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Silvia Alonso habla de su miedo a las agujas y de los síncopes vasovagales que sufre: “Me caigo redonda allá donde esté”

La actriz ha sido la primera invitada de la nueva temporada del ‘podcast’ de Manuel Burque, ‘Me pasa una cosa’

“Hoy arrancamos con un miedo muy universal, el miedo a las agujas”. Así comenzó el presentador Manuel Burque la nueva temporada de su podcast en la Cadena SER, Me pasa una cosa, una “terapia en grupo” donde se analizan neuras, manías y gustos un tanto raritos. En esta primera entrega, la protagonista fue la actriz Silvia Alonso, que contó cómo convive con su fobia a “todo tipo de agujas que puedan penetrar en tu piel”. “Desde que te saquen sangre hasta una vía”, agregó la intérprete, explicando que en realidad lo que le pasa es más bien “una fobia a la invasión” y que también lo sufre cuando va al ginecólogo o en otras pruebas médicas. “Tuve que ir varias veces a que me mirasen las cuerdas vocales y te tienen que meter una cámara por la nariz, fue horrible”, dijo.

Alonso mencionó que todo mejora si la anestesian pero que, en la mayoría de los casos, es una sedación intravenosa: “Ahí volvemos al punto inicial: las agujas”, explicó con humor. De hecho, la actriz enfatizó que la acupuntura o la punción seca son dos cuestiones que tampoco se ha planteado debido a su fobia: “Prefiero ir diez veces a que me claven el dedo hasta el hígado, porque con el dolor no tengo ningún problema, antes que pasar por eso”.

Relató que, en su caso, lo que sufre es un síncope vasovagal: “Pierdo el conocimiento, me caigo redonda allá donde esté, ojos en blanco, convulsiones, tensión, me muerdo la lengua y luego estoy dos días vomitando”. “Cuando vuelvo en mí tengo enfrente a un enfermero o a un médico blanco que jamás se esperaría esa reacción”, agregó. “No tiene que ver con no mirar o con el dolor, hay algo en mi cabeza que necesita protegerse y por eso se desconecta”, concluyó.

Silvia Alonso comentó también en el podcast que se podría desmayar solo con hablar del tema y que acudir a terapia le ayudó mucho: “Relaciono eso con algo sobre lo que no tienes control. Yo tengo a miedo a todo, por ejemplo, miedo a volar. Hay un componente en todo esto que es ponerte en manos de otro y no controlar lo que está haciendo”. Y contó que no fue capaz de hacerse un análisis de sangre hasta los 28 años, y que le daba más miedo esa prueba que morirse.

Primero empleó la terapia de desensibilización y reprocesamiento mediante movimientos oculares (EMDR, por sus siglas en inglés), un tipo de abordaje psicoterapéutico para reprocesar eventos traumáticos avalado desde 2013 por la Organización Mundial de la Salud. Rememoró así, según dijo, momentos de su infancia en los que tuvieron que inyectarle alguna medicación. Y después realizó una terapia que calificó “de choque” y que terminó con la psicóloga acompañándola a los tres primeros análisis de sangre que se hizo y lo logró: “Todos los días me encerraba una hora con ella a hacer un simulacro de un análisis. Estuve así un año y pico”.

“El dolor y las experiencias traumáticas con las inyecciones suelen ser los desencadenantes de la fobia a los pinchazos en los niños, que es más habitual que en los adultos”, explica este reportaje de Mamas&Papas.

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