El vértigo de cambiar de carrera
Un buen número de universitarios cambia de estudios o abandona tras el primer año. Más información y asesoramiento son vitales para acertar
El mes de junio es una época intensa y estresante para los miles de estudiantes que, habiendo finalizado sus estudios de bachillerato, se presentan a la Evaluación para el Acceso a la Universidad (EvAU) con el objetivo de cursar alguno de los grados de la amplia gama que se imparten en las 83 universidades existentes en España, 50 públicas y 33 privadas el próximo curso. Desde el pasado 17 de junio, se abrió para aquellos que superaron la prueba un periodo de reflexión y toma de decisión de los estudios escogidos par...
El mes de junio es una época intensa y estresante para los miles de estudiantes que, habiendo finalizado sus estudios de bachillerato, se presentan a la Evaluación para el Acceso a la Universidad (EvAU) con el objetivo de cursar alguno de los grados de la amplia gama que se imparten en las 83 universidades existentes en España, 50 públicas y 33 privadas el próximo curso. Desde el pasado 17 de junio, se abrió para aquellos que superaron la prueba un periodo de reflexión y toma de decisión de los estudios escogidos para los próximos años en el entorno universitario. Muchos elegirán su futuro profesional porque lo tienen claro o por la salida laboral que pueda tener el estudio escogido; algunos buscarán una segunda opción tras su primera preferencia al no alcanzar la nota de corte, y otros, indecisos, elegirán a cara o cruz su destino ante la idea de que el azar acierte en la elección.
Sea cual sea el factor que dirige a los estudiantes a cursar una determinada carrera, la realidad es que existe un porcentaje significativo que decide cambiar de estudios durante su primer año universitario, cuando no abandonarlos. El documento Datos y cifras del Sistema Universitario Español, publicación 2019-2020, muestra que el dato total de cambio de estudio en la universidad española durante el curso 2015-2016 fue del 8,6%, siendo en las universidades públicas del 9,2% y en las universidades privadas del 5,7%. En cuanto al abandono del estudio durante el primer año, en el mismo curso 2015-2016, el total de estudiantes universitarios que dejaron sus estudios durante el primer año fue del 21,7%; en las universidades públicas, del 22,5%, y en las entidades privadas, del 17,6%.
Motivos para desistir
Son diversos los motivos que llevan a los universitarios a afrontar un cambio de carrera o su abandono. Ana I. García Pérez, coordinadora del Grupo de Trabajo Orientación al Estudiante de Crue (Asuntos Estudiantiles) y vicerrectora de estudiantes y empleo de la Universidad de León, considera que son dos las principales causas para cambiar tras el primer curso: “La primera corresponde a aquellos que no obtuvieron nota para acceder a los estudios que querían en primera opción y optaron por otro grado y en el curso siguiente consiguieron entrar en el grado deseado. Y el segundo motivo atañe a aquellos alumnos que perciben que el grado elegido no respondía a las expectativas que tenían, y que en algunos casos se explica por la dificultad con la que se encuentran en el primer curso. En muchos grados de ingeniería la nota de admisión es baja y eso crea falsas expectativas en relación con la dificultad del grado”.
Por su parte, Jesús Manso, profesor de la Facultad de Formación de Profesorado y Educación de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), destaca que otra de las circunstancias para cambiar de grado “se encuentra en el hecho de que se falla en la información y orientación que se ofrece en la etapa preuniversitaria: en este punto no solo hablo de los sistemas y mecanismos de información y publicidad de las universidades, sino también de las orientaciones escolares y familiares hacia unas u otras carreras, sin contrastar el difícil equilibrio entre conocimientos, capacidades, intereses, competencias, motivaciones, situaciones vitales, etcétera”. Además de este factor, este experto en educación apunta a “que las universidades tienen que mejorar los sistemas de integración de los estudiantes en el primer año en sus institucionales. El mundo académico tiene una liturgia y exigencias que le son propias y cuyo acceso puede ser bueno acompañarlo”.
