Ruth Lorenzo: “Mi mejor sexo es cantando”

La cantante, que debuta como presentadora televisiva en ‘Cover Night’, lanza ‘La reina’, un disco con el que afirma retomar las riendas de su carrera tras décadas de relación tóxica con la industria: “A los 40, por fin soy mía”, confiesa

Ruth Lorenzo, cantante y comunicadora. Foto: BERNARDO PEREZ | Vídeo: EPV

”¿Solo, cortado, con leche?”. “¿De soja, de avena, de almendra?”. Nada más abrir la puerta del pisazo de una amiga en Madrid, donde se aloja cuando trabaja en la capital, la artista Ruth Lorenzo ofrece café a la visita, desaparece pasillo al fondo y vuelve con un cafelito perfectamente servido en una bandeja impecablemente dispuesta. Además de con su amabilidad, tal primor y diligencia puede tener que ver con su infancia de camarera ilegal en Estados Unidos, adonde llegó con su madre desde su Murcia natal tras la traumátic...

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”¿Solo, cortado, con leche?”. “¿De soja, de avena, de almendra?”. Nada más abrir la puerta del pisazo de una amiga en Madrid, donde se aloja cuando trabaja en la capital, la artista Ruth Lorenzo ofrece café a la visita, desaparece pasillo al fondo y vuelve con un cafelito perfectamente servido en una bandeja impecablemente dispuesta. Además de con su amabilidad, tal primor y diligencia puede tener que ver con su infancia de camarera ilegal en Estados Unidos, adonde llegó con su madre desde su Murcia natal tras la traumática separación de sus padres. De cerca, Lorenzo parece una mujer dueñísima de sí misma. No siempre fue así, dice. La entrevista se realizó hace un par de semanas, pero que se publique hoy, Domingo de Resurrección, viene al pelo.

Reina, Libre, Woman. Sus canciones podrían sonar en un mitin feminista. ¿Qué le ha pasado?

Pues que me corté la melena en mi último concierto, el día que cumplí 40 años. No me dejaban hacerlo y ese fue mi acto de rebeldía, de decirle al mundo que, a los 40, por fin soy mía y hago lo que me da la gana. Date cuenta: lo sentí como un acto de rebeldía. Así estamos mentalmente programadas las mujeres.

¿Quién no le dejaba ser suya?

La industria, mi discográfica. Me decían: “No hables en los conciertos, no te des tanto, dosifícate, no vayas tan de frente, que caes mal; ese vestido no, déjate el pelo largo, que te dulcifica”. Ese día dije: “A tomar por saco”.

Lleva décadas cantando. ¿Tanto ha tardado en darse cuenta?

Esto viene de siempre. Al principio eres joven e ingenua. Con el tiempo, empiezas a interiorizar que sí, quizá eres tan complicada como te pintan, dices: “Voy a ceder, a ver qué pasa”, y acabas anulada, sin ser quien realmente eres.

Parece estar describiendo la relación con un novio maltratador.

Exactamente. Es igual de tóxico. Imagínate que un mánager, o una discográfica, se enamora de ti y quiere ficharte, porque le encantas y quiere desarrollarte. Vale, pero luego no intentes cambiarme. Si quieres una marioneta, cómpratela.

¿Usted era la marioneta?

Nunca me dejé del todo. De ahí que me castigaran con el silencio. Teniendo mi disco en un cajón y no dejando que me desarrollara. Lo que estoy haciendo ahora, sola, es pequeñito, pero está funcionando. Al final, es el miedo que nos inculcan y que tenemos muchas al lanzarnos al vacío, eso de que “sola no puedo”.

En el escenario emociona al público. ¿No se siente poderosa?

Mira, creo que ahora soy mejor artista que a los 25. Sobre todo en el fraseo. Cuando tú dices una canción, lo dices con un bagaje emocional distinto, desde un lugar de verdad. No la interpretas tanto, sino que la sientes. Y eso se transmite. Yo no sé lo que es, pero es lo bonito del arte. Una vibración entre tú y el público que no se imposta, que no es de plástico.

Llámelo equis.

Exacto. A veces, yo misma me emociono tanto que se me va la afinación. Pero mejor desafinada que perfecta. Nuestro instrumento no es un trozo de madera, está vivo, late. Eso es lo que acaricia al público.

¿Y dejó de sentir ese latido? Le faltaría el aire.

Siempre he cantado en la ducha, y ya no cantaba. Los tres minutos de las pocas actuaciones que tenía en televisión se me hacían un concierto de tres horas. Para mí cantar es algo emocional y me di cuenta de que algo no iba bien. Mi cuerpo me avisaba, y no le hacía caso, hasta que perdí la voz. Lo de cortarme el pelo aquella noche era por las mujeres de Irán, pero, sobre todo, por mí. No se nos olvide que el terreno que hemos ganado es fácil de perder y es responsabilidad de las que ahora tenemos fuerza y resiliencia respetar lo que hicieron nuestras madres, porque un día alguien puede decir: “Chicas, hasta aquí”, y quitárnoslo todo.

