Antonio Banderas vive confinado en ‘La Gaviota’, la casa que fue de Encarna Sánchez
El actor, que dejó el ático que posee en el centro de Málaga para irse cerca del mar, pierde los nervios por la persecución de los fotógrafos cuando sale a correr
Con un pantalón de chándal con el escudo del Málaga Club de Fútbol, una sudadera roja y una gorra, Antonio Banderas madrugó el sábado con el objetivo de dar su primera carrera tras la etapa más dura del confinamiento. Pasaban unos minutos de las ocho de la mañana cuando el actor malagueño salía de su casa en Marbella. Varios fotógrafos le esperaban en los alrededores de su vivienda en la urbanización Los Monteros para captar el momento. Poco más de media hora después, Banderas volvía a casa enfadado. “Primera salida a co...
Con un pantalón de chándal con el escudo del Málaga Club de Fútbol, una sudadera roja y una gorra, Antonio Banderas madrugó el sábado con el objetivo de dar su primera carrera tras la etapa más dura del confinamiento. Pasaban unos minutos de las ocho de la mañana cuando el actor malagueño salía de su casa en Marbella. Varios fotógrafos le esperaban en los alrededores de su vivienda en la urbanización Los Monteros para captar el momento. Poco más de media hora después, Banderas volvía a casa enfadado. “Primera salida a correr tras el confinamiento. Primer encuentro, paparazis sin mascarilla poniéndome las cámaras en la cara. Seguiré confinado”, decía antes de las diez de la mañana en Twitter y casi dos meses después de estar encerrado y solo, en su casa marbellí.
Como para cualquier persona, no está siendo una etapa fácil para el actor malagueño. Acostumbrado a viajar, a participar en eventos sociales y trabajar en múltiples proyectos a la vez, el actor está viviendo una etapa casera en soledad. Su pareja, Nicole Kimpel, está en Suiza. Allí le pilló el estado de alarma junto a su familia y allí sigue dada la prohibición de los viajes salvo por cuestiones esenciales y el cierre de las fronteras. Aunque tiene un ático en el centro de Málaga junto al teatro Albéniz y su restaurante favorito, El Pimpi —del que posee una parte—, Banderas está confinado en La Gaviota, propiedad ubicada en la urbanización Los Monteros, una zona exclusiva al este de Marbella que antes lo fue de la periodista fallecida Encarna Sánchez. Habitual territorio de la prensa rosa, el malagueño se dio de bruces con varios fotógrafos en su primera salida de la vivienda. “Dejadme tranquilo”, afirmó entonces, según publicó esa mañana SUR en un texto que se acompañaba con fotos del actor captadas desde la distancia con un teleobjetivo.
Harto del ruido mediático, que ya le obligó a lanzar un comunicado en febrero para desmentir problemas económicos y de salud, estos días prefiere más que nunca comunicarse a través de las redes sociales. Es ahí donde está mostrando su lado más solidario. Hace unos días daba su apoyo al proyecto Ningún hogar sin alimentos y también su compromiso ecologista. “#COVID19 también es una llamada de atención para las personas y el planeta. Estamos en esto juntos y entre todos debemos cuidar de nuestro hogar”, decía el pasado 22 de abril, Día de la Tierra. Días antes había anunciado su donación, junto a Pablo Alborán, de 100.000 euros para el equipo de investigadores de la Universidad de Málaga que han diseñado un respirador de urgencia y bajo coste. A través de la fundación Lágrimas y Favores, que él mismo impulsa, ha donado material sanitario que fue repartido entre hospitales y profesionales sanitarios.
No está siendo una etapa fácil. Principalmente porque su proyecto estrella, el sueño por el que llevaba mucho tiempo peleando, atraviesa una situación compleja nada más nacer. El Teatro del Soho, que le ha costado mucho esfuerzo, dinero y varios enfados, está cerrado a cal y canto. El equipo de dirección del recinto, dirigido por el propio Banderas, se ha visto obligado a cancelar toda la temporada inaugural después de tener también que aplicar un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE). Desde su inauguración a mediados de noviembre parecen haber pasado mucho más tiempo que apenas seis meses. Tras el éxito inicial del musical A Chorus Line, protagonizado por él mismo y que se extendió hasta principios de este año, el coronavirus truncó los primeros pasos de una temporada que finalmente no ha podido desarrollarse. También quedó paralizada la gira del musical, que tras visitar Bilbao estaba en escena en Barcelona donde se representó por última vez el 11 de marzo. Luego tocaban Madrid y Broadway, pero ahora la incertidumbre se apodera del proyecto.
Los problemas no paran de crecer, pero su actitud no cambia. “Tenemos un jefe muy positivo y siempre está buscando soluciones con mucha energía”, contaba hace unas semanas a EL PAÍS Aurora Rosales, directora ejecutiva del teatro, que se reúne diariamente por videoconferencia con el actor. Tratando de anticiparse a la situación, Banderas emitía un comunicado para contar algunas de las medidas que se está planteando para el recinto cultural una vez se levantasen las restricciones para estos espacios. “Nos hemos propuesto ofrecer soluciones que generen confianza, y que estén basadas en medidas concretas y específicas que hagan que el público que nos visite se sienta, no solo cómodo y bien tratado, sino también seguro desde todos los puntos de vista”, escribía mientras anunciaba la reducción del precio de las entradas, un proceso de desinfección diario de las instalaciones o el uso de mascarillas y guantes por parte de todo el personal.
Sus propuestas son salidas para una crisis sanitaria que también interrumpió el rodaje de Competencia Oficial, que había comenzado el 26 de febrero y en el que comparte protagonismo con su amiga Penélope Cruz, además de Óscar Martínez, Irene Escolar o Pilar Castro, entre otros. Si 2019 fue un año de ensueño para Antonio Banderas con la llegada de múltiples premios, 2020 ha truncado su racha. También la habitualmente buena relación que tiene con los medios de comunicación.