La imparable oferta de dobles grados
Estas titulaciones confieren un perfil profesional más potente y acortan dos o tres años su obtención frente a las que se cursan por separado
Hace poco más de una década, en el curso 2010/2011, las universidades españolas públicas y privadas ofertaban 205 títulos universitarios de doble grado. En el curso 2022/2023, último del que el Ministerio de Universidades ha compartido datos, eran 1.010. El incremento de este tipo de titulaciones ha sido tan exponencial —la oferta se ha multiplicado por cinco— que conviene preguntarse el porqué.
“Hay una cuestión de filosofía que explica qué razón tienen los dobles grados. El proceso de Bolonia puso en el centro de todo el proceso de enseñanza-aprendizaje la empleabilidad de los egresados. Toda la oferta universitaria tenía que estar pensada para facilitar el ingreso de los graduados en el mercado laboral y una de esas vías para facilitar la empleabilidad son los dobles grados. Si con un esfuerzo un poco superior puedo obtener dos grados, obviamente la empleabilidad que me ofrece la formación universitaria se va a incrementar notablemente”, explica Manuel Martínez, director académico del vicerrectorado de Ordenación Académica de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid (URJC).
La URJC ya era en 2022/2023 la universidad española que más dobles grados ofrecía (76). En el último curso académico, según datos del propio centro, el 21,5% de sus alumnos (8.473) estuvieron matriculados en un doble grado. También ha apostado fuerte por estas titulaciones la Universidad Europea de Madrid, una de los centros privados con más oferta de este tipo de formación (61 dobles grados durante el curso 2022/2023, según datos del Ministerio de Universidades, solo superada por los 65 de San Pablo CEU). “La ventaja principal de cursar un doble grado es que en cinco o seis años te sacas dos títulos que, por separado, te costaría ocho años obtenerlos, ya que hay asignaturas comunes que se convalidan. Además, amplías mucho las posibilidades laboral y salarialmente. Un egresado en Relaciones Internacionales y Derecho, por ejemplo, tiene un perfil más potente que el que tendría con cualquiera de las dos titulaciones por separado”, reflexiona Marta Lesmes, vicedecana de Educación e Innovación en la Universidad Europea de Madrid.
“Tener dos grados puede facilitar el acceso a una mayor variedad de puestos de trabajo, pero no necesariamente a mejores puestos de trabajo, ya que las empresas y las organizaciones de todo tipo (como las propias universidades) tal vez prefieran la profundidad a la variedad en la formación de las personas candidatas a incorporarse a sus plantillas”, discrepa Albert Corominas, miembro del Observatori del Sistema Universitari de Catalunya y catedrático emérito de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), que ofertó 57 dobles grados durante el curso 2022/2023.
En opinión de Corominas, los dobles grados ofrecen “dispersión” frente a la “profundización” de los grados. “¿Es preferible invertir seis años en un doble grado o invertirlos en un grado simple y un máster universitario?”, se pregunta. Manuel Martínez reniega de esta idea y defiende que un doble grado no es una mezcla de dos grados, sino que el estudiante sale con dos títulos distintos, con sus propios resultados de aprendizaje cada uno. “No hay una pérdida de profundidad, ni muchísimo menos. Y si la hay, eso querría decir que el doble grado no está bien diseñado”, argumenta.
Mayor exigencia
Para Antonio Pantoja, catedrático de la Universidad de Jaén y miembro de la Asociación Española de Orientación y Psicopedagogía (AEOP), la oferta de dobles grados es “muy interesante” y el alumnado preuniversitario debería tenerla en cuenta, pero advierte que la elección se debe hacer “tomando conciencia del esfuerzo y dedicación que precisarán” dichos estudios. No en vano, si durante un curso académico de un grado normal los alumnos afrontan unos 60 créditos, en un doble grado pueden llegar a cursar hasta 78, lo que equivale a unas tres asignaturas más por año.
“No todos los estudiantes están capacitados para cursar un doble grado; la variable cognitiva, la motivación y la capacidad para el estudio juegan a favor o en contra. Además, como en todos los estudios que facultan para el desempeño profesional, se debe sopesar la vocación del estudiante para el doble grado elegido”, reflexiona Pantoja, que considera que la duración más larga del doble grado también puede suponer “un handicap” para algunos alumnos que, o no se ven estudiando tantos años, o no se pueden permitir estar tantos años sin trabajar.
Para Marta Lesmes, dado que los dobles grados exigen más dedicación y más trabajo, el perfil de estudiante tiene que ser el de una persona “muy organizada, con buen desempeño académico y mucha motivación, porque va a tener que dejar de hacer otras cosas para sacar adelante el curso”, avisa. “El profesorado en nuestra universidad se rifa estar en un doble grado precisamente por el perfil del alumnado”, añade Manuel Martínez, que aporta un dato no baladí: en la URJC no hay ningún doble grado cuya nota de corte no esté por encima del 10.
Para Albert Corominas, por último, estas notas de corte tan altas y el interés que los dobles grados despiertan entre los alumnos con mejor expediente académico se explica porque las universidades “ofrecen un número muy reducido de plazas para los dobles grados”. En ese sentido, opina, “no es ni justo ni positivo” que se vaya imponiendo la idea de que el estudiantado de los dobles grados “se sitúa en el nivel superior”, ya que, recuerda, “en algunos grados con notas de corte bajas puede haber, y de hecho hay, estudiantes con notas incluso superiores a las de quienes cursan dobles grados”.
Carreras tradicionales digitalizadas
Según Manuel Martínez, otra razón “más sutil” que explica la proliferación de dobles grados es el proceso de digitalización, que está produciendo una gran porosidad entre nichos profesionales y provocando el desarrollo de nuevas profesiones, lo que obliga a desarrollar formaciones complementarias. “En la URJC, por ejemplo, incorporamos el curso pasado el grado de Comunicación Digital que, por sus propias características, es un grado multidisciplinar (periodismo, publicidad, comunicación audiovisual). Lo que nos estamos planteando ahora es doblarlo con el resto de los grados de comunicación que tenemos en la universidad, lo que lo haría muy atractivo. Hay muchos ámbitos profesionales así, en los que la digitalización ha generado unos perfiles profesionales que una titulación por sí sola no puede cubrir”, explica.