La moda masculina se convierte en foro de debate político en las pasarelas de Pitti Uomo
La belleza infinitamente diversa de los modelos, entre los que ha desfilado Samantha Hudson, y el cambio en la silueta tradicional en los trajes despiertan la conciencia acerca de temas como la lucha de clases o la deconstrucción del género en la 105º edición de la feria más importante del sector
La edición número 105 de la feria de moda masculina Pitti Uomo, que ha concluido este viernes 12 de enero en Florencia, ha demostrado que un acontecimiento de carácter comercial, toda una institución en el mundo de la ropa más clásica y lujosa, puede ser también un foro de debate político. La cantante Samantha Hudson, un icono...
La edición número 105 de la feria de moda masculina Pitti Uomo, que ha concluido este viernes 12 de enero en Florencia, ha demostrado que un acontecimiento de carácter comercial, toda una institución en el mundo de la ropa más clásica y lujosa, puede ser también un foro de debate político. La cantante Samantha Hudson, un icono de la escena underground y LGTBI española, participó como modelo en el desfile de presentación de Achilles Ion Gabriel, la marca de moda del diseñador finlandés célebre por su labor como director creativo de Camper. La colección, basada en la deconstrucción de la silueta tradicional del traje y del guardarropa urbano, cuenta con varios golpes de efecto: tejidos rígidos, modelados y arrugados de forma escultórica; hombreras que se prolongan más allá de lo convencional; trajes de raya diplomática de confección lujosa y proporciones exageradas y materiales que, como la piel, se tiñen y desgastan hasta adquirir la textura del cartón viejo.
Llamar “mixto” a ese desfile posiblemente resulte un anacronismo: en la belleza contracultural, híbrida e infinitamente diversa de los modelos elegidos, el género hace tiempo que dejó de ser una preocupación. Los jóvenes diseñadores que presentan sus colecciones en Pitti Uomo ilustran un cambio generacional. “La moda, especialmente la de los jóvenes diseñadores, es como un sismógrafo para percibir los movimientos telúricos que están cambiando el mundo”, explica Francesca Tacconi, coordinadora de eventos especiales de Pitti Uomo y responsable, por tanto, del programa de desfiles. “Por ejemplo, ya nadie dice que es sostenible, porque para estos diseñadores se da por sabido, es como el punto de partida”.
El británico Steven Stokey Daley, flamante ganador del premio LVMH 2022, empleó el impresionante entorno del Salón del Cinquecento del Palazzo della Signoria, todo un símbolo del poder en la Florencia renacentista, para hablar de las tensiones sociales del sistema de clases en el Reino Unido, un tema recurrente en su trayectoria. “Hemos querido que Florencia nos hablara”, comentaba poco antes del desfile a propósito de una colección inspirada en la mezcla de “formalidad e intimidad” de los internados de la élite inglesa, y que traduce esa tensión en forma de camisas que recuerdan a pijamas, abrigos de paño con pasamanería y chaquetas acolchadas que remiten a la nobleza. Daley es famoso por sus primorosas prendas de sabor victoriano, con bordados y detalles de punto, y también por su talento narrativo que reinterpreta los tópicos de la educación de las élites inglesas desde la disidencia de género. Para crear su colección, se ha inspirado en un conjunto de cartas que se intercambiaron dos jóvenes enamorados que compartían el mismo internado en 1935.
También hay tensión social en el discurso de Magliano, uno de los nombres más prometedores de la joven moda italiana, cuya participación en Pitti ha sido más bien un regreso: aquí presentó, hace cinco años, su primer desfile, tras ganar el premio de jóvenes diseñadores organizado por la feria. Su participación permite recordar que los desfiles son una faceta visible, pero no la principal, de un evento comercial que este año ha mejorado sus cifras y reunido a 825 marcas, 11.900 compradores y 17.000 asistentes. Entre las marcas que han regresado están las firmas de lujo Tod’s y Fay, ambas propiedad del grupo de Diego della Valle, o el gigante estadounidense Guess, que ha presentado el relanzamiento de su marca Guess Jeans. Que propuestas como la de Magliano convivan armónicamente en este entorno es una de esas peculiaridades que dan razón de ser a la industria italiana.
Magliano, un boloñés en un sector dominado por lombardos, ha presentado prendas de confección cuidada y sofisticada ―por ejemplo, en esta colección ha colaborado con la sastrería napolitana Kiton, donde se han elaborado dos trajes a mano, y con el taller de sombreros Borsalino― y tejidos extraordinarios que conviven con su tema de siempre: un discurso crítico que aborda la masculinidad, la lucha de clases y la política. “El género es un paisaje, hay mucho más entre el machito y la princesita, es un recorrido, y uno de los valores de la moda es expresar esas identidades que están en medio”, explicó Luca Magliano en la rueda de prensa previa al desfile, celebrado en un pabellón deportivo en la periferia de la ciudad italiana. Allí, una enorme escalera que Magliano considera un homenaje a Donna sotto le stelle, el popular programa televisivo que escenificaba la moda italiana de los noventa en la escalinata de la Piazza di Spagna de Roma. “La identidad colectiva queer italiana también se construyó con estas imágenes”, recuerda Magliano.
Sin embargo, en el desfile esa alusión al glamour añejo quedaba tamizada por una atmósfera dramática, grave, con una selección de modelos atípicos y piezas que huyen de lo fácil para reinterpretar la ropa cotidiana en clave emocional y poética, casi distópica. “Mi discurso siempre está ligado al tema del trabajo, y también a una cierta clase de elegancia. Es político y social, pero siempre en voz baja, porque no queremos caer en la apropiación”, explica el diseñador. “Lo que hacemos es tomar como referencia una cierta elegancia popular. Me parece bien que la moda la consuman los que tienen dinero, es una garantía de que las cosas se hagan como deben hacerse durante el proceso de producción. Pero la estética, la belleza que celebramos, no tiene nada que ver con ese dinero. En Magliano, la belleza es una palabra antifascista”. En la Italia de 2024, la política es tan inevitable como respirar.