¿Te lo pondrías tú? Cuidado, no todo vale a la hora de donar ropa
Las prendas y el calzado usado pueden tener una segunda vida, pero además de su estado hay que tener en cuenta quién lo va a recibir y dónde se depositan para que tengan el tratamiento adecuado
Sea porque ya no nos sienta bien, porque ya no nos gusta o porque está algo deteriorado, las prendas usadas pueden tener una segunda vida. Sin embargo, no todo vale a la hora de deshacerse de aquellos artículos textiles que ya no queremos, como denunciaba recientemente en Twitter Pablo Sánchez, codirector de la ONG The Health Impact, ubicada en Líbano. “Las donaciones de ropa no deben ser en ningún caso un acto clasista, esto de dárselo a los pobres porque a nosotros ya no nos sirve. De hacerlo, hay qu...
Sea porque ya no nos sienta bien, porque ya no nos gusta o porque está algo deteriorado, las prendas usadas pueden tener una segunda vida. Sin embargo, no todo vale a la hora de deshacerse de aquellos artículos textiles que ya no queremos, como denunciaba recientemente en Twitter Pablo Sánchez, codirector de la ONG The Health Impact, ubicada en Líbano. “Las donaciones de ropa no deben ser en ningún caso un acto clasista, esto de dárselo a los pobres porque a nosotros ya no nos sirve. De hacerlo, hay que hacerlo con conciencia”, señala Sánchez desde Beirut en conversación telefónica con EL PAÍS.
La donación y el reciclaje de ropa y calzado aseguran su reutilización, generan empleo y ayudan a reducir el impacto medioambiental de los residuos textiles, una de las mayores amenazas de los ecosistemas naturales. Esto es lo que hay tener en cuenta para que nuestras prendas usadas puedan ser útiles:
El textil tiene su propio contenedor
Según el último informe sobre recogida de ropa elaborado por Cáritas en mayo de 2021, se estima que cada año casi un millón de toneladas de textiles van a parar a los vertederos en España. Un gran error porque este tipo de residuos son altamente reciclables y nunca deben depositarse en un contenedor que no sea el habilitado para ello. Como explica Andrea Membrado, responsable de comunicación de la entidad social Fundació Solidança, “cualquier prenda textil del hogar —ya sea ropa, calzado, manteles, toallas, sábanas, etcétera—, e independientemente de su estado, debe ir a un contendedor de residuos textiles, conocidos también como contenedores de ropa y calzado”, añade.
En España existen más de 19.500 contenedores de textil en la vía pública, que pertenecen a las principales empresas gestoras de estos residuos como Cáritas, Humana y entidades que pertenecen a la Asociación Española de Recuperadores de Economía Social y Solidaria (AERESS), como Fundació Solidança.
La ropa, limpia y en bolsas cerradas, y el calzado, atado
Entidades sociales como Fundació Solidança ejercen también como empresas de inserción laboral para colectivos en riesgo de exclusión social y utilizan el reciclaje textil para generar empleo. En las plantas de tratamiento de este tipo de residuos se separan aquellas prendas que están en buen estado de esos otros artículos rotos o deteriorados para su posterior reparación, reciclaje o reaprovechamiento del material.
Para facilitar esta labor, Membrado recomienda depositarlo en bolsas cerradas y así evitar que las prendas se salgan y se ensucien. Además, estas deben estar limpias, planchadas y dobladas. En el caso del calzado, es muy importante que vayan atados, “de lo contrario se desparejarán y no servirán de nada”.
¿Te lo pondrías tú?
Además de las entidades gestoras de residuos textiles hay muchas otras organizaciones que recogen ropa y calzado usado, como parroquias, asociaciones vecinales, pequeñas organizaciones no gubernamentales o colectivos organizados. “En esos casos se pide que la ropa esté en buen estado porque se envía directamente a destinos donde se necesita y el tratamiento será únicamente de categorización”, explica Pablo Sánchez.
El cooperante español lleva trabajando varios años en Líbano con diferentes organizaciones que reciben donaciones de ropa de procedencia principalmente europea. En Twitter, relataba algunos ejemplos de prendas que nunca se deben donar en estos casos, como disfraces o ropa sucia y rota. Antes de donar, Sánchez recomienda preguntarse: “¿Me pondría yo esto?”. “Si la respuesta es no, ¿por qué crees que alguien más tendría que ponérselo?”, argumenta. Y añade: “Donar ropa inservible no hace más que ocupar un valiosísimo espacio para otra prenda, además de aumentar la cantidad de residuos textiles que el país de destino tendrá luego que gestionar”.
Que sea cómodo y duradero
Mucha de esta ropa se destina a colectivos vulnerables, como refugiados, y a veces solo reciben un tipo de prenda por persona. “Además de tener el derecho a vestirse dignamente, necesitan ropa y calzado cómodos, y que estén en buen estado para que les dure”, reivindica Sánchez. “De nada sirven unos tacones en estos contextos, muchas de estas personas que se encuentran en países de rutas migratorias hacen largas caminatas diarias”, añade.
Como explica por su parte Andrea Membrado, cuando la donación de ropa se produce por una emergencia humanitaria es importante tener en cuenta también la climatología y la estacionalidad. “No donar ropa de verano que va a ir directamente al destino cuando es invierno, o al revés, si además es un sitio con un clima siempre cálido”, apunta.
Además de para estos supuestos, la donación y el reciclaje de ropa tienen otros beneficiarios. El tratamiento circular del textil permite reparar o fabricar nuevas prendas que luego se venden en tiendas. Como ejemplo de ello, Fundació Solidança tiene varios establecimientos en Cataluña en los que cualquiera puede comprar. También es común que se establezca el llamado ticket social, es decir, un vale por un importe determinado. De esta manera, las personas que acceden a la donación de ropa puedan acudir a estas tiendas y escoger ellas mismas las prendas que quieran.