Kelly Clarkson: la estrella del pop e inesperada reina del ‘talk-show’ heredera de Ellen DeGeneres
La actriz y cantante se consolida en su papel de presentadora de un programa matinal en Estados Unidos tras conseguir siete Emmy en solo un año. Una nueva etapa para la artista después de atravesar un duro divorcio
Qué razón tenía el crítico de The New York Times cuando escribió eso de que la voz de Kelly Clarkson tenía “alma de sirena”. Lo dijo hace décadas, cuando la cantante con voz de soprano despuntaba en la primera promoción de ese fenómeno llamado American Idol. Luego vendrían los discos, las giras, los Grammy, la fama, los escarceos como actriz, su paso por The Voice (la versión estadounidense de La Voz). Y así, un éxito tras otro, ganándose adeptos embrujados p...
Qué razón tenía el crítico de The New York Times cuando escribió eso de que la voz de Kelly Clarkson tenía “alma de sirena”. Lo dijo hace décadas, cuando la cantante con voz de soprano despuntaba en la primera promoción de ese fenómeno llamado American Idol. Luego vendrían los discos, las giras, los Grammy, la fama, los escarceos como actriz, su paso por The Voice (la versión estadounidense de La Voz). Y así, un éxito tras otro, ganándose adeptos embrujados por el canto de esta sirena hasta llegar a colocarse al frente de su programa, The Kelly Clarkson Show, el gran ganador de los premios Emmy de la programación diurna. Un total de siete estatuillas en un solo año, incluidas Mejor talk-show y Mejor presentadora. Más premios Emmy en un solo año que los tres Grammy que ha ganado por toda una carrera discográfica que incluye álbumes como Stronger (What Doesn’t Kill You) o Breakaway y desde luego más estatuillas de una tacada que la hasta ahora reina de este formato televisivo, Ellen DeGeneres, que en esta edición ni estuvo nominada.
Clarkson no asistió a la gala de esta máxima distinción televisiva que tuvo lugar en el centro de convenciones de Pasadena (California) el pasado 24 de junio. No fue arrogancia por parte de una estrella con los pies bien plantados en el suelo y para la que, como siempre dice, su único sueño es cantar. “Era todo lo que quería, cantar. En un coro me bastaba. Luego la vida, Dios o lo que sea tuvo otros planes para mí”, reconoció hace unos años a EL PAÍS. La cantante está de vacaciones por primera vez en 16 años, ha confesado, junto con sus hijos River Rose, de ocho años, y Remington Remy Alexander, de seis, y ni tan siquiera su coronación oficial como reina del talk-show cambió sus planes de descanso en familia.
Unas vacaciones de vaqueros y camisetas, sin maquillaje y pasando desapercibida, como le gusta fuera de cámara, antes de lanzarse al nuevo reto de su carrera: heredar de DeGeneres la franja horaria de máxima audiencia ahora que The Ellen DeGeneres Show ha concluido su presencia en televisión tras 19 temporadas. Tiempos de cambio para esta intérprete y artista de 40 años nacida en Texas que durante décadas admiró a sus predecesoras, “a Ellen, a Oprah”, y cuyo deseo para el programa, el que deja atrás y el que ahora quiere renovar, es el de mostrar una cara más amable y mejor de la humanidad, “que para lo demás ya están las noticias, que son deprimentes”.
Programa nuevo y vida nueva. Clarkson no solo se despide a su participación en el programa concurso The Voice, sino que por fin puede decirle adiós al que fue su agente y su marido, Brandon Blackstock. Les ha costado dos años divorciarse del hijastro de la también cantante Reba McEntire. Se lo puso difícil hasta el final, cuando se atrincheró en el rancho en Montana (EEUU) que Clarkson compró hace años por algo más de 10 millones de dólares (9,8 millones de euros) y donde la entonces pareja pasó la pandemia. Echarle le costó a la cantante 1,25 millones de euros libres de impuestos, además del 5,12% del valor de la mansión, los 109.000 euros mensuales de manutención conyugal que le tendrá que dar hasta 2024 y los casi 43.000 euros al mes para la manutención de sus hijos hasta su mayoría de edad, niños de los que Blackstock no tiene custodia y solo puede ver una vez al mes.
Las cifras son altas, pero también lo son los más de 21 millones de euros que Clarkson ingresa anualmente fruto de sus trabajos tanto como cantante y como presentadora. Un precio que no le ha importado pagar por volverse a llamar Kelly Brianne, su nombre de pila que ha adoptado en lo personal, como cuando era “esa niña de la que nadie se daba cuenta hasta que cantaba”, según le gusta describirse. En lo profesional seguirá siendo Clarkson porque, como declaró a la prensa, tras 20 años de éxito es un poco tarde para cambiarlo.
Tampoco piensa cambiar su estilo. Tanto en lo personal como en lo profesional, la música lo es todo para ella. En lo personal fue su refugio durante estos dos años de divorcio, utilizando sus canciones, propias o ajenas, para procesar sus emociones, como demostraron los puyazos que le tiró a su ahora exmarido durante su interpretación del Happier Than Ever, cambiando la letra del tema de Billie Eilish. Y en lo profesional, The Kelly Clarkson Show no sería lo que es sin el canto de sirena que deja oír en su Kellyoke, ese karaoke tan suyo en el que ya se ha interpretado más de 500 temas clásicos y algo más recientes, pop o rock, a lo largo de tres temporadas del programa. “Es así como comencé el show, cantando un minuto y medio o dos de los artistas que amo antes de resaltar a la gente que me inspira, o que me ha inspirado, y así conseguir esa conexión con el público, algo no muy diferente a lo que hago en una gira”, describió entonces su técnica televisiva.
Para saber cómo cambiará su programa a partir de septiembre habrá que esperar a verlo. Su posicionamiento en el horario que hasta ahora ocupaba Ellen DeGeneres es algo más que un cambio en la parrilla televisiva. Es una declaración de principios que quiere llevar el espíritu de American Idol al formato talk-show tan necesitado de una reforma para que, como espera la cadena NBC, conecte “con gente de todas las edades, culturas y procedencias”. Como ya hizo la voz dulce y a la vez segura de Clarkson hace ya dos décadas en American Idol.