Nueva York celebra por todo lo alto la vuelta a los desfiles físicos
Con más de 90 eventos y la gala del Met como broche final, la semana de la moda neoyorquina busca recuperar el prestigio internacional a través del entretenimiento
A la industria de la moda norteamericana este año y medio de pausa forzada le ha servido para replegarse y contraatacar. Puede que las restricciones que mantiene el país impidan la entrada de buena parte de los editores internacionales, pero el show (en físico) debe continuar. Aunque muchos de los invitados tradicionales tengan que seguir viéndolo en pantalla esta temporada, los organizadores saben que no es lo mismo retransmitir un directo que lanzar un vídeo pregrabado. Y si algo quiere demostrar ...
A la industria de la moda norteamericana este año y medio de pausa forzada le ha servido para replegarse y contraatacar. Puede que las restricciones que mantiene el país impidan la entrada de buena parte de los editores internacionales, pero el show (en físico) debe continuar. Aunque muchos de los invitados tradicionales tengan que seguir viéndolo en pantalla esta temporada, los organizadores saben que no es lo mismo retransmitir un directo que lanzar un vídeo pregrabado. Y si algo quiere demostrar Estados Unidos con esta semana de la moda que acaba de empezar es que son los reyes del entretenimiento.
De hecho, el programa de festejos se abre y se cierra con dos de esos eventos pensados para colonizar Instagram: el primero, la madrugada de este miércoles, una gala de la MTV desde el teatro Webster Hall que recordará los looks más emblemáticos que han pasado por los premios de la cadena en estos 35 años (el vestido de carne de Lady Gaga, las pezoneras moradas de Lil Kim, Madonna y su vestido novia punk…) junto a las propuestas recientes de un puñado de jóvenes creadores como Vaquera, Barragán o Collina Strada. Los premios anuales se entregarán el domingo en el Barclays Centre de Brooklyn. El último, el lunes 13, será la archiconocida gala del Met, que este año se traslada de mayo a septiembre de forma excepcional, y que, como es habitual, dará paso al día siguiente a la inauguración la nueva exposición de moda del Museo Metropolitano, In America: a fashion lexycon, una retrospectiva que explorará y analizará las claves que conforman la identidad de su industria y de su estética.
No es casualidad que ese sea el tema elegido. Después de varios años pasando por una crisis de imagen a nivel internacional, la moda estadounidense está obsesionada con recuperar el atractivo de otros tiempos. De ahí que por primera vez hayan unido fuerzas los dos organizadores tradicionales, la productora IMG y el Consejo de Diseñadores de Moda Americanos (CFDA) para hacer un calendario conjunto: “Queríamos reflejar la diversidad y el futuro de nuestra moda, y si algo nos ha enseñado esta crisis es la necesidad de un espíritu colaborativo”, declaraba el CEO del CFDA, Steven Kolb, en un comunicado reciente. Los esfuerzos de ambas entidades se traducen en un calendario de cinco días y 91 eventos entre pasarelas físicas, presentaciones, y unos pocos desfiles en formato digital.
Esta edición supone el regreso de casi la totalidad de las marcas que fueron abandonando el programa neoyorquino para desfilar en otras ciudades (en su mayoría París): Thom Browne, Rodarte, Proenza Schouler y Altuzarra vuelven a la Gran Manzana. Algunos, tras varios años de ausencia. También es una excusa perfecta para que Carolina Herrera y Michael Kors, los dos grandes pesos pesados de la industria norteamericana, con permiso de Ralph Lauren, celebren por todo lo alto y sin pantallas de por medio sus respectivos aniversarios (ambos han cumplido 40 años en el sector), pero sobre todo sirve para revisar el status quo e incluir por fin en los festejos oficiales a todos los diseñadores que han tenido que vivir al margen de la oficialidad.
La situación del último año y medio y la agenda social han forzado que los organismos responsables de la semana de la moda hagan examen de conciencia. El resultado es un calendario que por fin refleja la diversidad racial, una de las bases sobre las que se construye el discurso de la moda estadounidense: el diseñador vietnamita Peter Do debuta en los desfiles y el creador de ascendencia liberiana Telfar Clemens regresa al programa oficial por méritos propios (a fin de cuentas, su marca ha sido una de las más virales y lucrativas en estos meses de pandemia). Junto a ellos, el afroamericano Laquan Smith, que lo hará en el mismísimo Empire State, o los creadores que se llevaron el protagonismo en la toma de posesión de Biden: Sergio Hudson y Christopher John Rogers. En esta nueva imagen mejorada del panorama neoyorquino incluso tiene cabida el Harlem Fashion Row, el evento que desde hace casi una década celebra la identidad creativa afroamericana y que hasta hoy no tenía cabida en el programa tradicional.
El aforo reducido, las fronteras y la exigencia de carta de vacunación en la puerta de los eventos no frenan las expectativas de la semana neoyorquina, que abre este mes de pasarelas físicas tras muchos meses de desfiles digitales. Londres, Milán y París también se preparan para volver a una especie de normalidad con reservas. No todas las grandes firmas desfilarán y algunas cambiarán el show por las presentaciones a pequeños grupos durante un día entero, pero Nueva York, de algún modo, se juega recuperar su estatus de gran capital de la moda. Y sabe, en definitiva, que eso solo puede lograrlo a golpe de festejo.