Ir al contenido

Paz Torralba, la guardiana de los secretos de belleza de los famosos: “Nuestros clientes no tienen problemas de dinero, pero no aceptan un no por respuesta”

La fundadora del centro de estética The Beauty Concept, con usuarios como Joaquin Phoenix o los Roig, lleva dos décadas triunfando gracias al boca a boca. También por su discreción y la de sus empleados, que firman un acuerdo de confidencialidad y se entrenan para no dejarse impresionar

Paz Torralba (Salamanca, 51 años) sabe demasiado. Por ejemplo, la terapia antiacné de toda la plantilla del Atlético de Madrid y de buena parte de la del Real Madrid; lo que se hace en el cuerpo Katia Ancelotti, hija del entrenador de fútbol Carlo Ancelotti; el nombre del empresario que va con dos guardaespaldas a su centro de estética: uno espera fuera y el otro, sentado en el vestíbulo; lo que gasta la suegra de Marta Ortega en belleza; lo que se dejan los Roig, sí, los dueños de Mercadona, en tratamientos de rejuvenecimiento; los días de la semana que Pedro J. se hace las manos y los pies o las terapias antiestrés de Margarita Robles, la ministra de Defensa. También quién va a qué evento en Madrid y qué se hace para impresionar. Torralba conoce exactamente cuántas mentiras piadosas contiene el eufemismo: “No me hago nada, pero duermo ocho horas y tomo dos litros y medio de agua”.

Pero ninguno de ellos tiene nada que temer, ella lo sabe todo, pero no lo va a contar en esta entrevista y, probablemente, en ninguna otra. La empresaria, reciclada del mundo de la banca, fue durante muchos años la única asalariada de una familia de restauradores de Cuenca. Desde hace 20 años ha tejido una red de confianza entre ricos, poderosos y famosos, gracias a la discreción y a que en The Beauty Concept, el centro de belleza que fundó hace dos décadas, se han reclutado a las mejores manos de España para trabajar con la piel como en ningún otro sitio.

A The Beauty Concept va gente “muy potente” en chándal, con la cara lavada y un moño, en chanclas y con guardaespaldas: “Están en su casa, saben que aquí no hay fotógrafos, nadie va a contar nada. Es su lugar seguro”, dice Torralba. De modo genérico y tras mucha insistencia, precisa que los políticos hombres “buscan tratamientos efectivos, pero que no duelan”. “Están sometidos a un estrés crónico tan fuerte que no quieren sufrir, vienen a relajarse. Se hacen las manos, algún masaje, un tratamiento para la caída del cabello, y luego, si ven resultados, prueban terapias médicas más sofisticadas. En cambio, a las mujeres, políticas y empresarias, no les importa el dolor y quieren hacerse lo mejor que haya. Una mujer se hace un Thermage [radiofrecuencia muy potente y algo dolorosa para tensar la piel] de cuerpo completo sin pensárselo. Un hombre no, te pide que lo duermas”.

La historia del centro de estética y peluquería que ha conseguido colonizar casi una manzana de la calle Ortega y Gasset, en Madrid, empezó un poco más lejos, en la calle Chile, al final de Príncipe de Vergara. Allí se abrió en 2005 la primera sede. “Un centro normal para hacer tratamientos faciales y manicuras, pero ya entonces usábamos productos de alta cosmética y se priorizaba el trabajo de la piel con las manos”, recuerda Torralba, que a los dos años estuvo a punto de cerrar porque aquello no acababa de funcionar.

El primer giro de guion sucedió la tarde que entró la modelo Eugenia Silva, recomendada por una estilista, una clienta asidua que Torralba no conocía. “Eugenia no sabía ni quién era yo ni cómo me llamaba, y puedo imaginar que cuando entró se diría: ‘¿Qué hago yo aquí?”. En vez de eso, la modelo preguntó: “¿Es aquí donde hacen muy bien la cara?”. “Eugenia era alguien a quien solo había visto en revistas. Imponía, pero salió feliz, empezó a venir de forma regular. Le gustó que no fuéramos nada conocidos, saber que no se iba a encontrar a un fotógrafo en la puerta, y que nadie mandaría un soplo a una revista”.

