La letra pequeña del pleito que enfrenta a Miguel Bosé y Nacho Palau
La expareja del cantante pierde la demanda principal del litigio pero la sentencia reconoce algunos derechos de los hijos y abre una vía de recursos de cara al futuro
El pasado viernes llegó el mazazo para el que Nacho Palau estaba avisado pero no preparado: el Juzgado de Primera Instancia número 4 de Pozuelo de Alarcón (Madrid) desestimó la demanda en la que el que fuera pareja de Miguel Bosé pedía la filiación como hermanos e hijos de ambos de Diego, Tadeo, Ivo y Telmo, los cuatro niños que a ojos del mundo el cantante presentó como suyos, cuando solo su entorno conocía que Palau y B...
El pasado viernes llegó el mazazo para el que Nacho Palau estaba avisado pero no preparado: el Juzgado de Primera Instancia número 4 de Pozuelo de Alarcón (Madrid) desestimó la demanda en la que el que fuera pareja de Miguel Bosé pedía la filiación como hermanos e hijos de ambos de Diego, Tadeo, Ivo y Telmo, los cuatro niños que a ojos del mundo el cantante presentó como suyos, cuando solo su entorno conocía que Palau y Bosé eran pareja desde hacía 26 años.
Todo estalló en octubre de 2018 cuando un comunicado del despacho de abogados Ortolá Dinnbier oficializó la relación amorosa que había existido entre ambos, su ruptura y el inicio de acciones judiciales para “proteger y defender los intereses de los menores”. Entonces también se supo que Diego y Tadeo eran hijos biológicos de Miguel Bosé, a través de un vientre de alquiler, e Ivo y Telmo —solo siete meses menores que sus hermanos— lo eran de Nacho Palau, por el mismo procedimiento. La pretensión principal de la demanda de Nacho Palau era, y sigue siendo, que los cuatro niños sean declarados hermanos legalmente y que los dos progenitores sean reconocidos padres de los cuatro, porque así fue como lo decidieron cuando acordaron su proyecto de familia.
La sentencia es clara y deniega la acción de filiación. Como consecuencia directa de que los niños no sean declarados legalmente hermanos, los padres no tienen obligaciones ni derechos sobre los que no son suyos biológicamente. Es decir: ni Miguel Bosé debe pasar dinero alguno para la manutención de Ivo y Telmo ni tiene ningún derecho de decisión sobre su educación y futuro. Algo que afecta igualmente a Nacho Palau respecto a Diego y Tadeo, a pesar de que los cuatro se criaron como hermanos durante casi ocho años. Sin embargo, la sentencia de 14 folios emitida el pasado viernes, sí reconoce un régimen de visitas entre los pequeños y sus dos padres. Sobre este asunto no se establece ningún cambio respecto al acuerdo al que llegaron Bosé y Palau en el verano de 2019 y en el que decidieron que se verían todos durante los períodos vacacionales.
Nacho Palau y su abogado, José Gabriel Ortolá, conocían las dificultades que entrañaba esta demanda. Especialistas en derecho de familia explican que el resultado dependía de que el juez encargado del caso quisiera dar un paso adelante incluso a pesar de las dificultades jurídicas del caso o que se quedara en la estricta legalidad. Ha ocurrido lo segundo, pero tampoco exactamente porque la sentencia sí reconoce “la posesión de estado”. Es decir, admite los hechos como los plantea Nacho Palau en su demanda: afirma que queda probado que los dos padres “decidieron tener hijos y fundar una familia única en la que los hijos serían hermanos y ambos serían padres”, y que esto era conocido por el entorno cercano de la expareja.
Y aquí es donde se produce la paradoja, porque el juez viene a decir en su escrito que quedan probados estos hechos pero no puede darles el nombre de hijos de los dos padres y hermanos entre ellos porque el sistema jurídico español no lo permite. Ello sucede ya que en España la relación de parentesco se establece por vía biológica o a través de la adopción, aunque más tarde se creó otra fórmula a través de la Ley sobre Técnicas de Reproducción Humana Asistida. “Así hay mamás y papás que lo pueden ser sin que el hijo sea suyo biológicamente, basta con dar el consentimiento, para que se haga la ficción legal de reconocer que son sus hijos”, explican fuentes jurídicas especializadas en Derecho de Familia. Incluso existe una sentencia que ha reconocido estos derechos para ambas madres de una expareja de mujeres homosexuales, en los que la madre biológica era, lógicamente, solo una de ellas.
La situación de hijos de Miguel Bosé y Nacho Palau es complicada y no tiene jurisprudencia reconocida. En primer lugar, en España tener hijos recurriendo a vientres de alquiler está prohibido, y que se reconozca la filiación de un hijo que viene al mundo por este método supone mucha más inseguridad legal, algo que resulta complicado incluso en casos de parejas heterosexuales. Dificultad que aumenta en el caso de tratarse de dos padres varones.
En este proceso muchos se han preguntado por qué si Bosé y Palau tenían tan claro que querían formar una familia no adoptaron a los que no eran sus hijos biológicos. La respuesta es doble: por un lado, la ley española de adopción no admite que entre el adoptante y el adoptado exista una diferencia de más de 45 años y Miguel Bosé no cumplía este requisito en el momento en el que nacieron sus hijos. Por otro, resulta complicado pelear legalmente por dar los dos apellidos a cuatro niños si una de las partes no quiere que se sepa que son el fruto de una relación de pareja que no se quería que trascendiera.
Los especialistas afirman que, aunque la sentencia dice que no son hijos legales, de alguna manera reconoce que son hijos reales y, según las fuentes consultadas, esto abre otra vía jurídica para Ivo y Telmo, los descendientes de Nacho Palau, para los que se podría reclamar algún tipo de contribución. Pero para llegar a ese momento hay que esperar, porque primero debe pronunciarse en firme la Audiencia Provincial sobre el recurso que prepara el abogado que representa a Palau, y si este órgano volviera a negar la filiación, quedaría aún la decisión del Tribunal Supremo. Un largo camino para cuatro niños que viven a 9.000 kilómetros de distancia. Un caso seguido con mucha expectación por otras familias que ven en esta batalla legal una esperanza para encontrar solución a sus propios problemas familiares.