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¿Son los amores maduros más auténticos y profundos?

Lejos del tópico de que las relaciones tardías son descafeinadas, sin atracción ni enamoramiento, es una etapa en la que se sienten menos presiones estéticas, se muestra más vulnerabilidad y se tiene más experiencia, lo que facilita que las relaciones funcionen

La pareja formada por Pamela Anderson y Liam Neeson no cumple ninguna de las reglas exigidas para ser tendencia. Los dos actores pasan de los 50 años, lucen arrugas y no tratan de esconderlas bajo el maquillaje o los arreglos estéticos. Además, los dos cuentan con pasados tristes o escabrosos. Trayectorias vitales que solo parecen enderezarse en las películas con obligación de final feliz. Pero contra ese pronóstico, dan envidia mientras muestran al mundo que es posible encontrar el amor cuando el físico ya no importa tanto, cuando la performance sexual ha disminuido considerablemente por el paso de los años y cuando la industria te ha encasillado ya en la categoría de has been (los que han sido, pero ya no son).

Aunque exista la duda de si esta relación es fingida con el fin de promocionar el filme que ambos interpretan, Agárralo como puedas (2025), sea como fuere, el modelo de relación entre Anderson y Neeson provoca esta pregunta: ¿Son los amores maduros más profundos y auténticos? Ya sabemos que el amor y el sexo no tienen edad, pero nadie parecía muy convencido de que la gran pasión llegara con los años. Se tiende a pensar que ese regalo solo se ofrece en la juventud, y que las relaciones tardías suelen ser descafeinadas.

“En la edad madura tenemos más experiencia; la mayoría ha pasado por diferentes relaciones y, evidentemente, elegimos mejor, gestionamos con mayor acierto y aportamos más porque necesitamos menos. Es más fácil que las relaciones funcionen”, señala Antoni Bolinches, psicólogo, sexólogo, filósofo y autor de libros sobre sexualidad y parejas, como Psicoterapia para el mal de amores (Urano, 2024).

No debemos caer tampoco en el falso tópico de que la gente mayor está ya vacunada contra el enamoramiento, esa locura transitoria con tan mala prensa pero que tan buenos momentos proporciona. “El sentimiento de enamoramiento se da en todas las edades; aunque en principio es más difícil enamorarse de mayor porque hay ya una historia de vida (emocional y sexual), porque se es más consciente y realista y porque uno ya no se deja llevar tan fácilmente por las emociones y la pasión”, apunta por su parte Francisca Molero, ginecóloga, sexóloga clínica y terapeuta del Centro Máxima, en Barcelona. “Sin embargo, la idea de que se pueda estar viviendo el último amor, o el hecho de ser consciente de que se entra ya en un tiempo de descuento, puede incrementar la ilusión y el vértigo. Puede hacer que las dos personas lo vivan y lo verbalicen más, y lo vean como un regalo de la vida que se va acabando. Esto puede actuar como un verdadero afrodisíaco que active todos los sistemas corporales y que, en cierta manera, rejuvenezca temporalmente la respuesta sexual”, sostiene quien también es presidenta de honor de la Federación Española de Sociedades de Sexología (FESS) y miembro de la Academia Internacional de Sexología Médica.

Más sensualidad, menos genitalidad

Como ese deseo irrealizable que formulan al aire los abuelos: “Me gustaría volver a los 20 años, pero con la experiencia y la sabiduría que tengo ahora”, los amores tardíos pueden celebrar la experiencia, pero echan de menos el vigor de la juventud. A veces, este es su gran miedo: no poder dar la talla, y algunos abortan el proceso antes de someterse a la prueba del algodón. “Es un momento decisivo y muy estresante, cuando la pareja, tras conocerse y gustarse, decide probar cómo les va en el terreno sexual”, cuenta el sexólogo Raúl González Castellanos, también psicopedagogo y terapeuta de pareja del gabinete de apoyo terapéutico A la Par. “Si los dos son de edades similares, jugarán en el mismo campo y tenderán a ser más comprensivos con las posibles limitaciones de los años. El impulso es el mismo y, si no hay ningún tipo de represión y la gente se da permiso, contamos con la gran baza de la experiencia y el hecho de tener más estrategias que antes. No olvidemos tampoco que en la madurez el sexo se vuelve menos genital y más sensual, lo que no quiere decir menos placentero”, subraya el sexólogo.

