Juanes: “Me siento maduro, interesante y seguro, y eso me encanta”

El músico colombiano, con 26 premios Grammy a la espalda y a punto de cumplir el medio siglo de vida, inicia gira por España y Europa después de tres años de ausencia de los escenarios por la pandemia

El cantante y compositor Juan Esteban Arestizabal, Juanes, en Madrid. Fotografía de BERNARDO PÉREZ. Vídeo de OLIVIA LÓPEZ

Es la última entrevista del día. Juanes, que ha llegado hace solo unas horas desde Miami a un Madrid tórrido y sitiado por la cumbre de la OTAN, disimula como puede el jet lag atrincherado en el sótano de un hotel de lujo y aprovecha la pausa entre interrogatorios con desconocidos que le preguntamos todos lo mismo para tomar un refrigerio. En el catering, de pr...

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Es la última entrevista del día. Juanes, que ha llegado hace solo unas horas desde Miami a un Madrid tórrido y sitiado por la cumbre de la OTAN, disimula como puede el jet lag atrincherado en el sótano de un hotel de lujo y aprovecha la pausa entre interrogatorios con desconocidos que le preguntamos todos lo mismo para tomar un refrigerio. En el catering, de primera categoría, como corresponde a una estrella de su brillo, refulge aún más que él un jamón de esos de caérsete las lágrimas. Su equipo local liba el manjar con entusiasmo. Él ni lo toca. Bueno, por algún sitio hay que empezar a hincarle el diente a la pieza.

No me diga que es vegano.

Lo fui hasta hace unos años, pero el cuerpo me pedía proteínas y empecé a comer carne de res, pero que no se reconociera mucho al animal. Sé que el jamón ibérico es oro puro, pero no como cerdo porque en mi casa se mataba al marrano, se guardaba hasta la cabeza en la nevera, y me ponía malo solo de verlo.

Esta es una entrevista para EL PAÍS. ¿Conoce el periódico?

Lo leo, lo leo [muestra, cómplice, la aplicación en la pantalla del movil].

¿Cree que sus hijos adolescentes leerán esta charla?

Ni idea: ellos no leen periódicos, se informan por Twitter y TikTok.

¿Abismo generacional?

En ese sentido, sí. Su imaginario y el mío son opuestos. El mío, a sus edades, era la casa, la familia, la Iglesia, dos canales de televisión, dos de radio, y nadie que te dijera nada más. El de mis hijos es descomunal. Tienen el mundo a su alcance en internet. Yo las redes sociales no las manejo ni me gustan especialmente. Estoy en proceso de entenderlas.

¿A sus hijos les gusta usted?

Como padre espero que sí. Musicalmente, no creo que les gusten todas mis canciones, pero aprecian mi música y siempre les pregunto por mis nuevos temas, son honestos y me dicen la verdad. No son mi público objetivo. Mi hija Paloma, por ejemplo, es 100% de reguetón. Están en otro lugar, son ellos quienes me descubren a otros artistas, y me gusta que así sea.

Su canción ‘A Dios le pido’, de hace 20 años, es casi una oración cantada. ¿Sigue siendo tan devoto?

No. Me crié en ese contexto familiar de la misa, y de rezar el rosario, pero hoy tengo un concepto totalmente diferente. Ni la Iglesia ni la institución tiene que ver con lo que significa para mí Dios, que puede ser universo, energía, luz, espiritualidad.

¿Reza en situaciones límite?

Por supuesto, es imposible que pueda separarme de esa educación sentimental. Cuando subo a un avión, cuando pienso en mis hijos, o mi familia, digo: ‘Dios, protégenos’, pero esa es una forma de meditación, como de sentir que hay algo superior a ti, no sé explicarlo, pero así es.

¿Sublima esa espiritualidad con sus fundaciones benéficas?

Esa sensibilidad social ha estado en mí desde siempre, es mi forma de conectar con las personas. Cuando empecé a tocar en un grupo, a los 15 años, todas las letras que hacíamos eran sociales. Nada de amor ni sentimientos: era sacar la rabia y la frustración por lo que ocurría en mi país y en mi ciudad. Eso me hizo entrar en contacto con organizaciones sociales y, cuando tuve fondos y fama, pensé que podía aportar algo a los demás.

¿Cómo ha acogido el triunfo del izquierdista Gustavo Petro en las elecciones colombianas?

Con esperanza, y cautela. Soy optimista, pero eso no significa que no me dé cuenta de la realidad. El país está polarizado en dos mitades, que votaron a dos candidatos. Hemos sido excluyentes unos con los otros, no hemos reconocido quiénes somos y, hasta que no lo reconozcamos, no podemos esperar grandes cambios. No necesitamos más armas, no las queremos. Necesitamos ayuda para construir la paz. Que los niños aprendan música, que se acabe con el hambre: este es un país donde unos pocos tienen muchísimo y muchos no tienen nada. No sé. Me quiero quedar con la esperanza.

Esta noche actúa en Madrid Sebastián Yatra, otra estrella colombiana global. ¿Qué tiene Colombia para dar tanto ídolo de masas?

Muchas inquietudes. El hecho de que hayamos tenido tanta cercanía con la violencia y la muerte, el que haya tantas cosas que contar, genera arte. A mí, por lo menos, me movieron las ganas de superación, de no quedarme atrapado en el círculo depresivo de violencia y rabia que sentía por lo que veía alrededor.

