¿Los perros también tienen depresión o es solo una cuestión humana?
El estado anímico de los canes viene determinado por el ambiente, la educación, la genética, las experiencias y su personalidad, pero algunos de los factores que más les afectan son la soledad y la enfermedad
¿Apatía? ¿Inactividad? ¿Aislamiento? ¿Desmotivación? Es posible que un perro se sienta anímicamente bajo. Los canes son seres sintientes y emocionales, por lo tanto también pasan por crisis emocionales. Aunque no se puede equiparar a la depresión humana, cuyo caldo de cultivo implica procesos mentales más complejos, estos animales también atraviesan momentos complicados desde el punto de vista psicológico, como en el caso de echar de menos a un ser querido que ya no está o cuando se tienen que readaptar a un nuevo hogar tras una mudanza.
“Los perros, al igual que la mayoría de los animales que tienen una estructura cerebral compleja, compuesta por corteza prefrontal y amígdala, pueden padecer trastornos psicológicos similares a los de los humanos”, explica Félix Zaragoza, profesor de Etología en la Universidad Alfonso X El Sabio, en Villanueva de la Cañada (Comunidad de Madrid). En el caso de la depresión, hay diferencias con respecto a los humanos: “Las personas tienen una mayor complejidad cognitiva; los niveles de alteración emocional y socio-afectivos suelen ser más graves y la situación tiende a ser más a largo plazo”, destaca Zaragoza.
Pero ¿existen factores que pueden determinar que un perro tenga mayor o menor tendencia a deprimirse? “Influyen diversas cuestiones, como el ambiente, la educación, la genética, las experiencias y la propia personalidad del animal”, asegura este experto. “Los perros pueden deprimirse cuando se les somete a altos niveles de estrés crónico debido a situaciones como la privación de la compañía de sus dueños o la pérdida de un compañero social, como otro perro o un gato”, añade el especialista. Pero una de las cosas que peor gestionan emocionalmente es la soledad. “La toleran muy mal y cuando es continua, diaria y sobrepasa los niveles que el animal puede soportar, se convierte en un problema para su bienestar psicológico”, incide por su parte Elena García, veterinaria especialista en comportamiento de Ethogroup y VetBonds, dos grupos dedicados al fomento del bienestar animal.
Otra causa que genera malestar psicológico en los perros es impedir que expresen su naturaleza canina. “Por ejemplo, si durante el paseo no se les deja interactuar con otras personas o animales y no se les permite oler o acceder a algún lugar donde quieran orina o defecar”, ejemplifica García. La razón por las que esta situación puede afectar emocionalmente al perro, según esta etóloga, es que “el animal, al entender que no se le permite hacerlo, deja de intentarlo y entra en fase de apatía, lo que le conduce a una falta de interacción con el entorno; es lo que se denomina indefensión aprendida, porque se resigna y desiste de intentarlo”.
La enfermedad también tiene consecuencias en el estado anímico del perro. “Si el animal ha soportado mucho dolor, aunque ya no ocurra, le sigue quedando el recuerdo y mantiene una actitud de precaución y reserva, como si estuviese enfermo, por lo que necesita tiempo para recuperarse”, señala la especialista.
Los canes que no están en un buen momento emocional tienen en común ciertos comportamientos que apuntan a que atraviesan un bache psicológico: “La inactividad, la apatía y la incapacidad de sentir motivación o placer por hacer cosas que antes le gustaban, como salir a pasear”, enumera la experta. “El perro en esta situación no busca ni espera nada del entorno, como por ejemplo las caricias, la comida o el juego o la interacción con otros animales con los que convive”, continúa.
¿Cómo ayudar al perro cuando no es feliz?
Una vez que se detecta que el animal no se encuentra bien psicológicamente, el primer paso es descartar problemas físicos y enfermedades. “Conviene acudir al veterinario para realizar un chequeo exhaustivo para determinar si hay dolor o molestias provocadas por alguna enfermedad, como la artrosis”, advierte la también veterinaria. Por otra parte, García hace hincapié en la importancia de que el animal tenga cubiertas sus necesidades para lograr una buena calidad de vida: “Por ejemplo, con aspectos como el del juego, el paseo, el descanso, el contacto social o la posibilidad de la exploración a través del olfato, que para el bienestar del animal es fundamental”.
Entender la comunicación canina es otra cuestión clave para saber interpretar al perro y sus procesos emocionales. “Esto ayuda a comprender lo que el animal necesita realmente, pero también es importante la coherencia, porque los perros necesitan saber lo que va a ocurrir para sentirse seguros y les afecta mucho que, ante una misma acción suya, se les responda de una forma diferente”, advierte.
Aunque cada raza tiene unas características y personalidad muy diferentes, el hecho de que sea un pastor alemán o un bulldog no influye en que haya una mayor o menor tendencia a atravesar determinados procesos anímicos. “Por ejemplo, el border collie es muy activo, así que si se muestra apático, nunca llegará al nivel de un san Bernardo, que es mucho más tranquilo y con el que se notará más si está bajo de ánimo. Es la individualidad la que marca la diferencia y serán los tutores del perro, que conocen mejor que nadie a su animal, quienes sepan distinguir con más tino su estado anímico y psicológico”, concluye la especialista.