Arrestan en Malta al polémico príncipe Paul de Rumania tres años después de fugarse
La justicia rumana emitió en 2020 una orden europea de búsqueda después de que el Tribunal de Casación lo condenara a tres años y cuatro meses de prisión por tráfico de influencias, blanqueo de capital y soborno
Paul-Philippe de Rumania, conocido más bien como el príncipe Paul Lambrino, no ha sido un personaje de devoción en su país y tampoco ha sido ajeno a la polémica. Este domingo 28 de abril, agentes de las policías rumanas y maltesas lo detuvieron en un complejo turístico de Malta, según informaron fuentes judiciales a los medios de comunicación, aunque no transcendieron más detalles. La ministra de Justicia rumana, Alina Gorghiu, acaba de afirmar este lunes que el príncipe Paul permanecerá baj...
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Paul-Philippe de Rumania, conocido más bien como el príncipe Paul Lambrino, no ha sido un personaje de devoción en su país y tampoco ha sido ajeno a la polémica. Este domingo 28 de abril, agentes de las policías rumanas y maltesas lo detuvieron en un complejo turístico de Malta, según informaron fuentes judiciales a los medios de comunicación, aunque no transcendieron más detalles. La ministra de Justicia rumana, Alina Gorghiu, acaba de afirmar este lunes que el príncipe Paul permanecerá bajo arresto preventivo en la isla mediterránea hasta el próximo 9 de mayo. Hasta entonces, va a intentar proporcionar toda la documentación a la justicia maltesa para que proceda a su entrega a Bucarest. Según publica Times of Malta, estaba de visita en el país para un evento organizado por los Caballeros de Malta.
La justicia rumana emitió en diciembre de 2020 una orden europea de búsqueda después de que el Tribunal de Casación lo condenara y él se diera a la fuga. El Tribunal lo condenó a tres años y cuatro meses de prisión por tráfico de influencias, blanqueo de capital y soborno al pertenecer a un grupo criminal que buscaba restituir de forma ilegal tierras que aseguraba que le correspondían como heredero de la familia real rumana y que habían sido confiscadas por el régimen comunista. Restablecida la democracia en Rumania tras el derrocamiento del sátrapa de Nicolae Ceaușescu en la Navidad de 1989, el príncipe Paul entró a formar parte de una organización ilícita, de acuerdo a la máxima instancia judicial del país de Europa del Este, con el objetivo de beneficiarse de una ley gubernamental que permitía la restitución de propiedades expropiadas por las autoridades dictatoriales. Fue acusado de haber trabajado con una banda criminal entre 2006 y 2013 para recuperar grandes parcelas de terrenos que reivindicaba como beneficiario de la casa real, entre las que se encontraban 47 hectáreas del bosque de Snagov —donde se sitúa un monasterio en el que, según la leyenda, se haya enterrado el cuerpo sin cabeza de Vlad Drácula— y otras 27 hectáreas de la antigua granja real situada en Baneasa, ambas al norte de Bucarest. Precisamente, los derechos de estas dos codiciadas tierras fueron vendidos en 2006 al magnate israelí de los diamantes Beny Steinmetz y sus socios.
El Tribunal Superior de Rumania lo condenó a finales de 2020 a más de tres años de cárcel. Pero, esa misma noche, la policía no halló a Paul-Philippe de Rumania en su residencia habitual, por lo que la alta instancia dictó una orden europea de búsqueda para detener al fugado. En el mismo caso, fueron sentenciadas a prisión un total de 18 personas. Los fiscales, que afirmaron que Paul Lambrino no tenía ningún derecho sobre las propiedades, estimaron que el daño causado al Estado ascendía a unos 145 millones de euros.
Se localizó su paradero en Francia en junio de 2022 y estuvo detenido en prisión preventiva antes de ser puesto en libertad bajo fianza. Y a principios de octubre del pasado año, rechazó que fuera trasladado a su país para cumplir la sentencia judicial. La ministra de Justicia rumana, Alina Gorghiu, llegó a afirmar el pasado jueves que todavía no había obtenido respuesta de su homólogo francés sobre la situación del príncipe Paul, después de que la justicia del país galo refutara su entrega a Rumania debido a un defecto en el procedimiento. Paul Lambrino, de 76 años, se negó a ser extraditado a su país de origen alegando que el caso en su contra era eminentemente político. “No he hecho nada ilegal o incorrecto. Confío en que Francia me sacará de esta pesadilla”, llegó a asegurar el príncipe. “Me acusan porque se me considera el heredero de mi abuelo”, aseveró.
Su padre, Carlos Mircea Grigore Lambrino, luchó todo lo que estuvo en sus manos para que se le reconociera como el heredero legítimo del rey Carlos II, quien gobernó de 1930 a 1940, y a quien siguió su hijo Miguel I, quien abdicó en 1947 por la llegada al poder de los comunistas tras la Segunda Guerra Mundial. El progenitor de Paul-Phillippe había nacido en 1919 de la relación del monarca con Juana María Zizi Lambrino, la primera esposa del rey. La casa real del país de Europa del Este no aceptó ese matrimonio al aducir que violaba el Estatuto de la monarquía, que establecía la unión solo con miembros de otras familias reales. Incluso el rey Fernando, padre de Carlos II, llegó a recurrir a la justicia para prohibir que ese nieto ilegítimo reivindicara títulos y derechos sucesorios. En cambio, tras varios lustros de demandas, el Tribunal Superior de Rumania acabó dándole la razón en enero de 2012 al conferirle de manera oficial el reconocimiento como heredero del trono. Carlos II terminó por casarse en 1921 con la princesa Elena de Grecia —tía de Sofía, la reina emérita de España—, con quien tuvo el último rey de Rumania, Miguel I, que falleció en Aubonne (Suiza) a los 96 años en diciembre de 2017.