El trastorno obsesivo compulsivo de Camila Cabello
La cantante, de 23 años, revela en un artículo que padece problemas psicológicos consecuencia de una fuerte ansiedad
Camila Cabello se ha abierto emocionalmente y le ha contado al mundo entero sus luchas psicológicas. En un artículo publicado en Wall Street Journal Magazine con motivo de la celebración del mes de la Salud Mental, la cantante ha revelado que padece trastorno obsesivo compulsivo, también conocido como TOC, a consecuencia de una fuerte ansiedad.
Según el Instituto Nacional de Salud, el Trastorno Ob...
Camila Cabello se ha abierto emocionalmente y le ha contado al mundo entero sus luchas psicológicas. En un artículo publicado en Wall Street Journal Magazine con motivo de la celebración del mes de la Salud Mental, la cantante ha revelado que padece trastorno obsesivo compulsivo, también conocido como TOC, a consecuencia de una fuerte ansiedad.
Según el Instituto Nacional de Salud, el Trastorno Obsesivo Compulsivo se trata de un trastorno común, crónico y duradero en el que una persona tiene pensamientos incontrolables y recurrentes (obsesiones) y/o comportamientos que siente la necesidad de repetir una y otra vez. La cantante, de 23 años, recuerda cómo lloraba en cualquier sitio, por ejemplo en el coche, mientras hablaba con su madre sobre toda la ansiedad que tenía y los síntomas obsesivos que estaba experimentando. “Mi madre y yo estábamos en una habitación de hotel leyendo multitud de libros sobre TOC porque estaba desesperada por encontrar alivio. Yo estaba experimentando lo que sentía como una ansiedad constante, inquebrantable e implacable que hacía dolorosamente difícil la vida cotidiana”, dice la que es considerada una de las artistas del momento, con casi 50 millones de seguidores en Instagram.
Cabello cuenta cómo su lucha contra los pensamientos obsesivos y comportamientos compulsivos también le causaron dolores de cabeza crónicos que le impedían dormir. “Me sentía como en una montaña rusa todos los días. Seguí adelante sin dejar que la gente de mi alrededor supiera lo mucho que estaba luchando internamente. Pero probablemente sintieron mi distanciamiento en algún momento. Todos mis seres queridos lo notaron”, escribe Cabello en su artículo.
La intérprete de Havana también explica que la vergüenza que sentía por lo que estaba experimentando le impedía compartirlo con los demás y tampoco quería ser vista como una persona débil. “No quería contar lo que estaba pasando por la misma razón que muchos de nosotros no queremos hablar de lo que se siente estar en guerra en nuestras mentes y en nuestros cuerpos. Me sentía muy avergonzada”, se sincera.
“Una pequeña voz en mi cabeza me decía que si era honesta y hablaba de mi lucha contra la salud mental y mis batallas internas (es decir, ser humano) la gente pensaría que había algo malo en mí o que no era fuerte o que no podía manejar la situación”, y agrega: “Pero esta misma voz también me dijo que tal vez estaba siendo desagradecida con todo lo bueno que me había pasado en la vida y que ocultar una herida abierta que había estado evitando los últimos años era la solución más fácil y rápida”.
Sin embargo, Camila Cabello descubrió que hablar de ello era el principio de la solución. “Había algo que me dolía por dentro, y no tenía la habilidad de curarlo ni manejarlo hasta que por fin hablé de ello” y continua: “Negar mi sufrimiento y fustigarme a mí misma no ayudó. Necesitaba decir esas tres palabras revolucionarias: ‘Yo necesito ayuda”.
La cantante de éxitos como Señorita acabó buscando esa ayuda profesional y trabajó durante meses en una terapia cognitiva conductual, que incluía también meditación y trabajos de respiración. Además de la terapia, dice que su camino hacia el control de su condición incluía “mucha autoestima (creerme que soy digna de felicidad, amor y alegría), autocompasión (no golpearme emocionalmente por luchar) y autoconciencia (llamarme la atención si caía de nuevo en mis mierdas)”.
“Durante mucho tiempo sentí cómo la ansiedad me estaba robando el humor, la alegría, la creatividad y la confianza. Pero ahora la ansiedad y yo somos buenas amigas. La escucho, porque sé que solo está tratando de mantenerme a salvo, pero no le presto demasiada atención. Y no le dejo tomar ninguna decisión por mí”, reflexiona feliz y concluye: “Hoy ya no estoy en esa lucha interna. Me siento más saludable y más conectada conmigo misma, y rara vez hoy sufro algún trastorno obsesivo compulsivo. La ansiedad va y viene, pero ahora la siento como una emoción más, un poco más difícil de manejar, pero ya no como algo que está consumiendo mi vida”.