Si el deseo varía con los años o es el mismo es una cuestión en la que no todos los profesionales están de acuerdo. Para Molero, “el deseo de los 20 está más focalizado en las actividades sexuales, mientras que el de los 50, 60 y en adelante es más global, más caleidoscópico, más sofisticado y tiene más que ver con la pasión de vivir”. Una definición a tono con la que en su día enunció la escritora Marguerite Duras, cuando apuntaba: “No es tener sexo lo que cuenta, sino tener deseo. Hay demasiada gente que tiene sexo sin deseo. Me interesa lo que se encuentra en el origen del erotismo, el deseo. Lo que no se puede, y quizás no se debe, apaciguar con el sexo”.

Características del amor maduro

En una entrevista, la actriz Jane Fonda reconocía que, a pesar de su intensa vida sexual, las relaciones maduras le habían descubierto un nuevo y gustoso ingrediente: la intimidad. Para Bolinches, el amor profundo, que es más fácil que llegue a una cierta edad, se caracteriza por “un deseo de pervivencia, una comodidad relacional y una fusión afectiva. El paso del tiempo disminuye la pulsión sexual, entonces se valora más el acompañamiento, la ternura y el cariño”.

“Con los años, es probable que la comunicación mejore en la pareja, porque los filtros van cayendo, hay un lenguaje más claro y, en cierta manera, se van aceptando las limitaciones”, cuenta Molero, también directora del Instituto Iberoamericano de Sexología. “Ya no es tan difícil mostrarse vulnerable y eso puede ser algo altamente erótico. Al mismo tiempo, mujeres y hombres se liberan de la presión estética. Ya no hay que mantener el listón, lo que puede reconciliarnos con nuestros cuerpos, que finalmente aceptamos. Envejecer es ir desprendiéndose de las diversas capas que hemos construido, probablemente para protegernos, pero que no nos pertenecen. Así, nos vamos acercando a nuestro verdadero yo y ya no sentimos esa necesidad de fingir”, apunta la sexóloga.

Curiosamente, todas estas características son las que más nos acercan al sentir y al placer y, por tanto, a una mejor sexualidad. El gran problema para alcanzar el amor maduro, profundo y auténtico es el de encontrar pareja. Tarea nada fácil, incluso para los jóvenes en los tiempos que corren. “Las mujeres mayores de 50 lo tienen más difícil a la hora de encontrar hombres de su edad”, comenta Bolinches. “La sociedad todavía acepta la ventaja del salto generacional para el varón y penaliza a la mujer. Es muy normal que un hombre de 60 quiera salir con una mujer 10 o 15 años más joven y muchas lo aceptan. Lo contrario ya no es tan común, y las propias mujeres que salen con hombres más jóvenes se cuestionan más la diferencia de edad que ellos. No hay más que ver el ejemplo de Pamela Anderson y Liam Neeson, en el que él es 15 años mayor. Ahora bien, el varón que busca una chica más joven ha de ser consciente de que es probable que no le dure mucho, ya que la propia biología juega en su contra”.

En opinión de Molero, “no todos los hombres buscan mujeres más jóvenes”: “Cada vez se tiende más a buscar pareja estable de una edad similar, lo que facilita la comunicación, la convivencia, la creación de lazos porque los dos son de la misma generación, han compartido vivencias similares y una misma educación. Lo que sí ocurre en ambos sexos es que, a veces, cuando se tiene una determinada edad y se ha estado tiempo sin mantener relaciones sexuales, uno puede querer testarse y a veces se busca a alguien más joven para comprobar cómo se funciona en la cama. Si el paso del tiempo ha dejado su huella o si todavía se mantiene un cierto nivel”, añade.

La mecánica de la formación de las uniones varía un poco con los años. El sexo no suele ser la tarjeta de presentación de las parejas maduras. “A diferencia de lo que ocurre en el programa First Dates, donde por muy mayores que sean, lo primero en lo que se fija la gente es el aspecto físico o en la atracción sexual”, matiza González Castellanos, “en la vida real es más fácil que la gente más mayor se una porque se encuentra a gusto con el otro, por afinidades, por tener cosas en común o por compartir una visión de la vida similar. Sin descartar tampoco la atracción física o erótica”.

Cuando el otro nos gusta en posición vertical, se prueba como van las cosas en la cama. “Si hay algún problema o patología, no dudan en recurrir a un profesional”, aclara Molero, “entonces, se vuelcan por completo en solucionarlo. Hay ya muchas ayudas para paliar los síntomas del envejecimiento a nivel sexual; pero, además, es importante el hecho de que la gente, la pareja, transite hacia una sexualidad distinta, la de la madurez, que es distinta a la de la juventud”.

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