También hace falta talento.

Bueno, yo siento que hay algo en mí que tiene naturalidad con la música y la creatividad. Pero también porque en mi casa se cultivaba la música. Tuve una epifanía a muy temprana edad, tocando la guitarra y cantando solo en mi casa. Me sentí muy bien. Fue como si mi soledad, y mi timidez enfermiza, que me impedía casi hablar, se disiparan. Cuando me llamaban para tocar algo en un acto cívico me sentía casi un héroe. La música era como mi pasaporte a la aceptación de la gente, a la relación con ellos, porque si no yo no tenía relación con nadie.

Un gran tímido que llena estadios. ¿Cómo se come eso?

Es algo muy raro. No ha sido fácil para mí aprender. Al principio sentía pánico. Lo he ido domando, pero, aún hoy, cinco minutos antes de salir me pregunto por qué me he metido ahí.

¿Cuántos ‘Juanes’ es Juanes?

Varios. No podría decirte que soy espiritual ni materialista todo el tiempo, ni siquiera todo el día. A veces siento rabia, a veces ira, otras veces estoy calmado. Quiero ser, siempre, optimista.

El expresidente Obama se declara su fan. Hoy está Biden en Madrid. ¿Lo ve bailando a su son?

No veo a Biden bailando vallenato, la verdad, pero estuve el año pasado con él en la Casa Blanca, y es un tipo muy querido. A los americanos les cuesta un poco de trabajo bailar la síncopa, pero aprecian la música latina y la reciben con muchísimo cariño

¿Qué les da usted, sin cantar en inglés, para que le den tantos Grammys, no solo latinos?

Creo que mi conexión con esa cultura del rock es la guitarra eléctrica. Yo, aunque sea eléctrica, la toco con sabor latino. Como en los rifs de La camisa negra. Muchas veces se los muestro a músicos americanos y no les salen, igual que a mí no me sale tocar el blues como ellos.

Sus letras más románticas, tan sentidas, ¿chocan con el mito del macho latino?

No tengo ningún problema con eso. A veces pienso que me desnudo demasiado diciendo lo que siento, que eso me pone vulnerable, o débil, pero yo he aprendido a amar a través de mis parejas, de mi esposa, de mis hijos, y ha sido una lección increíble de tolerancia. Es cierto que la cultura latina es muy machista. Afortunadamente, en los últimos años esto está empezando a cambiar y yo me doy cuenta sobre todo por mis hijos, cuando digo o hago alguna cosa que antes era normal y ahora me riñen diciendo que eso no se dice o no se hace. Todo es enseñanza, y me parece perfecto.

Usted mismo ha sido un símbolo sexual en algún momento de su carrera, y todavía tiene fans que jalean su físico. ¿Cómo lo lleva?

Esa parte la llevé siempre supermal. Me ponía de mal genio cuando me decían ahí va el sexy latino. No, puta, no soy ningún latin sex, soy un músico, toco la guitarra. Nunca fui capaz de explotar esa parte.

¿Comprende, entonces, a las mujeres que se sienten objeto por haberse sentido usted alguna vez así?

Lo entiendo, claro. A mí me parece chévere quien lo hace y lo explota, pero, en mi caso, que he dedicado toda mi vida a tratar de aprender a cantar y a componer, no es lo que me gusta. Quiero que la gente me recuerde por eso. Tengo muchos amigos artistas que sí lo hacen, les encanta, y les sale perfecto, pero eso va con la personalidad de cada quien. Cada uno tiene que hacer lo que le guste y le haga sentir cómodo.

En ‘A dios le pido’ pedía que su madre no muriera y su padre le recordara. ¿Los lleva tatuados para no olvidarlos usted?

Mis padres son mi vida. Aquí los llevo, donde tengo el pulso [muestra el rostro de ambos, tatuado en la parte interna de los antebrazos]. Sus rostros están sacados de una foto en la que ambos paseaban felices de jóvenes por Medellín. Mi papá falleció hace siete años. Mi mamá sigue con nosotros, y todo lo que soy lo aprendí y se lo debo a ellos.

Ahora el patriarca es usted. En agosto cumple 50 años. ¿Crisis u oportunidad?

La crisis la pasé en torno a los 40. Estaba saturado, sin tiempo para mis hijos, me quedé seco, sin inspiración, sentí pánico a no volver a componer. Pero volvió la magia y ahora, a los 50, me siento maduro, interesante, vital, muy conectado con lo que soy. Me siento seguro y me encanta. Nunca pensé que a esta edad me sentiría así, no quisiera volver a mis 20 otra vez. Aquí estoy tranquilo.

TODOS LOS JUANES DE JUANES

Con 26 Grammys y 16 millones de discos vendidos, Juan Esteban Arestizábal, Juanes (Medellín, Colombia, 50 años), es el solista latino más premiado en Estados Unidos y uno de los artistas más célebres de los muy celebérrimos cantantes colombianos: de Shakira a Carlos Vives, pasando por el aclamado J Balvin y el novísimo Sebastián Yatra. Casado, padre de tres hijos adolescentes y destacado activista por la paz en su país y en el mundo, el autor de himnos de estadio, verbenas y karaokes como La camisa negra y A Dios le pido vuelve a los escenarios españoles tras el parón por la pandemia. Aunque reside en Miami (EE UU), sigue sintiéndose "más colombiano que una arepa".


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