Un acompañamiento durante la etapa del bachillerato también ayudaría a reducir los cambios en los grados escogidos porque, en opinión del vicerrector de calidad de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, Ismael Sanz, “aunque el sistema educativo ha avanzado mucho en este sentido, es necesario un mayor esfuerzo para que los institutos desarrollen acciones a las que asistan personas que hayan desarrollado un grado en concreto que expliquen a sus estudiantes en qué consiste, en qué tipo de trabajos puedes encontrar empleo; en definitiva, que cuenten su experiencia. Es importante estrechar aún más la relación entre los estudiantes de 2º de bachillerato y los de FP Grado Superior con la Universidad”. Un sistema de orientación que, no obstante, funciona en la mayoría de los casos. El profesor de la Facultad de Formación de Profesorado y Educación de la UAM asegura que “existen muchos canales para poder conocer e informarse mejor de qué es y qué no es la universidad y las distintas carreras universitarias. En muchos casos esto es suficiente, pero en algunos otros no: se requiere una orientación más personalizada y realista de las situaciones de cada uno de nuestros estudiantes. Es importante analizar con mucho realismo las posibilidades de un estudiante a la hora de acceder a la universidad y elegir unos determinados estudios. Y esto con el objetivo de que sus expectativas sean ajustadas a lo que se va a encontrar y las capacidades para afrontarlo”.
La orientación y el asesoramiento también es fundamental en la propia universidad cuando el alumno ha decidido cambiar o abandonar una carrera. Jesús Manso sostiene que “en la UAM existe un fondo social para que las razones de ese abandono nunca sean por motivos económicos. Este es un caso muy concreto que me parece muy oportuno destacar. Pero después existen otros relacionados con no ver satisfechas las expectativas que tenía el alumno o verse superado por las dificultades para avanzar en los estudios a un ritmo razonable. En estos casos, es fundamental el estudio individual. Por ejemplo, en la Facultad de Formación de Profesorado y Educación de la UAM contamos con el Plan de Acción Tutorial. Conformamos un grupo de profesores que pueden ejercer como tutores de aquellos estudiantes que requieran, entre otras casuísticas, apoyo para tomar decisiones respecto a cambiar o finalizar los estudios escogidos”.
Sanz, de la URJC, considera interesante el papel de los alumni (antiguos alumnos) para que ayuden a los egresados que se incorporan a la carrera a resolver cualquier duda, también la de cambiar de carrera. “Es un recurso que se utiliza mucho en otros países, donde hay una relación muy estrecha entre la red de antiguos alumnos y la universidad. Es un feedback muy importante para la propia universidad saber cómo les ha ido, y también como apoyo a los actuales alumnos, aparte del papel de los estudiantes que están en cursos superiores y a través también de los centros de orientación”. En relación con el porcentaje de abandonos, Ismael Sanz considera que ofrecer grados de tres años en lugar de los cuatro disminuiría el porcentaje de abandonos. “Cuando un alumno sabe que el grado es de tres años tiene más incentivos para continuar, mientras que, si el grado es de cuatro años, lo ve lejano y, por tanto, mayor es la probabilidad de que abandone, sobre todo el primer año. Hay evidencia científica de que el abandono en los grados de tres años es menor que el que se produce en los de cuatro”, explica Sanz.
Orientadores profesionales
Muchos son los estudiantes universitarios que ante la decisión de cambiar de grado sienten una gran sensación de frustración: con ellos mismos, por no haber acertado en su elección, pero también con su entorno familiar, su círculo de amigos, ante la creencia de que les han fallado, que no han cumplido las expectativas. La decisión de cambiar de grado, según Rosa Domínguez Martín, profesora de la Universidad Internacional de Valencia (VIU) y licenciada en Pedagogía y Doctora en Educación, “es una decisión dura que conlleva una frustración importante, algo que hay que saber gestionar. De lo contrario, las expectativas futuras se verán condicionadas por esta experiencia”. Para poner solución a ese desengaño, esta doctora en Educación opina que “el acompañamiento de un coach facilitaría que la nueva elección sea acorde a las predilecciones, pero también a las habilidades, destrezas y potencialidades de cada estudiante”. Y considera que esta figura, siendo un profesional de la educación, “ayuda a conocer y reconocer los campos y áreas en los que tendremos mayor oportunidad de éxito y a gestionar aquellas situaciones frustrantes para convertirlas en aprendizaje, de uno mismo y para ocasiones futuras. La llegada a la universidad supone un reto de autonomía, autorregulación y madurez, pero esto no significa que el reto debamos afrontarlo de forma solitaria. La capacidad de organización y planificación es algo que debe entrenarse: el papel de un coach es ser entrenador, ayudar a la gestión adecuada de los tiempos y una planificación realista de los estudios”, explica..
