, continúa Nacho. “Nosotros hemos realizado proyectos en sitios como Honolulu, Kuala Lumpur, Helsinki o Nueva York, y es que las redes de trabajo creativas son cada vez más ramificadas, colaborativas y deslocalizadas. Un carpintero de nuestro polígono está haciendo un yate para un magnate del petróleo mientras una amiga ilustradora diseña la próxima portada de la revista New Yorker desde su piso en Vistabella”. En cuanto a posibles ventajas de la ciudad, Nacho indica que “su escala, la agilidad con la que se suceden las relaciones y el espíritu emprendedor, vivaracho e inquieto de esta tierra nos ha hecho más fácil crecer y desarrollarnos como empresa”. Según este arquitecto: “Si encuentras tu lugar, Murcia se convierte en una zona de confort luminosa y calentita que te atrapa a base de rica ensaladilla rusa”.
Las Culpass son Alexandra Cánovas y Martaé Domínguez. En su tienda-taller de moda feminista elaboran ropa y complementos “para mujer, para personas no binarias, para hombre o para lo que quieras ser”. Defienden la autogestión y la producción ética, y sus accesorios son muy populares (en cada esquina alguien lleva sus pistoleras). Ellas recuerdan haber acudido a Bilbao y que allí, donde existe un movimiento feminista muy respetado, les sorprendiera que su proyecto viniera de Murcia. “Aquí la derecha hace mucho ruido, pero eso no significa que no haya movimientos sociales o contestación”, aclaran.
“Nosotras creemos que hubiéramos funcionado en muchísimas provincias, pero no en Madrid o Barcelona. Igual en Zaragoza, Granada o Vigo lo hubiéramos petado”, exponen Alexandra y Marta, “porque la cultura que se genera en provincias, esa cara B, es la que alimenta a las grandes ciudades. Eso sí, en Madrid o Barcelona nosotras no podríamos haber aguantado tanto tiempo por una cuestión de dinero y competencia”.
Arte contemporáneo: entre la precariedad y la institución
Aunque Marina Gómez recuerda que arte y diseño son disciplinas distintas (“el arte está centrado en la expresión de una visión del mundo y el diseño se ocupa de la solución de problemas”), sus fronteras son permeables, comparten algunas herramientas y, sobre todo, coinciden en cuanto a público.
Ampliar ese público es uno de los objetivos de Espacio Incógnita: “En estos círculos siempre hay cierta endogamia, más aquí, y para nosotras es importante llegar a más gente. Ahora vienen personas de todo tipo, muy jóvenes, milenials o Z, más mayores… Hasta han venido policías a desalojarnos y se han quedado a ver la performance”, cuentan. Espacio Incógnita es una plataforma centrada en el arte contemporáneo, con un local y una fuerte presencia en redes. Durante varios años, en torno a Incógnita se han reunido artistas jóvenes, ya sea para realizar sus performances o para exponer sus piezas. También han organizado clubes de lectura y festivales como OEO (sobre arte digital) o Hecatombe (varios artistas locales intervinieron simultáneamente). Aunque su éxito esté siendo incontestable (la calle se llena con cada inauguración, los debates sobre xenofeminismo o transhumanismo atraen a decenas de jóvenes), atraviesan dificultades económicas: “Son el peor muro con el que hemos topado. No es algo exclusivo de la cultura, sino de todos los no privilegiados. Hemos chocado también con una administración complicada, subvenciones muy difíciles de conseguir, no existen honorarios para los artistas y lo que se financia está muy limitado… Tenemos la fantasía de que en otra ciudad este proyecto ya estaría validado por la institución”.
Desde aquel otro lado, el CENDEAC (Centro de Documentación y Estudios Avanzados de Arte Contemporáneo) lleva años ofreciendo una programación puntera. Por este centro, que pertenece al ICA (Instituto de las Industrias Culturales y las Artes de la Región de Murcia) y gestiona una potente editorial, han pasado algunas de las figuras más relevantes del arte y la teoría contemporáneas (de Marina Abramovic a Gianni Vattimo). Rocío Quiñonero, su responsable de documentación reconoce que, a veces, la colaboración entre institución y asociaciones es complicada: “Hay que repensar y descentralizar. Hay que hacer ejercicios de deslocalización, establecer códigos de trabajo y es un acoplamiento difícil”. Con todo, el Centro intenta que su influencia vaya más allá de su entorno cercano. “Por eso todas las actividades aparecen en el Canal de YouTube”, continúa Rocío. ·Tenemos que insistir en que la accesibilidad consiste en algo más que en estar abiertos y ser gratuitos, debemos lograr mayor accesibilidad en cuanto a movilidad, diversidad y clase, e ir más allá del público universitario que ya tenemos”.
La eterna duda: ¿nos marchamos?
Según el padrón de 2019, la edad media de los habitantes de Murcia era de 40,6 años, tres por debajo de la española. Murcia es una ciudad joven, con un saldo migratorio positivo y (por lo que parece) llena de vida. Entonces, ¿eligen los jóvenes artistas y diseñadores desarrollar su carrera en ella? Mati, de Casa Chiribiri, percibe que “gente que se iría a Madrid o a Barcelona se está quedando porque no puede pagar un alquiler allí. Paradójicamente, eso es bueno para la ciudad”. Aunque también encuentra algunas limitaciones: “Faltan proveedores y eso corta un poco la imaginación. No puedes hacer un troquel o usar una tinta rara o un papel especial porque ir a buscarlo fuera no es viable para nuestros clientes pequeños. En Barcelona o en Valencia se trabaja con menos obstáculos”.
Marina, desde la ESD, comenta: “Algunos antiguos estudiantes se van a ciudades más grandes porque quieren ampliar su formación o trabajar en sectores específicos. Pero muchos regresados han podido establecerse por su cuenta, tejiendo una red y colaborando entre sí y con industrias y artesanos locales. Otros muchos se han integrado en empresas fundadas por antiguos compañeros o en grandes organizaciones en las que los diseñadores desempeñan un papel fundamental”. Y Tatiana, experta en arte contemporáneo, concluye: “Los complejos provincianos se van diluyendo, y ya no se ve tan necesario salir de Murcia o de España. Los artistas que se establecen en Murcia lo suelen hacer con la pretensión de tener aquí su base e ir desplazándose según sus proyectos”.
En el cuarto episodio de Autodefensa (la serie de Filmin), Berta y Belén, dos barcelonesas que quieren “llegar a ser alguien”, hacen balance durante una mala resaca y dan gracias por no haber nacido en Murcia. Es una broma que remite a algunos estereotipos sobre la ciudad que, en parte, son fruto de la imagen que ha proyectado. “El apego murciano existe, como existe una herencia que nos conduce a temáticas huertanas y folclóricas”, señala Cristóbal. “El acho, el pijo, son conceptos del dialecto aplicados repetidamente en la publicidad y el diseño en nuestra región. Es un discurso recurrente que aburre, pero está cambiando”.
Tatiana también es optimista: “Contra todo pronóstico, durante los últimos años las carreras de Filosofía y de Bellas Artes están batiendo récords de solicitudes en la UMU. Además, el carácter del murciano es bastante peculiar, precisamente porque es renuente a las militancias e identitarismos tan habituales hoy día. Creo que esto allana el camino para que los jóvenes desarrollen sin cortapisas sus intereses artísticos”. O, llevándolo a la calle, que es la especialidad de Las Culpass: “No sé si es porque estamos quemadísimas, pero como hace buen tiempo y la cerveza es barata, en Murcia se nos ocurren cada vez más proyectos creativos”.
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