Sara Magaña Orue
37 años / Mánager de la app de banca móvil de BBVA en España
El trabajo de Sara Magaña, mánager de la aplicación de banca móvil de BBVA en España, es de aquellos cuya explicación más sencilla es con ejemplos. Un cliente pregunta: “¿Cómo puedo ver mis movimientos bancarios actualizados?”; y ella coordina al equipo de más de medio centenar de personas que hace posible que deslizando la pantalla hacia abajo aparezcan. Otro dice: “¿Sería posible gestionar mis cuentas con otros bancos desde aquí?” o “¿Podría tener una agenda con los nombres y números de cuenta y tarjeta de mis transferencias habituales?”. Ella escucha las demandas de los usuarios y las hace realidad, e incluso se anticipa, como por ejemplo facilitando que, en un solo paso, con un botón, pueda donarse desde el móvil a Cruz Roja en la campaña solidaria para combatir la covid-19.
Su labor y la de los suyos ha resultado fundamental en estos tiempos porque, precisamente, es el grado tan elevado de innovación tecnológica alcanzado (ha sido elegida los tres últimos años consecutivamente mejor aplicación de banca móvil del mundo) lo que ha permitido algo clave en la lucha contra la pandemia: no hay necesidad ninguna de salir de casa para mantener íntegramente tu actividad económica. Puede hacerse prácticamente cualquier cosa: pagar tributos, un recibo de la luz escaneando simplemente el código de barras, o escribir a tu gestor para que te resuelva alguna duda. “Yo, antes incluso de trabajar en BBVA, era clienta, y debo reconocer que hace años que no piso una sucursal”, confiesa la ingeniera informática riojana.
“Vivimos en una sociedad que necesita poder operar o hacer transferencias desde el metro o el bus, pero también desde el campo: es importante no olvidar a la España vaciada”
La crisis actual, pues, no ha supuesto un reto tecnológico gracias a los desarrollos que vienen implementando desde 2014: el aumento del uso de herramientas como la ‘app’ o el servicio web no ha provocado colapsos y las funcionalidades se han ido actualizando cada mes, de acuerdo con las necesidades imperantes en cada momento. “Desde el principio teníamos claro que vivimos en una sociedad que necesita poder realizar un pago o mover dinero desde el trabajo pero también en el trayecto en el metro, el autobús o desde el campo: nunca hay que olvidarse de la España vaciada, de aquellos en zonas despobladas para los que las distancias hasta una oficina sí son una dificultad. Había que borrar esa distancia”.
Magaña, siempre atenta a las reseñas que la aplicación de la que es una de las responsables tiene en los mercados de Android o iOS, cita con orgullo los mensajes que dejan personas mayores, aquellos que corroboran su éxito persiguiendo algo difícil: la sencillez. “¡Gracias!, porque incluso yo, a mi edad, he sido capaz de aprender a manejarme”, lee en uno de los textos recibidos. Cuando alguien sufre alguna incidencia poco común, puede contactar directamente con su departamento de desarrollo, y desde ahí lo solventan.
Los ingenieros atienden las sugerencias que los clientes dejan en las reseñas y desarrollan aquellas más demandadas
Algo que en el relato de esta solucionadora profesional de problemas suena casi tan fácil y natural como para ella ha sido adaptarse a trabajar durante el confinamiento desde su vivienda de Madrid, con su marido y con dos niñas pequeñas, que de vez en cuando se cuelan en sus videollamadas o intervienen en sus reuniones. “Mi marido y yo hemos convertido la casa en un co-working, se lo digo siempre así a mis compañeros; somos en general un equipo joven, y además teníamos costumbre de teletrabajar uno o dos días por semana. Está siendo bastante llevadero”.