El regreso a Europa para los clientes más exigentes
La búsqueda de calidad, rapidez y personalización alienta el acercamiento de las industrias
Atraer la producción industrial a Europa es una de estas consecuencias de la pandemia global que, si escuchamos los discursos políticos y técnicos de 2020 y principios de este año, debían de ser imprescindibles. Las urgencias de los primeros días de la covid y la lentitud de la vuelta a la normalidad —simbolizada por las fábricas de automóviles paralizadas por falta de microchips— han reforzado la voluntad por parte de los países europeos, especialmente la Unión Europea por atraer la producción de vuelta. Pero esa va a ser una...
Atraer la producción industrial a Europa es una de estas consecuencias de la pandemia global que, si escuchamos los discursos políticos y técnicos de 2020 y principios de este año, debían de ser imprescindibles. Las urgencias de los primeros días de la covid y la lentitud de la vuelta a la normalidad —simbolizada por las fábricas de automóviles paralizadas por falta de microchips— han reforzado la voluntad por parte de los países europeos, especialmente la Unión Europea por atraer la producción de vuelta. Pero esa va a ser una tarea mucho más complicada de lo que parece. Y el motivo fundamental es que esa estructura productiva de Asia como la fábrica del mundo lleva décadas cambiando, y, como con tantas otras cosas, la pandemia no ha hecho sino acelerar la tendencia.
“Si hasta ahora los países asiáticos eran la fábrica del mundo, su demanda interna lleva décadas creciendo más rápido que sus exportaciones”, explica por teléfono Manuel Díaz Delgado, socio responsable de la práctica de Supply Chain (cadenas de suministro, en inglés) de PwC España. “En algunos sectores, se están convirtiendo hasta en importadores. Si hablamos de los semiconductores, por ejemplo, la pandemia y los subsiguientes cierres forzosos llevaron a las empresas occidentales a cancelar contratos con las factorías asiáticas. Y esa capacidad disponible la volvieron a vender a clientes locales... y cuando los consumidores europeos han vuelto, está más difícil encajarlos en la producción”.
“Bajo Xi Jinping, China tiene una nueva estrategia basada en el consumo interno y de sustitución de importaciones de alto contenido tecnológico, que ahora es capaz de producir”, explica por correo electrónico Francisco Alcalá, profesor de Economía de la Universidad de Murcia. “Dado el gran peso actual de China en las cadenas globales de valor el probable que el volumen promedio de estas a nivel mundial disminuya”.
En resumen: si de lo que se trata es que las empresas produzcan donde los clientes están, se van a quedar en Asia. “No van a cerrar en China para venir aquí”, reconoce por teléfono Juan Antonio Labat, director general de la Federación Empresarial de la Industria Química Española (Feique). “Cada año se invierten 200.000 millones de euros en química. Europa recibe un 10% de esa cifra, y España un 10% de esta última. Nosotros no medimos tanto en relocalizar, sino que las nuevas inversiones vengan aquí”.
Porque relocalizarse no es una decisión fácil, especialmente habida cuenta de que los problemas en la cadena logística pueden ser temporales “Todos estos son movimientos que no son fáciles de hacer, requieren inversión y una visión estratégica a largo plazo”, apunta Díaz Delgado. “Hay que tener cuidado al ver si esto es una situación coyuntural o estructural. Cada cadena de valor tiene que hacer su análisis”.
Eso no impide a los países europeos (y, especialmente, la Comisión Europea) de intentarlo. En el debate sobre el estado de la Unión, el pasado día 10, la presidenta de la Comisión Ursula von der Leyen anunció una Ley Europea de Chips. “Queremos crear el ecosistema europeo de chips más moderno posible, incluida la producción”, afirmó. “Esto asegurará nuestra seguridad de suministro y desarrollará nuevos mercados para nuestra tecnología innovadora”.
Punto de partida envidiable
Igualmente, la Comisión ha dado la bienvenida a una iniciativa de la industria europea de reforzar la fabricación de placas solares. “Necesitaríamos mejorar de forma sustancial la fabricación de paneles en España para evitar posibles desabastecimientos”, afirma por teléfono José Donoso, presidente de la Unión Española Fotovoltaica (UNEF). “Hasta ahora no era ninguna urgencia, porque los márgenes de los paneles son pequeños, pero la covid nos ha enseñado que hay cosas que pueden pasar”. Sin embargo, Donoso recuerda que España ya parte de un punto de partida envidiable. “Ahora mismo se venden placas con un 65% de fabricación nacional”, apunta.
Otro sector que la pandemia ha indicado como estratégico es el de los productos farmacéuticos. “Es indiscutible que disponer de capacidades estratégicas de fabricación locales permite responder a las necesidades del país con más celeridad”, afirman por correo electrónico desde la patronal farmacéutica Farmaindustria. “Pero la posición de la industria se orienta a que sean las propias empresas las que optimicen sus cadenas de producción”.
Pero el principal motor de la relocalización no va a ser las necesidades estratégicas. “Se va a requerir por una demanda de productos cada vez más personalizados y por el que los consumidores quieren cosas y las quieren ahora”, apunta Díaz Delgado. “No quieren esperar ocho meses para recibir un coche”. “La mayor concienciación del consumidor por un producto de calidad, fabricado con materiales sostenibles y en condiciones laborales responsables, son fundamentales”, apuntan por correo electrónico desde la Federación Empresarial del Calzado (FICE). “Además, las empresas necesitan acortar sus tiempos de producción y de puesta a disposición del producto al cliente al tiempo que aplican una trazabilidad mucho más exhaustiva sobre sus cadenas de valor”.
¿Cómo se puede llevar a cabo este proceso? “Con la continuación del desarrollo de las cadenas de valor de corta distancia, por ejemplo, entre los países europeos o entre estos y el Norte de África”., explica Alcalá. Esto no está exento de inconvenientes. “Desde el punto de vista de los puestos de trabajo de calidad, esto no es una buena noticia para los trabajadores más cualificados en Europa y EE UU, aunque sí podría hacer recuperar empleos de cualificación intermedia”. Además, está el factor del coste: “La eventual eliminación de proveedores asiáticos siempre dará lugar a subidas de precios”, recuerda. “La reducción de la globalización sale cara, aunque no hay más remedio que afrontar estos costes”.
La energía barata en Europa deberá esperar
Ahora mismo, con el precio del megavatio hora llenando titulares al batir récord tras récord, es difícil pensar que España pueda convertirse en un paraíso de la energía barata. Pero para José Donoso, presidente de UNEF, el progresivo abaratamiento de las renovables producirá “otro tipo de relocalización: el de empresas intensivas en energía eléctrica”. Es cierto que la abundancia de recursos solares y eólicos existe, pero un reciente estudio publicado por el Parlamento Europeo alerta que, a falta de más medidas para hacerla más competitiva que con los combustibles fósiles, la descarbonización de industrias como la siderurgia o la cementera no será posible.