Biden indulta a los pavos ‘Chocolate’ y ‘Pepita’ en vísperas del día de Acción de Gracias
La ceremonia anual se ha convertido en una de las tradiciones más esperadas del calendario de la Casa Blanca
Chocolate y Pepita ya son libres y podrán disfrutar del resto de su vida en el equivalente de un hotel de cinco estrellas para aves. En una mañana radiante de luz pero muy fresca en los jardines de la Casa Blanca, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, participó este 21 de noviembre en una ceremonia incorporada desde hace décadas al calendario oficial del Gobierno y casi tan esperada como los fuegos artificiales del 4 d...
Chocolate y Pepita ya son libres y podrán disfrutar del resto de su vida en el equivalente de un hotel de cinco estrellas para aves. En una mañana radiante de luz pero muy fresca en los jardines de la Casa Blanca, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, participó este 21 de noviembre en una ceremonia incorporada desde hace décadas al calendario oficial del Gobierno y casi tan esperada como los fuegos artificiales del 4 de julio: el indulto de un pavo en las vísperas del día de Acción de Gracias, la mayor fiesta de guardar del año para los ciudadanos estadounidenses.
Cada año se sacrifican y se consumen millones de pavos por estas fechas en Estados Unidos. Este ave es el plato estrella y el alimento tradicional en la comida de Acción de Gracias, que conmemora la ayuda en forma de comida que los primeros colonos británicos recibieron de la población nativa en su primer y duro invierno. Desde hace décadas, a la tradición se ha sumado el indulto presidencial de un pavo. En realidad, de dos pavos: el oficial más su sustituto. Elegidos por votación popular, las dos aves seleccionadas podrán vivir el resto de su vida en un santuario de animales y —a diferencia de la mayoría de sus congéneres— morir de viejos.
En este caso se trataba de dos pavos criados en Carolina del Norte. Chocolate, un hermoso ejemplar de color blanco y 22 kilos de peso, y su compañero Pepita (Chip, en inglés), de 22,5 kilos. Ambos vivirán el resto de sus días en la granja modelo de la Universidad de su Estado natal.
El presidente estadounidense, que el pasado domingo 20 de noviembre cumplió ochenta años, acudió con lo que se ha convertido en una de sus indumentarias características, las gafas oscuras puestas y un abrigo negro. Empezó el acto con una broma sobre las bajas temperaturas incluso a pleno a sol en la explanada sur de la Casa Blanca, advirtiendo que la ceremonia sería breve porque “a nadie le gusta el pavo cuando se ha quedado frío”.
Su breve discurso estuvo salpicado de chistes, parte de ellos relacionados con las elecciones legislativas de hace dos semanas, en las que su Partido Demócrata ha logrado mejores resultados de lo esperado y mantendrá el control del Senado, aunque perderá la mayoría en la Cámara de Representantes por un puñado de escaños. En cambio, los republicanos, cuyo símbolo es el color rojo, no han conseguido la amplia mayoría que esperaban. “La única oleada roja que va a llegar esta temporada es si Commander (el perro pastor alemán de los Biden) tira la salsa de arándanos”, bromeó el presidente estadounidense al público presente en la explanada sur.
Según la tradición, la primera persona que pidió el indulto de un pavo fue el hijo del que sería presidente Abraham Lincoln, que pidió a su padre que no sacrificaran al animal que la familia pensaba comer en Acción de Gracias. En los tiempos modernos, John F. Kennedy fue el primer presidente en perdonar la vida a un pavo en la residencia presidencial estadounidense, aunque sus sucesores Richard Nixon y Gerald Ford no celebraron ninguna ceremonia de este tipo.
Quien relanzó la idea y la convirtió en un acontecimiento anual fue el presidente George Bush en 1989. Desde entonces, todos los jefes de Estado del país han indultado a una pareja de pavos, desde Bill Clinton hasta el antecesor de Biden, Donald Trump.