Grados abiertos e importados
Un estudiante que curse un grado de Económicas en EE UU, por auténtica vocación o porque quiere probar a ver si su futuro laboral está en esta materia, elige en su primer año entre una amplia gama de asignaturas específicas y generales, hasta conformar el número de créditos requeridos para ese semestre. Entre los contenidos que escogerá tendrá materias propias del grado en el que está interesado y otras que podrían denominarse de “cultura general”. Por ejemplo, tendría Historia de la Economía, Introducción a la Economía, Estadística y Microeconomía o Macroeconomía de primer año, y junto a ellas, hasta cumplir el número de créditos totales de ese semestre, podrá escoger Literatura, Historia, Redacción… Antes de finalizar el primer semestre, el egresado, con la ayuda del jefe de estudios, elegirá las asignaturas del segundo semestre, donde reproducirá el modelo del primero. Así, en el siguiente curso, el estudiante irá reduciendo paulatinamente las materias generales para ir incorporando, hasta finalizar sus estudios universitarios, materias específicas de su grado. En el transcurso de los años en los que cursa estudios en la Universidad, el estudiante también tiene una gran flexibilidad para cambiar el rumbo de sus estudios y, si se ha matriculado de inicio en una carrera de sociales y observa durante el primer semestre que las asignaturas escogidas de matemáticas le gustan más, puede orientar su segundo semestre hacia este tipo materias, para ir definiendo su grado hacia disciplinas más próximas a las ciencias.
En España, este modelo de aprendizaje en el ámbito universitario lo recoge el grado abierto, un tipo de formación universitaria que permite al alumnado escoger asignaturas de diferentes grados durante el primer y segundo año de carrera — cada curso suele constar de 60 créditos— para ir, poco a poco, eligiendo su especialidad. Este programa permite a los estudiantes tener un conocimiento básico de distintas disciplinas, para que puedan después seguir el itinerario de grado que más les convenza. Las dos universidades españolas que hoy poseen esta oferta son la Universidad Pompeu Fabra (UPF), de Barcelona, y la Universidad Carlos III, de Madrid.
Modelo anglosajón o nórdico
Pilar Medina-Bravo, coordinadora de grado abierto de la UPF, apunta que, “inspirados en modelos de universidades anglosajonas y nórdicas, nuestro centro ofrece un modelo de grado abierto —este próximo curso será la séptima convocatoria de este programa— que permite al estudiante tomar las decisiones. Le ofrecemos explorar con curiosidad, que indague, que su actitud sea de curiosidad enfocada a la exploración por diferentes grados, dos como mínimo, pero hemos tenidos estudiantes que han explorado a lo largo del curso académico hasta cinco grados”. La coordinadora de grado abierto de la UPF explica que “no hay itinerarios. Se ofrecen 35 plazas porque está diseñado para que el programa sea personalizado. Cada estudiante, a partir de su carta de motivación y guiado por secretaría y por mí, como tutora/coordinadora académica, construye su propio recorrido”. El itinerario siempre es diferente en función de las motivaciones e intereses de exploración del egresado. “Consideramos que este programa encaja con el actual modelo laboral, donde no se pide a alguien especializado, sino que mantenga la curiosidad por la interdisciplinariedad”. Cada trimestre hay una tutoría académica para saber cómo está yendo la exploración, y el estudiante puede introducir cambios de asignaturas en el trimestre siguiente haciendo una modificación de matrícula. También existe la figura del mentor o mentora. “Este año hemos tenido nueve mentoras que fueron estudiantes de grado abierto el curso pasado. Se les forma en qué es la mentoría, se les reconoce como una actividad y forma parte del modelo educativo de Pompeu Fabra basado en que educar va más allá de las aulas universitarias”.
La Universidad Carlos III de Madrid imparte el grado abierto UC3M en Ciencias Sociales y Humanidades (bilingüe, español) y el grado abierto UC3M en Ingeniería (bilingüe, español). Una vez que el estudiante ha sido admitido en el grado abierto, un tutor académico le asesorará en la elección de los distintos grados que más se ajusten a su perfil. Durante dos años podrá realizar hasta 120 créditos de cualquier asignatura de la rama. Tras el primer año y medio, si el universitario ha conseguido 78 créditos, o 90 créditos en dos años, pasaría al grado que haya elegido. En el grado abierto en Ingeniería el alumno contará con tres años. Si no se consiguen esos requisitos, no podrá continuar en el mismo.