La modelo empezó a mandar ahí a gente que prefería las manos a la aparatología. Torralba prueba en persona a todas las terapeutas del centro y se queda con las que tienen buenas manos. “El dominio de las máquinas se puede aprender, la energía de las manos es algo que se tiene o no”, explica. Fue también la modelo quien le sugirió que se mudaran a una calle “más prime”.

El segundo giro de guion llegó cuando Mandarin Oriental se hizo con la gestión del hotel Ritz de Madrid y, después de pasar un concurso, delegó en The Beauty Concept los servicios de su spa de lujo. “Mucha clientela de la alta sociedad de Madrid que nunca había oído hablar de nosotros llegó arrastrada por la reputación del Ritz”, señala. El contrato con alojamiento elevó el nivel de la clientela y los obligó a contratar terapeutas bilingües con un conocimiento global del mundo de bienestar.

Los empleados de The Beauty Concept firman un acuerdo de confidencialidad y se entrenan para no dejarse impresionar por personas que ven en las pantallas del cine, en televisión o en las revistas. “La confidencialidad es una de las claves de este trabajo, los empleados tienen que ponerlo por escrito. Está prohibido hacer comentarios, sacar información del centro y las fotos. Ni momento fan ni momento campechano. Aquí se trata a todo el mundo de usted, excepto que alguien pida que se le tutee”.

“Nuestros clientes no tienen problemas de dinero, pero son personas impacientes que no aceptan un no por respuesta”, describe la empresaria. Pueden pedir terapias extravagantes o muy específicas, pero suelen hacerlo con antelación, no improvisan demasiado. Y puede haber alguno que se pase de la raya. “A los masajes en las habitaciones las terapeutas siempre van con un botón del pánico, si pasa algo, lo tocan, e inmediatamente entra alguien de seguridad del hotel. Algunos clientes se sorprenden: ‘¿Esto es el Ritz, no? ¿No podemos tener este tipo de servicios?’. La respuesta es no”, zanja la empresaria. Pero no es la norma, la gente suele ser muy educada y agradecida”, asegura Torralba.

Joaquin Phoenix probó uno de los masajes estrella de la casa, un deep tissue (masaje de tejido profundo; a partir de los 250 euros, según su web), y salió flotando. Al poco tiempo recibieron la llamada de su esposa, la actriz Rooney Mara: “Nunca le gusta nada y está encantado. No sé qué se hizo, pero yo quiero lo mismo”, les dijo. La siempre difícil Anna Wintour, exdirectora de Vogue USA, se peinó en su habitación del Ritz y luego pidió un masaje en silla, solo quería que le tocaran las manos y los pies.

Torralba estudia todos los días, lee e investiga de biodisponibilidad, de suplementos y de interacciones entre ellos. “Hoy los clientes saben más que tú”, advierte. Desde que cumplió 50 años se siente mejor que nunca. “Me hice una analítica de detoxificación del hígado, otra de tolerancia a los fármacos”, afirma, también se midió los telómeros y la inflamación de bajo grado. Como resultado, dejó los lácteos, la soja, la carne de cerdo —jamón incluido—, el gluten y el Ibuprofeno. “¡Me ha cambiado la vida, ahora duermo bien sin tomar nada!”, dice.

Asegura que habla con todos los clientes y que su vida social ha estado a punto de sobrepasarla más de una vez: “Ahora soy más selectiva, no voy a todo como antes por estrategia comercial”. Quizá la señal definitiva de su éxito sea la siguiente frase: “Solo aparezco donde sé que me lo voy a pasar bien”. Entre tanta clientela selecta ha conseguido hacer algunos buenos amigos, de los que le dejan las llaves de casa o le piden que les cuide a los niños. “No son muchos, pero hemos conseguido hacer amigos”, recalca. En el nosotros incluye a su marido, el abogado Álvaro Écija, socio fundador de Ecix Group, una firma experta en ciberseguridad y compliance.

The Beauty Concept no invierte en publicidad, su propietaria confirma que nunca ha pagado a una celebrity ni a un influencer. “Nos eligen por el boca a boca. Un cliente feliz te trae a otros 10. Aquí todo el mundo paga lo suyo, y es tan importante una persona anónima como un famoso. Mis amigos [entre los que se cuentan Carla Pereyra y el Cholo Simeone] nunca han tenido un descuento”.

Sobre la firma

Más información

Archivado En