Marius Borg Høiby, el joven que ha puesto en jaque a la monarquía noruega
Tres denuncias de exnovias cercan al primogénito de la princesa Mette-Marit, de 27 años. Él ha admitido tener problemas mentales y también ha prometido tratar su drogadicción en un momento muy duro para la familia real
La situación legal de Marius Borg Høiby, el primogénito de 27 años de Mette-Marit de Noruega, se ha complicado desde que su pareja le denunciase el 4 de agosto por lesiones corporales y vandalismo. El 7 de agosto, las cosas se torcieron aún más por “la posesión ilegal”, según un informe policial, de una motocicleta, hecho por el que también está siendo investigado. Y a ello se ha sumado que dos exnovias le han acusado esta semana de haber sido violento en el pasado, y la policía ha ampliado los cargos por supuestos abusos. Hijo de una relación anterior al matrimonio de su madre con Haakon, heredero al trono noruego, Marius ha pedido disculpas por la agresión a su novia y asegura que tiene “problemas mentales” y ha estado en tratamiento “por consumo de drogas”. Aunque carece de obligaciones institucionales al no formar parte de la casa real del país nórdico, sus dificultades pueden repercutir en la imagen de la monarquía, representada hoy por los reyes Harald y Sonia de Noruega.
Todo empezó el pasado 4 de agosto, cuando agentes noruegos acudieron a una casa en Oslo por un incidente violento. Dos días después, la policía confirmó que Marius Borg Høiby había sido acusado de daños físicos contra una mujer. Fue arrestado e interrogado y puesto luego en libertad. Su madre pospuso durante unos días el viaje que tenía previsto a París para animar a los atletas noruegos durante los Juegos Olímpicos. El príncipe Haakon, que cuando saltó la noticia ya estaba en la capital francesa, calificó los hechos de “serios”, pero se abstuvo de hacer más comentarios. El 13 de agosto, fuentes de palacio confirmaron a la prensa nacional que la princesa Mette-Marit se había puesto en contacto con la víctima, a la que su hijo se refirió como su “novia” ante la policía y en su comunicado, aunque la abogada de la agraviada ha señalado a la prensa noruega que la relación había terminado.
El contacto entre la princesa y la denunciante provocó sentimientos encontrados en Noruega. El comentarista político del rotativo Dagbladet, Lars Helle, publicó el 13 de agosto un artículo donde indicaba que Mette-Marit “debía tener las mejores intenciones cuando la llamó”. El problema, añadía, es que este tipo de contactos “pueden arrastrar a la parte oficial de la familia real al centro del escándalo”. Se refería a que pueda pensarse que la futura reina de los noruegos pretendía influir de alguna manera en la joven. Sobre todo porque ella tiene inmunidad debido a su rango, pero no así su hijo. Y si se llegara a juicio, esa llamada de teléfono puede acabar siendo analizada en la corte. Por otro lado, la revista semanal noruega Se og Hør ha publicado unas fotos de Marius y la chica en cuestión en el entorno del domicilio de los príncipes Haakon y Mette-Marit. La abogada de la denunciante, Mette Yvonne Larsen, lamentó unas imágenes “de personas que están en una situación muy difícil”. “Ambas partes están dialogando”, escribió la letrada en un mensaje enviado al canal comercial de televisión TV 2.
Marius está integrado en la familia real, formada por su madre y el príncipe Haakon, y los dos hijos que ha tenido la pareja: los príncipes Ingrid Alexandra, de 20 años y segunda en la línea de sucesión, y Sverre Magnus, de 18 años. Son sus hermanos de madre. “Aunque Marius no dispone de guardaespaldas, vive en una casa en Skaugum, la finca al sureste de Oslo que es la residencia oficial de los príncipes Haakon y Mette-Marit”, explica Caroline Vagle, reportera noruega especializada en la realeza. En su opinión, lo ocurrido “pone en una situación muy difícil a toda la familia real”. “Además del dolor personal y las dificultades del momento, tienen que gestionar cómo afecta todo esto a la institución, a la monarquía”, dice en conversación telefónica.
