7,6 metros de cola y las mangas más copiadas: se expone por primera vez el vestido de novia de Lady Di
La creación de mangas voluminosas que Diana de Gales vistió en su boda con Carlos de Inglaterra es la gran atracción de la muestra que alberga el palacio de Kensington en Londres.
Para confeccionar los casi ocho metros de cola que remataron el vestido de novia de Diana de Gales, el dúo de diseñadores responsables del diseño, David y Elizabeth Emanuel, tuvieron que cambiar su estudio de Mayfair por un ala abandonada del palacio de Buckingham. Solo allí encontraron el espacio suficiente para dar forma a la cola más larga jamás vestida por la realeza (algo más de 7,6 metros), un récord que, j...
Para confeccionar los casi ocho metros de cola que remataron el vestido de novia de Diana de Gales, el dúo de diseñadores responsables del diseño, David y Elizabeth Emanuel, tuvieron que cambiar su estudio de Mayfair por un ala abandonada del palacio de Buckingham. Solo allí encontraron el espacio suficiente para dar forma a la cola más larga jamás vestida por la realeza (algo más de 7,6 metros), un récord que, junto a la princesa, buscaron batir de forma deliberada. La anécdota es solo una más de las que han contribuido a envolver de leyendas el que es considerado por la prensa especializada como uno los vestidos de novia más relevantes e influyentes de la historia, con permiso del de Grace Kelly. 40 años después de que Lady Di lo luciera en su enlace con el príncipe Carlos en 1981, los fanáticos de la malograda princesa podrán contemplarlo de cerca en la nueva exposición que alberga el palacio de Kensington desde ayer, 3 de junio, y hasta el 2 de enero del próximo año.
Bajo el título de Royal Style in the Making (Así se fabrica el estilo de la realeza), la muestra recoge piezas inéditas de algunos de los más celebrados modistos de la monarquía del siglo XX, entre las que destacan vestidos de noche y prendas creadas a medida para tres generaciones de mujeres de la realeza, y en la que el vestido nupcial de “la princesa del pueblo” —heredado por sus hijos Guillermo y Enrique— promete ser la estrella. La exhibición coincide en el tiempo con el que hubiera sido el 60º cumpleaños de Diana, el 1 de julio, y con el aniversario de los 40 años de la boda de los entonces príncipes de Gales, que tuvo lugar el 29 de julio de 1981 en la catedral de San Pablo ante 3.500 invitados.
Las grandilocuentes mangas abullonadas color marfil del diseño y la voluminosa falda de tafetán marcaron tendencia en la época y siguen generando fascinación en nuestros días. Así lo considera Cristina Martínez Pardo-Cobián, fundadora de Navascués, uno de los talleres nupciales favoritos de la aristocracia nacional gracias a sus diseños clásicos y atemporales, responsable del vestido que lució hace unos días Belén Corsini en su enlace con Carlos Fitz-James Stuart, hijo menor del duque de Alba. “El traje fue una referencia durante los años ochenta y muchas novias querían diseños inspirados en él. La personalidad de Diana, tímida y reservada, era todo lo contrario a lo que representaba aquel vestido victoriano. Ese contraste forma parte de su atractivo”, explica la diseñadora.
Si bien las novias actuales “buscan marcar su figura”, en palabras de la creadora, el regreso de las mangas con volumen y las referencias ochenteras presentes en las pasarelas mantienen vivo el espíritu excesivo del diseño, decorado con lazos y grandes volantes. Más aún después de la emisión de la cuarta temporada de la serie The Crown en la que la actriz Emma Corrin, encargada de dar vida a la princesa, se enfundó en una réplica aproximada que contó con la asesoría del propio David Emanuel y para la que se necesitaron 600 horas de trabajo y 95 metros de tejido. A pesar del éxito de la ficción, una de las más vistas y premiadas de Netflix, su repercusión palidece ante la audiencia global que siguió el genuino enlace a través de la televisión: 750 millones de personas.
El poso que dejó la que fuera una de las primeras bodas mediáticas televisadas —y el enlace más visto del siglo XX—, así como el fatídico desenlace de la princesa, contribuyen a explicar el fenómeno que aún rodea al vestido y a todo lo que tenga que ver con la figura de Diana. Sin olvidar la batalla legal que recientemente enfrentó en los tribunales a sus creadores, volviendo a colocarlo en la primera plana. David Emanuel demandó a la que fuera su esposa y la otra mitad del dúo creativo, Elizabeth, acusándola de subastar sin su consentimiento unos bocetos del célebre traje de novia, así como otros diseños que la entonces esposa de Carlos de Inglaterra lució durante su matrimonio. La pareja, cuyas prendas se convirtieron en los años ochenta en las más codiciadas de la moda británica gracias al apoyo de Lady Di, puso fin a su relación sentimental y personal nueve años después del enlace real.
Aunque ambos intentaron retomar por separado su carrera en la industria, sus nombres jamás volvieron a recuperar el protagonismo que les otorgó firmar el diseño nupcial más influyente del siglo pasado. La propia Elizabeth Emanuel declaró al diario británico The Telegraph en noviembre que su intención fue crear “un diseño de película Disney que resonara en el tiempo”. A juzgar por la atención que sigue copando cuatro décadas después, no cabe duda de que lo consiguieron.