¿Su madre es su modelo?

Mi madre tiene 80 años y está divina. Su abrazo es mi hogar. Esté aquí o en la Cochinchina. La admiro muchísimo. Hay algo que no nos enseñan a los hijos. Somos egoístas y pensamos que nuestros padres nos pertenecen. Y no. Son personas. Empecé a entender a mi madre cuando empecé a ser responsable de mí misma. Necesitaba irme de ella para encontrarme. Entonces, en vez de culparla de todo, me di cuenta de que mi madre es una mujer. Coqueta, sensual, sexy, mayor, joven. Viva.

¿Cómo fue esa revelación?

Un día, echándome crema, vi a mi madre en el espejo. Me interesé por conocer su historia. No la de la madre que me dio a luz, sino la de la mujer que se quedó con sus sueños sin cumplir. Que se separó en época de Franco. Que tuvo un marido que, por circunstancias de la vida, terminó siendo alcohólico y maltratador. Que luchó por sacar a sus hijos adelante, que montó un negocio y lo perdió todo para intentar ser libre. Ella sí que es mi ídola.

Ruth Lorenzo, con su guitarra, con la que compone sus canciones, fotografiada en el piso de una amiga en Madrid. bernardo perez

Ha contado que sufrió un trastorno alimentario hasta no hace tanto, ¿cómo logró superarlo?

Todo está relacionado. Mis mayores crisis eran cuando toleraba una relación tóxica y no me daba cuenta. Entonces, me atracaba y vomitaba. De ahí se sale. Se necesita terapia y trabajo, pero se sale. Me empecé a gustar cuando vi que mi imperfección es natural, que no tengo que ser perfecta para agradar a nadie. Se me cayó la venda y ahora me veo como una mujer real.

Todas somos reales.

Mira, no. En el fondo todas pensamos que tenemos que pasar un filtro para ser aceptadas. Y no es hasta que no nos damos cuenta y nos quitamos ese filtro cuando somos conscientes de la realidad que llevamos dentro. Ayer fui a un evento de mujeres en la Embajada de Estados Unidos. Había mujeres de todo tipo, estilo, edades. Eran, éramos, todas tan bellas, cada una a su modo. Cantaron conmigo y me emocioné muchísimo. Fue cerrar un círculo.

¿La invitaron como compatriota? ¿Es ciudadana de EE UU?

Qué va, yo fui ilegal. Trabajé ilegalmente en Estados Unidos, siendo menor, en la hamburguesería de unos vecinos. Unas horas, para ayudar en casa. Puede parecer explotación infantil, pero eran conocidos, y realmente necesitábamos ese dinero. Por eso te digo que a mí nunca se me han caído los anillos. Y, fíjate, ahora me invitan a cantar en su embajada. Todo, en el fondo, es la herencia de mi madre, que, a sus 80 años, aún me dice: “Hija, haz mucho el amor”.

¿Y le hace caso?

Bueno, lo intento. Pero ya te digo que mi mejor sexo es cantando.

Eso dicen todos los artistas.

Te lo juro por mi vida. Para mí el escenario es un éxtasis total.

Eso lo dice porque usted misma ha declarado que acaba de romper con su pareja.

Pues también tienes razón. Me gusta pensar que empiezo de cero. Ya te iré contando.

'LA REINA'

A Ruth Lorenzo (Murcia, 40 años) le encanta practicar apnea deportiva en aguas de su Murcia natal. Una disciplina que consiste en bajar hasta 25 metros de profundidad a pulmón, sin equipo de aire, disfrutar del viaje y volver a salir indemne. "Es mi forma de meditar. Ha sido el último eslabón de la cadena de cosas que me ha ayudado a sanar mentalmente. Requiere una gran concentración, cualquier fallo puede acabar con tu vida, tienes que saber escuchar a tu cuerpo, ser consciente de ti misma, conocer tus límites, saber que no puedes pensar en otra cosa ni estar en otro lugar, que eso es pasajero y que, al salir, todo volverá a su sitio, ayuda a controlar los estados emocionales", explica, con tal pasión que parece que te lleva de la mano mar abajo.

Parece una buena metáfora de la trayectoria y la personalidad de esta artista que saltó a la fama en 2008, cuando dejó boquiabierto al público británico con su voz en The X Factor, y que, en España, sin embargo, y pese a su innegable talento que la llevó a Eurovisión en 2014 (quedó décima), le ha costado años hacerse un sitio. Nada es tan sencillo, explica. Ahora, a los 40 recién cumplidos, presenta en televisión el concurso Cover Night (La 1) y lanza La reina, una colección de cuatro canciones donde se declara libre de presiones por primera vez en su vida.

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