De momento, la popularidad del rey Harald, de 87 años, no parece haber sufrido daños. Una encuesta llevada a cabo por el diario Dagbladet el pasado 16 de agosto señala que un 73,7% de los noruegos no quieren que abdique, a pesar de los problemas de salud que arrastra el monarca. El pasado enero, Nettavisen, un medio digital noruego, hizo un sondeo similar y ahí un 63,5% creía que el soberano debía permanecer en su puesto. La abdicación era un asunto de actualidad entonces tras el anuncio de la reina Margarita de Dinamarca en su discurso de Año Nuevo de que entregaba el testigo a su hijo, el hoy rey Federico X.
Aunque el primogénito de la princesa Mette-Marit no ha hecho comentarios por ahora acerca de las otras dos denunciantes, en la carta abierta que publicó después de su arresto no solo pidió disculpas “por algo que nunca debió haber sucedido”. Admitió estar “bajo los efectos del alcohol y la cocaína cuando causé daños físicos y destruí objetos en un apartamento”. A su vez, reveló que tenía problemas psíquicos que han supuesto un reto durante su infancia y vida adulta. Y añadía: “Lucho contra el uso de drogas desde hace mucho tiempo”. Se comprometía, además, a volver a tratar sus adicciones. “Si bien todo ello no excusa sus actos violentos, sí explica muchas cosas: es un joven que tiene dificultades para encontrar su sitio”, explica Vagle. “El reconocimiento de sus adicciones confirma los rumores que circulaban sobre el tipo de vida que llevaba”, concluye.
Dagbladet revelaba el 15 de agosto que la policía investiga continuamente el entorno de la familia real por si hubiera amenazas de algún tipo. “En el círculo [del hijo de la princesa Mette-Marit] hay famosos y ricos herederos, pero también personas relacionadas con las drogas y el fraude”, señala la publicación. El padre biológico de Marius, Morten Borg (Høiby es el apellido paterno de soltera de su madre), tiene antecedentes penales por posesión de cocaína; no se ha pronunciado por ahora sobre la situación de su hijo.
En 2001, poco antes de su boda con el príncipe Haakon, la entonces aspirante a princesa incluso tuvo que pedir disculpas en público por su pasado. “Mi rebelión juvenil fue más fuerte que otras y llevé una vida salvaje”, dijo. Abordó también su presencia en fiestas donde se usaban drogas: “Rebasé los límites y me llevó tiempo sobreponerme a esa experiencia”. Marius tenía 4 años en 2001, y desde el enlace participó en la vida pública de la familia real noruega. En 2017, año en el que fue multado por consumo de cocaína en un festival de música, según recogieron los medios noruegos, decidió que quería tener más privacidad, y su retrato y biografía fueron sacados de la web oficial del palacio. Se mantiene su nombre y aparece en alguna foto. Después se mudó a Estados Unidos para estudiar en el Santa Monica College, de Los Ángeles, pero regresó a Oslo en verano. Luego estuvo en Milán para llevar a cabo unas prácticas con el diseñador alemán Philipp Plein. También ha trabajado como editor de tendencias para una revista de lujo londinense, asesor inmobiliario y mecánico de motos. Pero poco se conoce de a qué se dedica en la actualidad o de cuáles son sus aspiraciones de futuro.
Por ahora, está previsto que la próxima semana la policía le interrogue de nuevo. ¿Afectará lo ocurrido con Marius a la boda de la princesa Marta Luisa, hermana de Haakon, con el chamán Durek Verret, prevista para el 31 de agosto? Vagle sostiene que el enlace seguirá adelante, “pero no hay duda de que cuando una familia está sumida en una crisis tan seria no puede borrarlo en una noche”. Está por ver si Marius será uno de los invitados.