La discreta muerte del misterioso ‘monsieur’ Auzière, el exmarido de Brigitte Macron
La hija pequeña del matrimonio desvela secretos de su padre, al que abandonó su madre por el presidente francés y que vivió totalmente alejado de los focos
La noticia de la muerte de André-Louis Auzière se ha conocido 10 meses después. El nombre, posiblemente, no diga a nada a casi nadie. Es uno de los personajes más enigmáticos en la vida de Emmanuel Macron, el presidente francés. Auzière fue el primer marido de Brigitte Trogneux —el apellido de soltera de la primera dama francesa— y el padre de sus tres hijos. Trogneux abandonó a Auzière en 1994, después de 20 años de matrimonio, por un chico al que daba clases de teatro en la escuela La Providence, la...
La noticia de la muerte de André-Louis Auzière se ha conocido 10 meses después. El nombre, posiblemente, no diga a nada a casi nadie. Es uno de los personajes más enigmáticos en la vida de Emmanuel Macron, el presidente francés. Auzière fue el primer marido de Brigitte Trogneux —el apellido de soltera de la primera dama francesa— y el padre de sus tres hijos. Trogneux abandonó a Auzière en 1994, después de 20 años de matrimonio, por un chico al que daba clases de teatro en la escuela La Providence, la escuela de los jesuitas en la ciudad de Amiens, en el norte de Francia. Brigitte tenía 40 años; Emmanuel, 16. Acabaron casándose en 2007 y, juntos, conquistaron el poder 10 años después.
El romance, que en su momento causó escándalo en la provincia y tuvo que enfrentarse a las objeciones de sus familias respectivas, se convirtió en un reclamo de campaña. Demostraba la audacia del candidato, su sed de libertad y su aura de personaje de novela del siglo XIX. Un enorme vacío, sin embargo, rodeaba a André-Louis Auzière. Él nunca habló en público. Los Macron no lo mencionaban. ¿Qué hizo después de la separación? ¿Dónde vivía?
Un gran silencio se asentaba alrededor del exmarido de la primera dama francesa. Hasta que, la semana pasada, la hija pequeña de ambos, Tiphaine Auzière, dio la noticia en unas declaraciones al semanario Paris Match: “Mi padre murió. Lo enterré el 24 de diciembre pasado en la intimidad más estricta”.
André-Louis y Brigitte se habían casado el 22 de junio de 1974 en Le Touquet, la exclusiva población costera en el norte de Francia donde la burguesía de Amiens tiene sus segundas residencias. Brigitte pertenecía a una de esas familias ilustres, los Trogneux, propietarios de Maison Jean Trogneux, la chocolatería más famosa de la región. André-Louis, nacido en Camerún, era el hijo de un funcionario colonial francés.
Del matrimonio nacerán tres hijos: Sébastien en 1975, Laurence en 1977 y Tiphaine en 1984. Él es empleado en el banco Crédit du Nord; ella acaba sus estudios de letras. Unos años después, se desplazan a Alsacia por motivos laborales. Allí ella empieza a dar clases de Lengua y Literatura en una escuela privada y descubre su vocación. Al regresar a Amiens a principios de los noventa, de nuevo por el trabajo de André-Louis, La Providence contrata a Brigitte. Los tres hijos del matrimonio Auzière ingresan en el mismo centro.
Los alumnos la adoran: logra hacer de la literatura algo vivo; la comparan con el maestro que interpretaba Robin Williams en la película El club de los poetas muertos. Su libro de cabecera es Madame Bovary, de Gustave Flaubert, la historia de una mujer casada con un médico rural al que no quiere y que sueña con vivir en el mundo romántico de las novelas. Un día, su hija mediana, Laurence, le habla de un compañero de clase fuera de lo común: “Es un loco: lo sabe todo y sobre cualquier cosa”. El “loco” se llama Emmanuel Macron. En el taller de teatro, que dirige madame Auzière, el joven prodigio destaca enseguida.
Y algo sucede. La historia —los viernes por la tarde escribiendo juntos una obra teatral; los rumores en la escuela primero y en Amiens después; el exilio forzado de Emmanuel a París, y su promesa a la amada: “Volveré y me casaré con usted”— se ha contado mil veces y ya forma parte de la mitología macroniana. “Las separaciones siempre causan desperfectos. Los hijos suelen sufrir”, declaró años después Brigitte Macron a la revista Elle. Pero añadió: “Si no hubiese tomado esta decisión, habría pasado de largo de mi vida”.
Lo que ha quedado oculto en esta historia es la otra parte: la del banquero, marido y padre de familia que un buen día descubre que su esposa se ha enamorado de un adolescente. Se sabe que, después de separarse, trabajó en la ciudad de Lille una temporada, que su rastro público se perdió y que el divorcio se oficializó en 2004. Poco más.
En Il venait d’avoir 17 ans (Acababa de cumplir los 17), una las investigaciones más detalladas sobre este aspecto de la biografía del presidente y la primera dama, la autora, Sylvie Bommel, cita a varias personas que se cruzaron con él. “Simpático”. “Agradable”. “Adorable”. “Alto y delgado”. “Inteligente”. “Discreto”. “En las cenas, siempre dejaba hablar a su mujer, él no pronunciaba palabra”. “Un hombre riguroso, muy recto, siempre dispuesto a ayudar a un colega”. “Un poco taciturno”. “Nada divertido”. Bommel recuerda a propósito de André-Louis la frase de Flaubert sobre el marido de Madame Bovary: “La conversación de Charles era plana como la acera de una calle”.
Hoy, los siete nietos de André-Louis y Brigitte llaman daddy —abuelito— a Emmanuel Macron. Y puede decirse que, en una época de sobreexposición mediática y de exhibicionismo en las redes sociales, aquel hombre misterioso consiguió un éxito nada desdeñable: eclipsarse en vida. “Yo lo adoraba, era un ser aparte, un anticonformista apegado ante todo al anonimato”, dice Tiphaine Auzière en Paris Match. “Hay que respetarlo”.